“Sí, tengo condenas, pero está todo cumplido”, explicó el viernes pasado Juan Arturo Pérez Sánchez, a pocos días de su cumpleaños número 26, ante la fiscal Mónica Cuñarro, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 7, durante una audiencia por videollamada en la que le fue concedida una ampliación de su declaración indagatoria.
El joven, que hasta hace algunos días se dedicaba a vender productos de limpieza en la calle, está acusado de haber asesinado a golpes a Violeta Argentina Fernández, una mujer de 78 años que vivía hace ya mucho tiempo dentro de un tráiler en la esquina de Agüero y la avenida Las Heras, en el barrio porteño de Recoleta. Violeta era una presencia histórica de la zona, muy querida por los vecinos, que vivía de forma precaria junto a sus gatos y era asistida regularmente por voluntarios y organizaciones de ayuda comunitaria.
Pérez Sánchez, -que según su propio relato vive en situación de calle desde los 12 años, cuando huyó de la casa de sus padres en Florencio Varela- fue, efectivamente, condenado en 2018 por el TOC N° 20 de la Capital Federal a la pena de un año de prisión efectiva por haber intentado robarle a la mujer que ahora está acusado de matar con violencia. También tenía otros antecedentes por robo agravado que datan de 2017 y 2019.
En esa ocasión, el 11 de marzo de 2018, Pérez Sánchez había sorprendido a Violeta mientras dormía y la había golpeado para hacerse con 2 mil pesos en efectivo que la mujer tenía con ella.
Tres años después de ese ataque, el joven está detenido e imputado por homicidio agravado de la misma mujer.
El viernes pasado, Pérez Sánchez quiso ampliar su declaración ante la fiscal Cuñarro. Sin embargo, luego de presentarse y escuchar las pruebas que lo señalan como principal sospechoso del crimen, el joven vendedor ambulante guardó silencio y se limitó a hacer un reclamo.
“Por consejo de mi defensor, por el momento, no voy a declarar. Pero quiero pedir con carácter urgente que me vea un psiquiatra y me medique porque no puedo dormir”, dijo el detenido, que aseguró que tiene alcoholismo y que oportunamente comenzó un tratamiento en el Hospital Rivadavia que luego abandonó. “Ya lo pedí varias veces y hasta el momento nadie me examinó”, se quejó.
No hay hasta el momento elementos en la causa que sugieran que Pérez Sánchez no es imputable. Al momento de su detención, según consta en un informe médico que integra el expediente, el joven se encontraba “vigil, orientado en tiempo y espacio, hechos y personas”.
Al igual que hace tres años, según la investigación de la fiscalía y la Policía de la Ciudad, Violeta fue sorprendida a la 1:13 de la mañana del martes 6 de abril pasado por un sujeto que la golpeó en la cabeza hasta matarla -probablemente con una piedra, sus puños o contra el propio asfalto- mientras dormía en su tráiler, sin que ella tuviera oportunidad de despabilarse o de defenderse.
La autopsia que se llevó a cabo en la morgue judicial del Cuerpo Médico Forense despejó dudas: Violeta murió a causa de un traumatismo de cráneo-encefálico y una cardiopatía hipertrófica. La forma “radiada” en la que se produjeron las fracturas indicaron a los forenses que fue un traumatismo violento, lo que se conoce como “fracturas de velocidad”.
Tres días después del hecho, efectivos de la Comisaría Vecinal 2A de la Policía de la Ciudad detuvieron a Pérez Sánchez a casi 20 cuadras del lugar del asesinato. El análisis de imágenes de las cámaras de seguridad de la zona fue clave: los videos evidencian que Pérez Sánchez fue la única persona que pasó por el lugar a al hora que fue atacada y que luego regresó para revisar el cuerpo.
Otro hombre, un paseador de perros, que caminaba en ese momento algunos metros detrás de él, lo vio mientras hurgaba la ropa de la mujer y le propinaba algunos golpes. Cuando el sujeto notó su presencia, se paró y se alejó del cuerpo.
Otro hombre a quien Violeta frecuentaba en la calle, supo a través de un amigo de las imágenes con las que la policía buscaba al sospechoso y -atemorizado por su parecido físico con él- se presentó voluntariamente en la comisaría y contó quién era Pérez Sánchez, qué hacía y dónde podían encontrarlo.
Al acusado lo encontró la Policía de la Ciudad la calle junto a una mujer, vestido con casi la misma ropa que llevaba el hombre que asesinó a la anciana: unas zapatillas negras y un short negro de la Juventus FC. En una remera y una de las zapatillas que tenía en su poder había restos de sangre humana que serán peritados para establecer si pertenecen a Violeta.
Una hipótesis posible, que se robustece con el antecedente del robo por el que fue condenado, es que el joven la atacó para robarle: la noche en que fue asesinada, Violeta guardaba entre sus ropas $ 19.000 y 1.200 dólares estadounidenses en efectivo. Pérez Sánchez, que no recuerda su número de DNI y no tiene relación con su familia, ganaba entre $1.000 y $1.500 por día por la venta de productos de limpieza.
Hace apenas algunos días, el juez Edmundo Rabbione, a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 30 ordenó su procesamiento con prisión preventiva y un embargo por un millón de pesos por requerimiento de la fiscal.
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