Pablo Alejandro Silvero, apodado “Poncho”, decía un hombre sencillo, un vendedor ambulante de Berazategui con el colegio primario completo. Pero su mundo era mucho más complicado. Ya era un veterano con 34 años, un reincidente con dos condenas por robo a mano armada cometidos en Lomas de Zamora y La Matanza por los que cumplió siete años de cárcel. A Víctor Hugo Araujo, “El Polaco”, su jefe en el hampa, la División Operativa Central de la Unidad de Investigación del Secuestro Extorsivo de la Policía Federal se lo había llevado tiempo atrás, el 6 de marzo de 2020, cuando allanaron El Ñorquín, una quinta con parque y pileta en la zona de 9 de Julio, partido de General Rodríguez. Allí le encontraron una Bersa Thunder Pro y 42 balas calibre .380, junto con una bolsa llena de precintos negros, cinta de embalar. “Poncho” solía visitar la quinta, según seguimientos, a bordo de un Ford Fiesta Kinetic.
La quinta, según investigadores de la causa, era un aguantadero. Hubo supuestamente un cautivo allí. El dato había llegado desde la Policía de la Ciudad, que investigaba una pista de entraderas. En el medio, se encontraron con un secuestro. “Poncho” y “El Polaco” no eran los únicos. Su banda orbitaba alrededor de la zona de Villa Madero, con más de una decena de miembros como Luis Inocencio Resquín, “El Lucho”, dedicado según él mismo a reparar heladeras, Erica Elizabeth Palacios, “La Flaca”, o Johanna Castro, empleada doméstica. Todos eran personal de servicio del perverso negocio liderado por “Poncho” y “El Polaco” que sospecha la Justicia: secuestrar dealers del Conurbano para robarles y eventualmente coparles el negocio.
Cuando la Federal llegó a la quinta en General Rodríguez, la víctima ya se había ido. Los elementos para comenzar una causa estaban allí. Araujo fue detenido con varios cómplices, pero Silvero, Resquín y otros seguían sueltos.
Hoy, todos están presos y procesados. El juez Martín Yadarola, a cargo del Juzgado N°4, firmó la semana pasada el procesamiento contra Silvero, Palacios, Castro y otros por los delitos de asociación y privación ilegítima de la libertad agravada.
“La historia es así”, sintetiza un investigador: “Estos tipos supuestamente vendían falopa en Villa Madero y otras zonas. Se dedicaban también a otros delitos. Silvero, creemos, se disfrazaba de policía para delinquir. Así, le compraban droga a otros dealers, enviaban a sus mujeres de avanzada, para luego intentar coparles el negocio”. Por lo pronto, se cree que captaron a una sola víctima, un hombre paraguayo, cuya identidad todavía se desconoce.
“El Polaco” fue enviado al penal de Ezeiza tras su arresto, pero ni la cárcel logró frenarlo según las sospechas en su contra: se cree que continuó dictando sus órdenes aún preso.
Su celda fue allanada el 13 de abril último: le encontraron dos agendas con anotaciones, números de teléfono y un ticket de carga virtual. Su celular, curiosamente, no estaba allí. Las frases en esas páginas de anotador son curiosas también, una suerte de ejercicio de autoayuda o meditación zen. “Me gustan las matemáticas porque me gusta ser exacto, preciso, sin oscilaciones ni curvas”, escribió Araujo. “Tu sensibilidad es superior a tu inteligencia”, continuó.
Hay un nombre en una de ellas, el del médico Osvaldo Loudet, fallecido en 1983. También están los nombres de dos personas vivas: un abogado de Quilmes y su mujer, “financista de obras”. El nombre del abogado, inquietantemente, coincide con uno que se encuentra en el registro del Colegio bonaerense de la profesión. ¿Eran acaso un blanco?
Hubo más operativos. La PFA les allanó también uno de sus domicilios en la calle Paunero en Villa Madero: les encontraron medio kilo de marihuana y 45 bolsitas de cocaína listas para tomar además de 50 balas y 50 mil pesos. El certificado de DNI en trámite de Pablo Silvero también estaba allí. El Ford Fiesta en el que andaba “Poncho”, curiosamente, tenía un pedido de secuestro activo por robo de una fiscalía de La Matanza, con fecha del 8 de marzo de 2020.
Los teléfonos que encontraron en el allanamiento original fueron la clave para comenzar meses de intervenciones telefónicas, la columna vertebral de la acusación en su contra.
Las conversaciones captadas datan incluso de abril y mayo de 2020, semanas después del encierro de Araujo, con charlas entre “El Polaco”, Resquín y Silvero. Otros roles también se definen, como el de Érica Palacios, “La Flaca”. La Federal, según el procesamiento firmado por Yadarola “estableció que las conversaciones que aquella mujer mantuvo con Araujo, particularmente la del 10 de junio de 2020, se vinculaban con la posible concreción de un hecho ilícito en los días sucesivos (posiblemente el 19 de junio de ese año) y para ello sería alquilada una casa quinta; además que el rédito económico que obtendrían podría ser de aproximadamente un millón de pesos para cada interviniente, solicitándole a Palacios que se encargue de conseguir equipos de comunicación”.
Erica también hablaba con otros. Le ventilaba a su ex pareja sus problemas con Poncho, entre otras historias e intimidades de la banda. Casi todos se negaron a declarar. Ahora, queda determinar quién es el que los delincuentes llamaban “el chancho” en sus teléfonos: el supuesto dealer que mantuvieron cautivo en General Rodríguez.
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