“No me querés ver porque no me amás”, le dijo el hombre de Moreno a J. a comienzos de abril. Habían conversado durante 15 días tras conocerse a través de la red social Badoo. El hombre iba bastante rápido: ya le había declarado su amor, le insistía con que la quería ver, para “abrazarla, besarla, conocer a su madre”. Le había dicho a J., del otro lado del teléfono, que lo suyo en realidad era un reencuentro: le dijo que los dos habían ido a la misma escuela especial años atrás. J., de 36 años, que vive con un retraso madurativo avanzado, le creyó. La mujer se negó en un comienzo a un encuentro, pero el hombre de Moreno fue por más. Apeló a ese berrinche, que le funcionó: “No me querés ver porque no me amás”.
Así, logró que J., con una edad mental estimada de 12 años, aceptara que fuera a su casa. La madre de la mujer, que vivía con ella y la cuidaba, dio una condición: que el hombre de Moreno, de 27 años, fuera con su mamá también. Acordaron la cita. Prepararon la mesa. Hasta compraron helado para el postre.
Así, a comienzos de la tarde del 9 de abril, el hombre llegó al departamento de J. en la calle Austria en Barrio Norte, acompañado de otro joven que dijo ser su hermano y de una mujer de 41 años que dijo ser su mamá.
Almorzaron, llegaron al helado incluso. Poco después, la madre de J. se aprestó a lavar los platos. En ese momento, la mujer en la cocina fue reducida por la madre del invitado y el otro hombre, atada a una silla, humillada con violencia. En la otra habitación, el hombre de Moreno se abalanzaba sobre J. para violarla y golpearla. La ató del cuello con una sábana, que luego ató a los barrotes de la cama.
Luego, los tres huyeron con un bolso en tras robar varias pertenencias, entre ellas el celular Samsung de J. y las zapatillas de la madre; cámaras de seguridad los filmaron en el camino. Los vecinos de J. acudieron al oír los gritos. La madre se había arrastrado como pudo hasta el cuarto de su hija. La denuncia fue realizada a la Policía de la Ciudad. La víctima fue analizada en el Hospital Fernández: le encontraron más de una decena de lesiones en diferentes partes de su cuerpo.
En las últimas semanas, el hombre de Moreno fue identificado con un pedido de captura sobre su cabeza, con una investigación a cargo de la fiscal Mónica Cuñarro, que subroga la Fiscalía N°7, bajo la firma del juez Edmundo Rabbione.
Diego Nahuel Quintanilla, así su nombre completo, continúa prófugo hasta hoy, pero los cómplices de su mentira cayeron ayer domingo por la mañana.
Efectivos de la División Delitos Tecnológicos de la Policía Federal capturaron a Lorenzo, hermano de Quintanilla y a Cintia Cabral, una mujer de 41 años, madre de al menos dos hijos de una pareja anterior. Lorenzo es el supuesto segundo invitado en el almuerzo de la calle Austria; Cabral es su pareja; Cuñarro cree que hizo pasar por la madre del supuesto violador.
La Dirección de Lucha Contra el Cibercrimen de la PFA hizo un trabajo altamente técnico que permitió identificar a los acusados. Se hizo un seguimiento de todas las cámaras desde Austria hasta la estación Palermo del San Martín. Sin embargo, Quintanilla fue escurridizo. Había cambiado de guarida varias veces en los últimos tiempos, alternando escondites entre Merlo y Moreno, también en San Miguel, donde residió años atrás. Sin embargo, cayó por un error muy simple. Le robó el celular a su víctima y luego comenzó a usarlo, con su cuenta de WhatsApp incluida. Quienes tenían agendada a J. vieron la cara de un desconocido junto al teléfono de la mujer de Barrio Norte. Deberían haber encontrado a Quintanilla de inmediato, pero el presunto violador tomaba una precaución que impidió triangular las antenas de celulares y dar con su ubicación exacta: empleaba el teléfono por pocos minutos a la vez, siempre conectado por wi-fi.
Así, lograba eludirse por poco.
Si es que acaso es culpable, Quintanilla cruzó un límite aberrante el ataque a la mujer de Barrio Norte. No es el primero en la historia reciente que cruza este límite, tampoco es el primero que usa una aplicación para ganar la confianza de una mujer discapacitada y atacarla.
En enero de este año, David G., de 25 años, oriundo de Merlo, trabajador de una fábrica de aberturas en Moreno, concretó una cita a través de la aplicación Waplog, popular en Android y con una plataforma web. Waplog, menos explícita que otras en su línea como Tinder o Happn en cuanto a intenciones de seducción, más liviana en tono, tiene otras posibilidades técnicas, como insertar pequeños videos. Allí conoció a una joven de 18 años, vecina de Morón. La cita fue en la casa de la joven. La madre de la chica fue quien le abrió la puerta y lo llevó al cuarto.
Allí, según la acusación en su contra, en un lapso de 25 minutos, David supuestamente la violó.
La familia de la víctima denunció el hecho en la Comisaría de la Mujer de su zona. La víctima declaró: “Le pedí que parara, me tapó la boca para que no grite”, afirmó. Su cuerpo fue analizado. Las lesiones eran evidentes, con una laceración que le provocó una hemorragia.
Su testimonio permitió identificar al presunto abusador, conocido apenas por su nombre de pila, con un cotejo a través de redes sociales. Así, personal de la Comisaría 3° de Morón de la Policía Bonaerense lo arrestó esta mañana en un galpón de su lugar de trabajo.
La calificación del expediente del hecho, en manos de la UFI N°8 de Morón a cargo de la fiscal Adriana Suárez Corripio, tiene un agravante: la condición de la víctima, que se encontraba postrada en su cama. Según confirmaron fuentes policiales a Infobae, la joven vive con una discapacidad motriz que incluye un leve retraso madurativo. Usa pañales: no puede girar su cuerpo por sí misma.
David G. continúa detenido hasta hoy. Diego Quintanilla sigue suelto. La PFA le incautó ocho celulares a su cuñado y hermana: los peritajes a los aparatos podrían aportar pistas valiosas.
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