Nicolás Javier Albornoz, el hijo del transa, estaba cercado, agotado; sus amigos, por miedo a que les derriben la puerta, no querían recibirlo o refugiarlo. La banda de su padre, Javier Pacheco, “El Rengo”, el mayor narco de San Martín en la actualidad, dueño de la cocaína de la Villa 9 de Julio, había comenzado a caer en una oleada de 26 allanamientos llevados a cabo por la Delegación Departamental de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado Ezeiza de la Policía Bonaerense, que arrestó al “Rengo” junto a siete miembros de su banda.
A Pacheco lo siguieron hasta su casa en la calle Gaucho Güemes: resultó ser una mansión. Allí le encontraron dos vehículos UVT Honda y Kawasaki esperaban en el garage, junto a un BMW dorado. La mesa de póker en el living, de tres metros de largo, era llamativa también, lo mismo la pileta. Pacheco ni siquiera tenía la casa de Gaucho Güemes registrada como su domicilio fiscal. No tenía una empresa a su nombre, ni siquiera deudas recientes de una tarjeta de crédito.
Tampoco era la única casa que tenía. Le allanaron otra en Ituzaingó, donde guardaba un Chevrolet Camaro valuado en 80 mil dólares y dos recuerdos: dos pases para estadios del Mundial de Rusia 2018, el suyo y el de su hijo.
Hoy, poco después de las 10 de la mañana, la Delegación Ezeiza cercó a Albornoz, de 26 años, en una estación de servicio de Ciudadela y lo arrestó por orden del juez federal Jorge Rodríguez. Se rindió y fue reducido, para ser trasladado a una celda.
Lo acusan de dos delitos: narcotráfico y lavado de activos.
El hijo, sin tarjeta de crédito o cuenta bancaria a su nombre tal como su padre, no es el único involucrado de la familia de Pacheco. También está la madre del joven, Cristina Alejandra Albornoz, que fue arrestada por la delegación Ezeiza en los últimos días. Cristina supo del arresto de su hijo en las últimas horas.
Para la Justicia, Cristina sería una testaferro de su pareja. El mismo supuesto rol le toca a Nadia Díaz, sobrina del capo: el Camaro encontrado ayer en Ituzaingó, en una casa de dos plantas sobre la calle Laprida, está registrado a su nombre con un valor usado de 80 mil dólares. El seguro, irónicamente, está a nombre de “El Rengo”. Cristina Albornoz parece una testaferro curiosa, si es que lo es: con domicilios registrados en la Villa 9 de Julio e Ituzaingó, la mujer de 47 años no tiene una empresa a su nombre, un trabajo en blanco, mucho menos tarjeta o una cuenta, de acuerdo a un perfil comercial consultado. Por otra parte, tiene rojos fiscales con ARBA por impuestos inmobiliarios y del automotor.
En el mismo organigrama en que figuran su madre y su prima, Nicolás tiene un rol en la supuesta distribución de la droga de la banda, reportando directamente a su padre.
Sin embargo, a pesar del capo preso junto a su familia, la guerra en la Villa 9 de Julio no termina.
El lunes por la noche, tres días tras el arresto del “Rengo”, un llamado al 911 alertó sobre varios disparos en la zona de la avenida 9 de Julio y Almirante Brown. Un hombre de pie en la esquina recibió una ráfaga de un Chevrolet Prisma blanco. Luego, un Chevrolet Corsa entra en acción y persigue al Prisma, intercambian balas según fuentes cercanas al caso, y llegan hasta la avenida Márquez. El Corsa aparece poco después, incendiado en la calle Los Olivos. El Prisma también es encontrado abandonado. Se presume que, al menos, se usó una ametralladora.
Poco después, ingresaron dos heridos de bala al Hospital Castex, ambos vecinos de la 9 de Julio, uno de ellos de 44 años y otro de 45, que fue ingresado a un quirófano. Uno de los heridos, de acuerdo a fuentes del caso, era un vendedor de Pacheco, baleado en su parada. Se habla del recrudecimiento de una vieja guerra: el conflicto entre la banda de Pacheco y el clan Gómez, otra banda local, que data, literalmente, de principios de siglo.
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