“Fui reivindicado”: habla Potocar, el ex jefe de la Policía de la Ciudad acusado de corrupción tras ser absuelto por la Justicia

El fiscal José Campagnoli pidió su detención por ser el supuesto jefe de una banda de comisarios dedicada a extorsionar a trapitos y restaurantes. Cuatro años después, fue a juicio: lo declararon inocente. El barro político, la gratitud del final y el shock de ya no ser, en su primera entrevista tras el escándalo

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Entrevista a Pedro Potocar

José Pedro Potocar ya no es policía, pero habla como uno. Todavía tiene esa tensión que viene con el uniforme. Durante los últimos cuatro años, el hombre que fue convocado para ser el primer jefe de la Policía de la Ciudad le temió al futuro, a que la posteridad le destruyera su nombre. Esta semana, Potocar fue absuelto.

“Fui reivindicado”, dice a Infobae.

Es la primera entrevista que concede tras el fallo. El ex comisario elige bien sus palabras, teme quizás que la boca lo traicione. Pero Potocar, sentado en el despacho de su abogado, Cristian Poletti, que encabezó su defensa junto al doctor Raúl Alcalde, sonríe. No pasaron ni siquiera 24 horas desde que el Tribunal Oral en lo Criminal N°16 lo consideró inocente en primer instancia tras ser acusado en 2017 por el fiscal José María Campagnoli de ser el jefe de una de las supuestas asociaciones ilícitas más miserables de la historia policial reciente.

Pedro Potocar, en diálogo con
Pedro Potocar, en diálogo con Infobae.

La causa hablaba de una banda de comisarios centrada en la Comisaría N°35 de Núñez, dedicada a extorsionar a trapitos de la cancha de River y a 37 restaurantes y comercio, con una cadena de sobres sucios desde el despacho del comisario Norberto Villareal, jefe de la 35°, hasta la jefa de la circunscripción, Susana Aveni, para llegar luego llegar a Potocar como el entonces jefe de la Dirección General de Comisarías de la Policía Federal o Guillermo Calviño, cabeza de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana.

Según Campagnoli, Potocar era el gran instigador, el cacique en la trampa. Terminó detenido en una jaula de Gendarmería, luego salió. El problema político era obvio. Un fiscal de clara sintonía con Elisa Carrió y la Coalición Cívica decapitaba a la Policía de la Ciudad, el mayor proyecto de seguridad de la administración Cambiemos, una fuerza porteña propia que implicaba el traspaso de 17 mil hombres de la Federal, a semanas de su comienzo.

Rodríguez Larreta quedó estupefacto, al menos en lo público. Había enviado a chequear a Potocar en Tribunales y le encontraron la camisa impecable, sin causas en Comodoro Py o en la Cámara Criminal y Correccional. Su currículum, con un título de abogado y una trayectoria en todos los niveles de la PFA, le ameritaba el cargo. El consenso de sus colegas que hicieron fila para defenderlo en privado en vez de comer de a poco su cadáver, también.

Parecía, en 2017, que Potocar había muerto institucionalmente en un tiroteo de fuego amigo.

Todas las instancias le dieron la derecha a Campagnoli, los pedidos del jefe de la Policía porteña del comisario eran cíclicamente rechazados. Hubo un cuaderno para imputarlo, encontrado en el allanamiento a la comisaría 35º, comandada por Villareal: contiene en una anotación la sigla “DGC” junto a una cifra. Campagnoli y su equipo infirieron que corresponde a la Dirección General de Comisarías que Potocar comandaba al momento de iniciada la causa en 2016.

Cuaderno atribuido a Villareal: la
Cuaderno atribuido a Villareal: la prueba que supuestamente vincula a Potocar.

También hubo otra pieza más inquietante en el expediente: una denuncia anónima recibida por el Ministerio de Seguridad de la Nación. La denuncia se asemejaba, en realidad, a un informe completo de inteligencia. Su autor fue M.A.M, un sargento retirado de Gendarmería. El informe fue detallado, hasta incluía reportes comerciales de los implicados en la trama, Potocar incluido: el gendarme presentó tres números de teléfono usados por el jefe de la Policía de la Ciudad.

