En la tarde del 16 de mayo de 2017, Santiago Cancinos, un joven trans de por entonces 14 años, se despidió de su papá para ir a una clase de educación física en el colegio Belgrano de la capital salteña. Salió de su casa como lo hacía habitualmente y desde entonces su paradero es un misterio. No hay un solo rastro. Se cumplieron ya cuatro años, la desesperación de la familia por encontrarlo no da tregua y las respuestas de los investigadores hasta ahora son insuficientes.
“Es como si se lo hubiera tragado la tierra”, dijo a Infobae Javier Cancinos, el papá de Santiago, a quien su padre llamaba por su nombre de nacimiento, Gala. Desde hace algunos meses también busca bajo el nombre de Santiago, un nombre con el que muchos conocían a su hija. “Me dijeron en las redes sociales que la busque como Santiago. Entonces prefiero llamarla así para ver si lo encuentro. Igual a mí hoy no me importa si se quiere llamar Santiago, Juan, Gala o como sea. Solo quiero que aparezca, que me diga que está bien y nada más”, dijo el padre, todavía esperanzado pese al tiempo que transcurrió sin ninguna pista concreta.
En la página de Facebook creada por Javier para recibir datos sobre el paradero, denominó a su hijo con el nombre con el que lo inscribió legalmente cuando nació. A su vez, el sitio de la organización Missing Children también lo busca bajo el mismo nombre y hasta el gobierno nacional, en su página oficial de personas desaparecidas, ofrece una recompensa de un millón y medio de pesos “para el que aporte datos que permitan dar con Constanza Gala Cancinos”. “Es lo de menos”, relativizó Cancinos.
El día de la desaparición, antes de salir al colegio, el hombre le ofreció llevarlo hasta el colegio en el auto, ubicado relativamente cerca de la casa, en el macrocentro de la capital salteña. Santiago le dijo no, que quería ir por su cuenta. El padre le insistió pero no hubo caso. Se saludaron y nunca más estuvieron juntos. “Llegó a la esquina y saludó con la mano y no lo vi desde entonces”, describió.
“Yo estaba viajando ese día a Buenos Aires para hacer una maestría. Después llamé para ver si había llegado. Después de educación física tenía clase de inglés en un instituto. Entonces supuse que ya tendría que haber llegado a casa. Pero no había vuelto. Pensé que era normal, que se había quedado con amigos. Cuando me estaba por subir al avión llamé a la escuela de inglés y me dijeron que no había ido. La llamé a una compañera del colegio que vive en la cuadra en la que vivimos y me dijo que tampoco había ido a la clase de educación de gimnasia. Me comunico con Mónica, la mamá de Gala, y me dice que viajara tranquilo a Buenos Aires que ella se encargaba. Llegué a Buenos Aires a medianoche, llamé de vuelta y nada. Nunca imaginamos que íbamos a pasar por esto”, relató Javier.
Javier no lo dudó. Tomó un avión casi de inmediato, volvió a Salta e hizo la denuncia. Según denunció, la acción de la policía provincial en ese momento no fue la esperada. Tardaron en reaccionar y activar la búsqueda de Santiago. “Nunca se fijaron en los accesos de la ciudad. Si vieron a un menor. Nada. En un principio se recibieron miles de llamados. La fiscalía Penal 2 de Salta se hizo cargo de la investigación pero no dio resultados. Se hicieron rastrillajes pero no sirvieron de nada. Un año y medio después la causa se reactivó y hubo un cambio de fiscal, que amplió la zona de la búsqueda, pero tampoco hubo resultados”, lamentó.
La causa hoy está en manos del fiscal Ramiro Ramos Ossorio, luego de haber sido instruida por Justo Alberto Vaca. Según detalló el papá de Santiago, las hipótesis que se manejaron hasta el momento son un posible suicidio, un probable caso de trata de personas o una fuga del hogar. Este último es la calificación que recibe el expediente por ahora. Hubo rastrillajes en casi toda la ciudad. Lo buscaron en inmediaciones del río Wierna, en Vaqueros, en los terrenos de Lesser, contiguos a la ruta 28, pero nada. Se encontraron prendas en un cerro, a donde fueron convocados los padres, pero no correspondían a Santiago. Con el pasar del tiempo la investigación se fue diluyendo.
Un video y un misterioso cambio de ropa en el parque
Al poco tiempo de la desaparición de Santiago, una cuñada de Javier se comunicó con él para decirle que esa tarde, hacia las 16, lo había visto en el Parque Bicentenario, un lugar muy elegido por jóvenes para pasear y hacer deporte. Le dijo que lo había saludado y que el contacto terminó ahí.
Las imágenes de las cámaras de seguridad del Parque, un pulmón verde y de dimensiones importantes, reflejaron casi la única pista certera que se tiene del adolescente. Según reveló Javier, el chico estuvo 12 minutos y salió. Pero con una particularidad: ya no tenía puesta su indumentaria de educación física, jeans, un buzo negro y una de las gorras que acostumbraba usar.
