El domingo a las 16, Ignacio Nicolás Yustos fue atropellado por un patrullero de la Policía Bonaerense que cruzó en contramano, con el semáforo en rojo y sin la sirena encendida. Murió en el acto. Tenía 21 años. Desde ese entonces, su padre, Juan, pasa la mayor parte de sus días sentado en la habitación de su hijo, en la casa familiar en Tropezón, zona de Caseros.
Suele mirar los cuadros con los diplomas de barbería que “Nico” consiguió, contempla las fotos de su hijo, cuando entrenaba en las inferiores de Argentinos Juniors y parecía perfilarse hacia el fútbol profesional. También contempla la pequeña heladerita que juntos habían salido a comprar el mismo domingo a la mañana. La familia lo llamaba “Nico”, pero para todos los amigos del barrio era “Nachito, el barbero”.
Agustina Gutiérrez, la policía que conducía el patrullero, se encuentra imputada por el delito de homicidio culposo. “
Me lo arrancaron. Me lo mataron. No hay derecho. Ahora vamos a ir hasta las últimas consecuencias porque se tiene que hacer justicia. Lucharemos hasta el final porque esa mujer no puede quedar libre”, dice Juan a Infobae.
El domingo había comenzado con entusiasmo para la familia Yustos. Por la mañana, Juan había decidido acompañar a Nacho a un local de electrodomésticos para comprar una heladerita, un frigobar, que el joven pensaba instalar una vez que pueda tener su propia barbería.
“De chiquito, él pintaba para ser jugador de fútbol. Había estado en el club Florentino Ameghino, de Santos Lugares, y en la Recova, en San Martín. A los 12 años lo aceptaron en las inferiores de Argentinos, pero a los 14 me dijo que no quería jugar más. Le divertía entrar a la cancha pero no quería entrenarse así todos los días”, relató el padre.
A los 15, Nacho le contó a sus padres que quería dedicarse a ser barbero. Y mientras estudiaba en la escuela secundaria, se metió de lleno en el rubro.
“Empezó a trabajar a los 17. Yo, con mi sueldo de albañil, lo ayudé a comprarse sus dos primeras tijeras, una de entresacar y la otra de punta. Ya después se compró su maquinita”, reveló el padre.
“Nacho” empezó a cortar el pelo a sus amigos y a vecinos en su casa familiar y cuando cumplió 18 años ya fue contratado por diversas barberías de la zona. De a poco y aún a muy corta edad, se hizo un nombre en el rubro de la barbería en San Martín.
“Estaba muy enfocado en lo que le gustaba hacer. De hecho, para su último cumpleaños le habían regalado esos carteles cilíndricos luminosos que se usan en las barberías. Lo tiene pegado en su habitación”, afirmó el padre.
Después de la compra del frigobar, padre e hijo ya palpitaban lo que iba a ser la tarde frente al televisor para ver el clásico entre Boca y River por los cuartos de final de la Copa de la Liga. Dos horas antes, cerca de las tres de la tarde, Nacho debía acudir a una peluquería de Villa Ballester, donde le iban a ofrecer un nuevo puesto de trabajo, con mejor sueldo.
“Se fue a su entrevista de trabajo con la moto. Cuando terminó, me dijo que ya se venía a casa y que compraba una picada para que la comamos mientras veíamos el partido. Teníamos nuestras cábalas: sentarse en el mismo lugar del sillón cada uno, los dos con la remera de Boca y siempre con una picada o algo para comer mientras veíamos el partido”, relató el padre.
Pero el partido empezó y Nacho no estaba. Minutos antes, a 20 cuadras de su casa, transitaba por la calle Pueyrredón con su moto Zanella azul. Justo al cruzar la ruta provincial Nº 8, con el semaforo en verde, fue embestido de lleno por una camioneta de la Policía Bonaerense, que transitaba en contramano. Sin el sonido de la sirena encendida cruzaba Pueyrredón con el semáforo en rojo.
Nacho quedó tendido a varios metros, sobre la vereda con el casco aún puesto y con una herida gravísima en su cabeza. También en la vereda quedaron los fiambres de la picada, lo que les hizo pensar a los testigos que Yustos era un repartidor de delivery de la zona.
La camioneta policial era conducida por la oficial Agustina Gutiérrez, quien estaba acompañada por otro oficial, Claudio Vázquez. Durante sus declaraciones posteriores, los dos efectivos aseguraron que se encontraban acompañando a una ambulancia que trasladaba a un hombre herido en un episodio ocurrido en las calles Diego Pombo y Carrillo.
Así y todo, en el documento audiovisual de una de las cámaras de seguridad de un local comercial de la zona donde se pudo ver el choque, en ningún momento aparece una ambulancia.
Poco después del accidente, Nacho fue trasladado al Hospital Castex, pero debido a la gravedad de las heridas en su cabeza, con pérdida de masa encefálica, el joven murió a los pocos minutos.
“Yo le estaba preguntando por mensajes si estaba viniendo porque era muy raro que llegara tarde para el partido. Nos terminamos enterando de lo que pasó recién a las dos horas, cuando la policía vino a nuestra casa para contarnos todo”, explicó Juan Yustos.
“Desde ese momento, no hubo nadie de la Policía Bonaerense o del Gobierno provincial que se haya acercado para pedirnos disculpas o para hacernos llegar sus condolencias. Es como si estuviéramos solos en esta”, se lamentó.
De manera inmediata, la fiscal Ana De Leo, titular de la UFI N° 4 de Delitos Culposos del departamento judicial de San Martín, estableció la intervención de la Gendarmería Nacional en el hecho y ordenó la demora de la policía Gutiérrez, sobre quien aplicó la imputación por homicidio culposo.
Por su lado, una multitud de vecinos de Tropezón se presentó el lunes en la esquina del accidente para exigir justicia por la muerte del joven barbero y para acompañar a una familia que quedó destruida.
En tanto, el cuerpo de Nacho, el fanático de Neymar que se obsesionaba con tener cortes de pelo similares a los del brasileño, el que no quería tener un noviazgo formal porque decía que todavía era “demasiado joven”, el que ya había comprado el regalo sorpresa para su padre, quien la semana que viene cumple 42 años, será enterrado hoy cerca de las 14 en el cementerio de San Martín.
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