La Justicia pudo rastrear dos IPs de Internet usados por M.A.M para obtener esos reportes comerciales. Uno fue el de su propia casa; el otro, una unidad de Gendarmería sobre la calle Chilavert en Pompeya. Todo esto, hecho sin autorización judicial.

Luego, estuvo la declaración como arrepentido del subcomisario Marcelo Stefanetti, uno de los imputados. Pero en el juicio, con más de 300 testigos y seis meses de audiencias, Stefaneti se desdijo: aseguró que fue presionado por el fiscal para declarar contra Potocar, Calviño y Aveni “hasta que declaré lo que querían escuchar”.

Al final, el fiscal Fernando Fiszer decidió que no había motivos para condenar a Potocar: fue absuelto junto a Calviño. Aveni, defendida por Claudio Calabressi y Hernán Vega, fue señalada por Fiszer como jefa de la banda. El Tribunal N°16 la absolvió también. Villareal terminó condenado, cinco años de cárcel.

De vuelta en el estudio de su abogado, Potocar no puede dejar de ver el panorama. Su situación es inédita. No todos los días un ex jefe policial caído en desgracia vuelve de la tundra de las instituciones. “Es una reivindicación que vino del mismo lugar donde se inició, la injusticia del inicio de este proceso no solo me afectó a mí como ciudadano, afectó a la Policía de la Ciudad”, afirma.

2017: Potocar, Rodríguez Larreta y
2017: Potocar, Rodríguez Larreta y la cúpula del Ministerio de Seguridad porteño en la presentación de la Policía de la Ciudad.

-Usted era policía. De un día al otro, ya no lo era más.

-El jefe de gabinete me comunica que era suspendido de mi cargo. Le entregué mi arma y mi credencial al jefe de seguridad un sábado a la tarde. El lunes me preparé conforme el decreto que decidió sobre mi suspensión para defenderme ante la Justicia. Fueron momentos de gran intensidad emotiva. No tuve momentos de reflexión sino de confusión, sabiendo que me iban a detener, con el descrédito profesional que eso acarreaba.

-¿Sospecha de un motivo ulterior de Campagnoli para imputarlo?

-En ese momento, no lo pude entender. Me voy a basar en las palabras de uno de mis defensores. Es el ímpetu inicial, un arrebato espiritual, carente por supuesto de fundamentos normativos. Hay otros instrumentos legales para llevar a cabo una investigación, privar a una persona de su libertad es el último recurso. Es el arrebato que no debería existir. Un profesional debe dejar de lado sus emociones, más en el ejercicio de su cargo.

-Es inevitable una lectura política a su detención e imputación. ¿Cree que hubo una motivación política?

-Permítame ser esclavo de mis palabras y dueño de mis pensamientos. Durante el proceso oral hubo algunas testimoniales que me hacen pensar en algún oportunismo, quizás sean pensamientos carentes de sustento.

-Hay cuestiones muy llamativas dentro de la causa, como la denuncia del ex agente de Gendarmería.

-Noté algo sospechoso y se lo comuniqué a la Justicia. Hicimos las denuncias pertinentes a la Justicia federal. A mi juicio, hay una violación a la ley de inteligencia interior, las personas no pueden ser perseguidas sin un paraguas judicial. Habría que insistir sobre las motivaciones para que un sargento de Gendarmería con la protección o dirección de funcionarios haya tenido motivaciones para introducirme en una causa e inculparme.

Potocar y uno de sus
Potocar y uno de sus abogados, Cristian Poletti, su defensor junto a Raúl Alcalde.

-¿Cree que fue un ataque institucional?

