En los últimos años, el submundo narco en la ciudad de Rosario se caracterizó por el auge de una industria que rivaliza en poder simbólico con la venta de la droga misma: pistoleros a sueldo, sicarios en motos que disparan ráfagas de plomo, asesinando los “objetivos” que sus jefes señalan. Incluso, matando a cualquier persona que esté cerca, para luego escapar a toda velocidad.
Se produjeron cientos de hechos. Mueren pesados, mueren aspirantes a dealers, mueren chicos en el fuego cruzado. A veces, muere un distinto.
El crimen de Marcelo Nicolás “Fino” Ocampo, señalado como la mano derecha de Esteban Lindor Alvarado, jefe de uno de los clanes criminales más peligrosos de Rosario y detenido hace casi dos años y medio, ciertamente fue notorio. Ocurrió el 16 de abril pasado en la puerta de su domicilio en el barrio Urquiza, cuando dos hombres en moto llegaron hasta ahí. El acompañante descendió del rodado y sin mediar palabra lo asesinó de tres tiros. El trabajo estaba hecho.
Se cree que el “Fino” no solo era un estrecho hombre de Alvarado en los negocios, sino que a su hijo le había puesto el nombre de Dante Lindor y había elegido al jefe narco como su padrino, según el diario La Capital.
De este modo, el hecho quedó en manos del juez federal Carlos Vera, titular del Juzgado Federal Nº3 de esa ciudad, que caratuló el caso como homicidio calificado y le encargó a los detectives de la división Antidrogas Rosario de la Policía Federal que encuentren a los sicarios. En las últimas horas, luego de siete allanamientos entre Rosario y la ciudad de Buenos Aires, dieron con el hombre acusado de matar al “Fino” Ocampo: Brian Josué González, de 28 años.
La trama que atravesaron para llegar a González está sumergida en las disputas entre bandas narcos que operan fuerte en Rosario. Todo comenzó luego de que los efectivos, bajo las órdenes del mismo juez, detuvieran a una banda narco integrada por ex policías que traficaban entre Rosario y Buenos Aires. Durante esa investigación se desprendió un dato que llevó a los detectives a seguirle el rastro a otro grupo de narcos que también articulaba en Rosario.
Tras tareas de seguimiento y entrecruzamiento de llamadas, los investigadores identificaron al cabecilla de esta nueva organización: Fabio Giménez, un viejo conocido para la Justicia. El hombre se encuentra alojado en un calabozo de la Unidad Nº3 de Rosario. Según informaron las fuentes del caso, Giménez concretaba todas las operaciones desde ahí, con un teléfono. Pero no solo organizaba el negocio narco, sino que también ordenaba los crímenes a cometer.
Incluso, Giménez se jactaba de que la droga que manejaba y distribuía era propiedad del líder de la banda “Los Monos”, Ariel “El Guille” Canteros, detenido en la Unidad Penitenciaria de Marcos Paz, desde mediados de 2013, cuando se entregó a la Policía tras permanecer prófugo unos meses. Como jefe de la banda desde el asesinato de su hermano Claudio, en mayo de 2013, “Guille” fue condenado a 22 años de cárcel en abril de 2018 por un homicidio y como organizador de una asociación ilícita destinada a cometer múltiples delitos. También fue sentenciado por narcotráfico a una pena de 15 años, como ideólogo de un secuestro extorsivo que ordenó desde la cárcel a 10 años y otra vez por comercio de estupefacientes a 9 años de cárcel.
Así se llegó hasta las distintas bases de operaciones de esta nueva organización criminal y se descubrió que González fue el supuesto enviado a sueldo para matar al “Fino” Ocampo. En los operativos donde se concretó su detención también se detuvo a seis presuntos integrantes más de la banda. Entre ellos, el hermano de Giménez, Felipe, de 26 años, quien contaba con una captura sobre su cabeza por un homicidio ocurrido en 2019. También a la pareja de Giménez, quien, según la acusación en su contra, era la encargada de pagarle a los sicarios.
En los allanamientos se secuestraron dos motos, 19 celulares, una pistola Browning calibre 9mm, 75 cartuchos de bala, 9mm y 44mm y tres balanzas digitales. Los detenidos quedaron a cargo del juez Vera.
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