“Llevaba la mochila y estaba con la ropa de gimnasia. Pensé que en la mochila estaba lo de las clases de inglés. Por eso nunca sospeché. A mi cuñada no le llamó la atención tampoco porque a ese lugar van los chicos para juntarse. No había nada raro. De ahí en más sí se le perdió el rastro”, comentó Cancinos.
El expediente hoy tiene al menos cinco cuerpos: se entrevistaron a todos los compañeros del colegio y vecinos pero los datos aportados fueron nulos. Se hicieron recorridos cerca del colegio para ver si alguna otra cámara aportaba datos pero tampoco surtió el efecto deseado.
Hubo algunos indicios previos a la desaparición que al mirarlos a la distancia y después de cuatro años recobran otro sentido. El papá recordó una discusión que mantuvieron Santiago y su mamá poco antes del día de la desaparición. “Mónica siempre fue más estricta en el control de las tareas y de sus cosas. Ella le decía que tenía que hacer las actividades como correspondía y que en casa se tenían que hacer la cosas como los padres decían. En la discusión Mónica le dijo que nunca iba a estar mejor en un lugar que no fuera la casa y ahí Santiago le contestó: ‘¿Y vos cómo sabés?’. Como queriendo insinuar que de pronto ya tenía pensado irse de la casa. Como si alguien le hubiera propuesto irse de la casa o algo. Pero es un tema que hoy lo pensamos. En ese momento fue una discusión con un adolescente que no pasó a mayores”, contó el padre.
Cuando comenzó la búsqueda, muchos le escribieron a Javier para que dejara de buscarla como Gala y que se enfocara en el nombre de Santiago. Al respecto, el padre recordó que se trató en la familia en alguna oportunidad la cuestión de su género y lo que sentía su hija al respecto, pero nunca de manera profunda.
“Ella iba a la psicóloga del colegio. No nos hablaba mucho del tema. Usaba también las redes sociales para comunicarse y expresarse ahí. En ese momento lo tomamos como una rebeldía de adolescente. Como estaba yendo a terapia pensamos que quedaba ahí. Para mí la psicóloga fue nefasta porque nunca nos dijo nada. Nunca nos advirtió para apoyarlo de otra manera. Pero no lo hizo”, cuestionó.
Santiago era un ferviente seguidor de un influencer trans uruguayo llamado Pedro Puñales, quien tiene a la fecha más de 333 mil seguidores solo en Instagram. Fue justamente él quien en una de sus historias en el mes de enero pasado, sorprendió a todos y dijo que no lo buscaran como Gala sino como Santiago. Causó un revuelo que llegó a oídos del propio Javier.
“Gala era seguidora de este Puñales y de otros youtubers más también. De hecho una vez, varios de estos chicos vinieron a casa y Gala les pidió que le llevaran un regalo que ella especialmente le había comprado a este chico”, reveló el padre, quien en medio de la charla alterna entre el nombre con el que la conocía y su identidad como varón. “La cosa es que en sus historias dijo que Santiago se había escapado de la casa y ahí todos empezaron a escribirme. Me acuerdo de haberle dicho a Gala que no siguiera esas páginas, que no le aportaban nada. No me hizo caso”, recordó. Otro dato inquietante es que Santiago mantenía al menos ocho perfiles en las redes sociales. Javier no sabe por qué pero cree que era para que ellos, como padres, no pudieran rastrear lo que hacía y en parte podrían explicar su decisión de irse de casa para no volver nunca más.
“Yo ya no sé qué hacer. Fui hasta a ver curanderos y todos me dicen que está vivo y que está en el país. Yo solo quiero que aparezca y me diga que está bien y que no necesita nada más”, concluyó Javier.
Javier no se atreve a dar una hipótesis certera sobre el paradero de su hijo. Cree que en un principio se fue de la casa porque por ahí no se sentía apoyado por su elección de género. Recuerda que el colegio al que iba Santiago es religioso y muy conservador y que de pronto eso pudo influir para que escapara. El hombre deslizó en medio de la emoción que acaso no le dieron la atención que podría haber necesitado en ese momento. Igual lo que importa “es que dé una señal de vida”. Además, así lo expresó en un mensaje escrito en su perfil de Facebook el 17 de mayo pasado, cuando se cumplió un nuevo aniversario del día que lo vio por última vez.
“Perdón, perdón por lo que te haya faltado en casa. Quiero que sepas que aquí estoy esperando tu regreso a mi vida, mi Santiago, mi Nicolás o mi Gala. Te acepto en un todo. Dame una señal de que estás bien y calma mi dolor, mi gran amor. Muero todos los días un poquito. Ya son cuatro largos años de ausencia que desgarran mi alma”, expresó.
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