-No sé cuál fue el rédito político. El rédito social sí fue afectado, un acto de poner en riesgo la credibilidad de las instituciones... Vuelvo a reiterar, desde lo subjetivo, tengo múltiples teorías conspirativas. Pero lo que no pruebo no lo puedo decir. Lo que sí puedo decir y que pusimos en conocimiento es que hubo personas que no cumplieron con su deber o que lo hicieron vulnerando las normas. Eso, para corregir y educar hacia el futuro, tiene que investigarse. Yo no puedo permitirlo, estaría faltando a a ese pensamiento ético como ciudadano. Yo me sometí a la Justicia, tuve pérdidas, no solo en lo económico material, sino también en la espiritual. Soy un modelo referencial de lo que se resolvió. La Justicia resolvió a mi favor, pero en el medio, ¿qué pasó? Eso es lo que debemos reparar. En algún momento, usaría el verbo “exigir”.

-¿Siente que le tienen que devolver lo que perdió? Perdió su profesión, su proyecto de vida.

-En varias oportunidades me comprometí formalmente. En la Escuela de Cadetes juré defender la Constitución. Juré cumplir la ley y defender los derechos de las personas. Flaco favor le hago a todas esas promesas, a ese modelo que transmití como docente, si yo no exigiera saber qué pasó y por qué pasó. Necesito reparar el daño. Olvídense del ciudadano. Nosotros pusimos en crisis cargos, organismos, proyectos, políticas. Eso es mucho más trascendente.

-¿Cuántos días estuvo preso?

-Cien días. Recuerdo las visitas de mis abogados, el doctor Poletti y el doctor Alcalde. Estuve detenido en un edificio de Gendarmería, primos de la Policía Federal. No voy a olvidar el respeto y consideración de los gendarmes. Es muy duro llegar, ser auscultado por los médicos, trasladado con esposas para atravesar la primera noche en un camastro en una celda, cuando yo venía de una familia constituida y la noche anterior había tenido una cena familiar. En esa brutal soledad, donde en mi cabeza fluían pensamientos que no podía contener. Había un hombre de Gendarmería que me cuidaba. No le vi la cara. Y me dijo: “Señor jefe, trate de descansar, hoy le mandó saludos su familia”. Automáticamente, pude dormir. Ese ser humano me hizo reflexionar, en medio de la angustia y el miedo.

-¿Quiere volver al cargo?

-El cargo está bien ocupado. Con Gabriel Berard, actual jefe de la Policía de la Ciudad, compartimos destinos, situaciones difíciles. Le tengo que agradecer al Gobierno porteño. Renuncié y me dio la tranquilidad para poder asumir mi defensa.

-¿Rodríguez Larreta lo llamó?

-Sí, sí. Y atendió a mi familia, mis tres hijos y mi esposa. Yo renuncié estando detenido. No era legítimo ni correcto que volviera al cargo. Esa renuncia fue aceptada. La Policía de la Ciudad estuvo sin jefe hasta un año después. Mi lectura subjetiva es que confiaron en mí. En un reportaje reciente, dijo que volvería a nombrarme. Me sentí valorado, respetado.

-¿Quiere volver a ser policía?

-No lo puedo decidir yo. Son decisiones que vienen de otros grupos de trabajo. Yo voy a estar donde dispongan las autoridades políticas.

José Campagnoli: sin rencores (Nicolás
José Campagnoli: sin rencores (Nicolás Stulberg)

-¿Qué le diría al fiscal Campagnoli?

-Reitero, quizás le faltó reflexión, no sé. Mi cabeza no está dirigida a él. Lo más sano hoy es ver qué pasó y ver cómo lo podemos reparar. Lo que me ocurrió no debe volver a ocurrir con otras personas, cualquiera sea su posición. No todos tienen la suerte de tener un equipo técnico como yo.

-¿Piensa plantear una demanda civil?

-Está en estudio y por supuesto lo voy a analizar con mi equipo legal. Por más que sea abogado hace 30 años, las emociones es preferible delegarlas.

-¿Guarda rencor?

-No, soy católico: amor, perdón y reconciliación. Acá fracasó el diálogo. En algún lugar, en algún momento, eso fracasó y alguien se llevó puesto lo que tenía por delante.

fotos y video: Matías Arbotto

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