Por lo menos, hay seis organizaciones criminales que operan dentro de la comunidad china para extorsionar comerciantes en la Capital Federal, con otras que operan en la provincia de Buenos Aires. Su forma de hacer negocios no se renueva: se repite la misma mecánica que los hace ricos hace 15 años.
Su mecánica es la violencia extrema: primero dejan una nota donde invitan al comerciante a pagar una fuerte suma en dólares. Si no pagan, bala. Las mafias suelen identificarse con signos claros, para hacerles saber a otras su presencia en el territorio. Se mezclan: algunas organizaciones colaboran con otras, un mismo barrio puede contener la presencia de dos mafias o más en un radio de pocas manzanas. Su fuerza laboral puede ser temible, sicarios peruanos o argentinos que entregan las extorsiones o tiran para herir a empleados en la línea de caja o la verdulería. A veces, emplean barrabravas, con las segundas líneas desempleadas tras la baja del fútbol en los estadios, despojados de las cajas menores como los estacionamientos.
Con el tiempo, se forman organizaciones nuevas. Tienen nombres curiosos, a veces en chino, a veces en español. Esta semana, cayeron los dos jefes de “Amistad”, cuyo emblema es una ironía: la bandera argentina y la china, con el nombre. Los jefes, ambos oriundos de Fujian, ambos con documento argentino precario, fueron allanados en Las Cañitas, Recoleta y en un supermercado de la avenida Rivadavia al 3900 por la división Antifraudes de la Policía Federal, la mayor experta en investigaciones de mafia china del país, en una causa bajo la firma de la jueza Fabiana Palmaghini. “Martín”, se hacía llamar uno de ellos, una práctica común entre orientales que adoptan nombres en español. Manejaban un Peugeot, registrado con un pasaporte chino.
Se desconoce cuándo empezaron a operar, pero parece una mafia nueva: la primera extorsión registrada por las autoridades data de marzo de este año, según confirmaron fuentes de la causa a Infobae. Sin embargo, hay otro rumor dentro de la comunidad china: la nueva organización no podría operar sola, nadie sale a repartir carteles con pistoleros sin una bendición de alguien mucho más poderoso, nadie arma una mafia de la nada. Los jefes detenidos no parecen tener una historia previa en el hampa, al menos registrada, ninguno de los dos tiene antecedentes penales. Pero lo cierto es que “Amistad” tenía una forma un tanto perversa de hacer amigos.
La causa, en sí, comenzó por una denuncia por extorsión a un comercio en Las Cañitas, donde a los dos días de recibir una amenaza un sicario le disparó a un cajero que les colocaba alcohol en las manos a clientes que ingresaban. Luego, más denuncias similares en Las Cañitas y Belgrano se anexaron al expediente, entre ellas una que detallaba un atentado con una bomba de humo, un ataque que tuvo un chofer de nacionalidad argentina.
Las misivas que entregaban no tenían detalles de cuánto dinero pedían, un apriete con final abierto, algo que diferenciaba a “Amistad” de viejas mafias como Pi Xiu, la más poderosa y expandida de la Argentina, que en su apogeo marcaba el monto preciso que pedían, 30 mil dólares o más. La negociación era por WeChat, la aplicación similar a WhatsApp muy empleada en la comunidad china. Había regateos. Un comerciante, por ejemplo, llegó a negociar 500 mil pesos de cuota de ingreso.
El caso de “Amistad” es ilustrativo. Demuestra la capacidad de las organizaciones criminales chinas a nivel local de formar nuevos grupos, de recomponerse rápidamente y golpear con ambición. También demuestra qué se sirve en su menú delictivo: las viejas formas siguen fuertes, en medio de otros negocios, como el tráfico de metanfetamina cristal desde Asia o Europa para fumar dentro de la comunidad misma, karaokes con cocaína y prostitutas, garitos y casinos clandestinos con máquinas de contar billetes o promesas más amenazantes, como un incipiente regreso del secuestro extorsivo entre connacionales.
“Amistad” no es la única nueva mafia. “Rong Xing” es otro rótulo que fue identificado por la división Antifraudes en 2019. Identificada con el emblema de una grulla que vuela en un cielo dorado, su origen se basa en un pacto: varios grupos de pistoleros independientes se aliaron y acordaron para unirse como “Rong Xing” para mostrar fuerzas ante amenazas externas, según datos de inteligencia criminal. En tiempos de paz, seguirían bajo sus viejas bandas, extorsionando por separado. La nueva organización era una estrategia defensiva de células unidas.
En “Rong Xing”, aseguran quienes conocen los movimientos del hampa, militaban miembros de Xin, una de las organizaciones más viejas de la comunidad. También había un jefe, un histórico pistolero y mafioso: el temible Ai Ru, ex segundo al mando de Pi Xiu, condenado por extorsión y trata de personas, que terminó muerto en una mesa de poker, acribillado a tiros en un halo de misterio.
La división Homicidios de la Policía de la Ciudad encontró su cadáver en la cocina del restaurante Aroma China en la calle Paraguay al 2700 en la madrugada del 30 de agosto de 2020. La narrativa del hecho parecía simple, un juego de cartas clandestino que se acaloró hasta la muerte, y no mucho más.
En un primer momento, trascendió que el hombre en la cocina tenía tres balas. Luego, trascendió que tenía más: el reporte policial final marcó 15 tiros entre la cabeza y el torso y 23 mil pesos en un bolsillo. Se supo lo que parecía ser la identidad de la víctima a través de un DNI nacional que le encontraron, correspondía a un hombre de 34 años también chino, con domicilio en un depósito en Villa Ortúzar, ex empleado de un acaudalado comerciante de la comunidad.
Tiempo después, alguien se presentó en la Morgue Judicial para retirar el cuerpo. Llevó un pasaporte que pertenecía al hombre muerto, pero ese pasaporte no le pertenecía al hombre de Villa Ortúzar, sino a alguien mucho más importante: el cuerpo correspondía a Yang Ye Hui, nacido el 6 de diciembre de 1986 en Fujian, comerciante según su actividad declarada a la Justicia, con domicilio en la calle Directorio en Mataderos. Sin embargo, era mucho más famoso por su alias en el mundo criminal:
Ai Ru.
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