En abril pasado, por primera vez en seis años, no se registraron secuestros extorsivos en el país durante el periodo de un mes. Así lo reveló el último informe elaborado por la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese) a cargo del fiscal federal Santiago Marquevich, estudio que se realiza desde el 2015.
Ya en marzo, la Ufesa había registrado la cifra más baja de secuestros extorsivos. El número había caído de 24.5 a 2.6 de casos por mes. Y en abril último esa tendencia se acentuó, mostrando que no se concretó ningún hecho de este tipo.
De acuerdo con las estadísticas de la Ufese del Ministerio Público Fiscal (MPF), en 2015 existieron 294 secuestros; en 2016, 227; en 2017, 185; en 2018 hubo 111; en 2019 registró 49; y en lo que va de 2021, 9.
Con respecto al último marzo, la Ufesa marcó que hubo tres secuestros: uno en Ingeniero Budge, otro en Las Heras y último en González Catán. Los casos quedaron bajo la Fiscalía Federal n° 1 de Lomas de Zamora, la n° 2 de Mendoza y en la fiscalía n°1 de Morón.
Las víctimas, según el informe, fueron cuatro hombres. El 100% de los hechos se concretaron entre las 10 y las 24. Y en dos de los secuestros se pagó un rescate y en el otro no.
De este modo, en enero pasado se registró la mayor cantidad de secuestros en lo que va del año: cinco. Tres de ellos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -en el barrio de Monserrat y en las Comunas 3 y 4- y los dos restantes en la localidad bonaerense de Villa Madero y en el partido de Lomas de Zamora.
El informe de la Ufese reveló además que en uno de los secuestros hubo dos víctimas, y que en total fueron cinco hombres y una mujer las personas cautivas. En dos de los cinco secuestros, la banda estaba compuesta por tres o más delincuentes. En otros dos hechos, por menos de tres asaltantes y en el último rapto no se pudo determinar la cantidad de intervinientes.
Este tipo de delitos, que era regular, común, se transformó en una rareza en el sistema penal. No ocurre mucho. Y cuando ocurre, es porque lo cometen auténticos pesados, pistoleros de carrera, mucho más que rateros y motochorros.
Sin embargo, uno de los últimos secuestros que suma el informe ocurrió el 19 de febrero y fue cometido por una sujeto que no ostentaba ninguna de esas descripciones.
Aquel día, Jorge, un nombre de fantasía empleado en esta nota para proteger una investigación en curso, estaba junto a su novia, a la que también se llevaron. Tres delincuentes le exigieron a su suegro cien mil dólares. Pero el rescate nunca se pagó. Así, los soltaron: ambas víctimas salieron ilesas. Pero el joven oriundo de Del Viso no era tan inocente, al menos según la imputación de la Justicia, con un caso en manos del fiscal Paul Starc. Lo detuvo la Policía Federal semanas más tarde, con una investigación y un arresto de la División Operativa Central, lo que solía ser la división Antisecuestros.
Los secuestradores, los que se llevaron a él y a su novia, descubrió la Justicia y la PFA, eran sus amigos. Jorge, un chico de pocas luces, ex albañil, sin antecedentes penales, fue supuestamente el entregador de su propia novia. También fue el ideólogo de todo el plan. Ninguno de ellos era un delincuente experimentado con antecedentes penales, Jorge incluido, pichones en un delito que tuvo como emblema a criminales temibles como Sergio Orlando Leiva, “El Negro Sombra”, hoy libre.
Así, con su debut en el crimen, Jorge enfrenta una posible pena de diez años.
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