Hoy por la mañana comenzó el nuevo juicio contra Emanuel Ioselli, alias “Camus Hacker”. Sin embargo, Ioselli, preso en el penal de Ezeiza, donde denunció en enero pasado que otros cinco detenidos lo golpearon en grupo en el ala psiquiátrica de la cárcel, ni siquiera pudo sentarse en la sala de videoconferencia para ver por Zoom cómo el Tribunal Oral Federal N° 6 y la fiscal general Gabriela Baigún le formulaban la acusación más grave de toda su vida: está aislado por un contacto estrecho con un enfermo de COVID. Su indagatoria, donde podrá o no responder preguntas, quedará para la próxima audiencia.
Mientras tanto, lo que dice la causa es bestial.
Ioselli, llamado “Camus” por el Caballero de Oro de Acuario de la saga de Los Caballeros del Zodíaco, se había hecho famoso en 2015, señalado como quien supuestamente filtró fotos y filmaciones sexuales de mujeres famosas que terminaron viralizadas en redes sociales para eternizarse en páginas de contenido XXX, como los videos íntimos de la humorista Fátima Florez o Annalisa Santi.
Lejos de esconderse, alimentaba el fuego desde Twitter con avances y coqueteos. Luego, dio la cara. Se convirtió en un personaje de alta rotación en los livings de la televisión de la tarde. No era tan hacker, por otra parte. Investigadores judiciales reconstruyeron su identidad a través de una cuenta de Hotmail con la que se había registrado en foros donde dejó su verdadero nombre. Los sitios proveyeron las direcciones IP: Camus se conectaba desde la casa de su abuela. Al final, por estos intentos de extorsión, fue condenado a tres años de cárcel en suspenso en 2015.
Tres años después, a Camus Hacker lo acusaron de cosas peores. Por esas acusaciones, hoy Ioselli va a juicio. Los delitos: trata de personas y pornografía infantil, haber montado, según la elevación a juicio firmada en 2018 por la fiscal federal Alejandra Mangano, una estructura “destinada a reclutar diferentes menores de edad” desde abril de 2016 hasta junio de 2018. Las víctimas fueron cuatro, todas de hogares humildes. Su cómplice, Gastón Rubén Favale, un informático, irá a juicio junto a él.
En un caso, Camus fue el contacto inicial. La menor luego conoció a Favale, que se presentó como representante de “una agencia de modelos”. Con Favale esta víctima realizó “al menos siete sesiones de fotografía pornográficas en el interior del hotel alojamiento Los Lirios sito en la calle Lascano 2004 de esta ciudad, durante un período de cinco meses”. Otra víctima “pautó con Gastón Favale la realización de doce sesiones de fotografía en el mismo hotel, por las cuales Favale le abonó $500 por la primera para luego ofrecerle un teléfono celular marca iPhone en forma de pago”. En esas sesiones, posó en lencería erótica y con el torso desnudo. En el quinto encuentro, esa menor habría sido violada por Favale.
“Se determinó que con posterioridad a las sesiones de fotografías pornográficas realizadas con las diferentes adolescentes, los imputados Favale y loselli distribuían, publicaban y comercializaban en diferentes sitios web de internet y en redes sociales, el material obtenido de dichas sesiones”, continúa la acusación original, en una causa donde intervino la PROTEX, el ala de la Procuración con la fiscal Mangano y el fiscal Marcelo Colombo dedicada a investigar delitos de trata.
En su indagatoria en la causa, Camus acusó a Favale, se desentendió de la acusación. Favale se presentó como un agente de modelos, con una agencia llamada New Line. Aseguró que con el tiempo rompió el contacto con Favale, pero que luego lo recuperó.
Por qué lo recuperó es uno de los tramos más oscuros de su historia.
“Volví a hablar con él en febrero de este año por el tema de la nieta de Susana Giménez”, dijo Ioselli a la Justicia, en referencia a Lucía Celasco. Así, con el nombre de la mayor diva de la televisión argentina en la mesa, continuó: “En febrero de este año -2018-, Rubén me envió un mensaje preguntándome si como yo había salido en la tele tenía algún contacto de un periodista o de alguien que pudiera vender o difundir un video. Yo le dije que sí, que conocía a una persona”.
Ioselli, efectivamente, dio a la Justicia el nombre del periodista. Declaró que Favale le afirmó que estaba “en un grupo, en una página web, que comparte material de todo tipo y ahí había rescatado un video de la nieta de Susana Giménez”. Afirmó, incluso, que recibió en su teléfono Samsung “tres capturas de pantalla en las que se veía a la nieta de Susana Giménez” en una situación íntima, que fueron trianguladas con el periodista.
El periodista, que trabajaba en ese entonces en un medio de alcance nacional, “me preguntó qué queríamos por el video y yo le dije eso a Rubén, quien me dijo que quería $30.000 y que los quería depositados en su cuenta... Cuando le dieran a Rubén los $30.000 él iba a facilitar un link para que el comprador descargara el video”.
Luego, entró la Justicia de La Plata, con la fiscal Cecilia Corfield. La situación Susana se convirtió en materia de investigación. Favale pidió silencio, aunque Ioselli, según él mismo, habló. Un oficio de la fiscal Corfield al juez de garantías platense Jorge Moya Paniselo con fecha del 22 de noviembre de 2018 al que accedió Infobae tiene detalles inquietantes. Hay, para empezar, un listado de pruebas, entre ellas una declaración de Ioselli y el nombre de una de las más estrechas colaboradoras de Susana Giménez, que declaró como testigo en la causa.
Amenazarla a ella es, básicamente, amenazar a la diva.
Según la causa, esta persona recibió una serie de mensajes de WhatsApp del periodista en cuestión que le dijo estar “sin trabajo”, que le escribía por algo “que no era para publicar ni nada”. Afirmó que le ofrecieron “cuatro videos” extraídos de la nube de Apple de Celasco teniendo relaciones sexuales.
La allegada a Susana pidió una captura. Según el documento, la recibió. En la imagen se veía, efectivamente, Lucía Celasco. Luego, el periodista adelantó un número: “A mí me pidieron 8 mil dólares, yo no puedo pagar eso”, dijo. “Por eso se me ocurrió contactarte, quizás ustedes pueden”, continuó. Habló de “un puente”.
Corfield ya contaba con la declaración de Ioselli. Favale, concluyó, tendría los videos en su poder. La fiscal pidió al juez que el informático hoy enjuiciado fuera allanado, que le incautaran el teléfono.
Al final, no había video de Lucía Celasco, o lo borraron hábilmente, o nunca fue encontrado. El periodista declaró de manera espontánea. Las pruebas en la causa no fueron suficientes para imputarlo formalmente. Según fuentes judiciales que conocen el proceso, la causa por el supuesto video de la nieta de Susana fue cerrada. ¿Fue acaso un bluff para engañar a la diva?
Parte de la instrucción de Corfield hoy integra el cuerpo de pruebas con el que cuenta la fiscal Baigún para acusar a Ioselli y Favale. La próxima audiencia del juicio será el 11 de junio.
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