Dos jóvenes de 26 y 21 años fueron condenados este miércoles en la ciudad de Rosario por haber atacado a tiros el frente de la vivienda de un policía y la sede del Ministerio Público de la Acusación. Las amenazas habrían sido ideadas por el jefe de la narcobanda “Los Monos”.
Los condenados son José Alberto Castillo y Tobías Barrios, dos jóvenes que, de acuerdo a la causa, actuaron instigados por Ariel “Guille” Cantero, el jefe de la organización criminal rosarina “Los Monos” que acumula siete sentencias por 62 años de prisión.
A través de un juicio abreviado, que fue homologado por el juez local Hernán Postma, Castillo fue condenado a 5 años y 6 meses de cárcel por amenazas coactivas, daño calificado y portación ilegal de armas.
El joven obtuvo una reducción de la pena al aceptar haber sido una de las tres personas que la madrugada del 14 de agosto del 2018, a bordo de un Renault 9, balearon el frente de la sede del MPA en Rosario, ubicada en Montevideo 1968.
Tras el ataque se produjo una persecución entre la policía y los agresores, que realizaron varios disparos contra la patrulla. Castillo fue detenido en bulevar Seguí y Avellaneda junto a sus cómplices, que fueron imputados por las amenazas.
Según el fiscal del caso, Miguel Moreno, el ataque “tuvo como propósito intimidar a los integrantes del Ministerio Público de la Acusación en particular, y del Poder Judicial en general, a fin de impedir el normal desarrollo de sus funciones”.
El otro “pistolero”, Barrios, fue condenado a 4 años y 6 meses de prisión en el mismo juicio abreviado, también por amenazas coactivas y en su caso, el fiscal Moreno le achacó un ataque a tiros del 30 de junio de 2018 a una vivienda ubicada en calle Braile al 1400, cercana al domicilio del policía Ariel Lotito, de la brigada de la División Judiciales, que participó de la investigación contra los cabecillas de “Los Monos”.
El fallo señaló que desde una motocicleta Honda modelo Falcon, Barrios realizó ocho disparos contra la fachada de la vivienda con una pistola 9mm Bersa Thunder Pro con numeración eliminada, y fue detenido al día siguiente.
“El ataque tuvo como fin intimidar y amedrentar a testigos que declararon en el juicio conocido como ‘Los Monos’, como también para infundir temor y condicionar su libre determinación para decidir a los jueces penales actuantes”, dice la resolución.
Durante y luego del juicio que terminó con las condenas a “Guille” Cantero y otros miembros de la narcobanda se produjeron más de 10 atentados a tiros contra edificios judiciales y domicilios particulares de miembros del Poder Judicial que participaron del proceso.
Cantero fue imputado como autor intelectual, desde la cárcel, de siete de esas balaceras y espera un juicio oral por esa causa, en la que los fiscales adelantaron que pedirán una condena de 24 años para el líder de la banda narco.
Según la investigación, los dos hechos tuvieron como motivación intimidar a miembros del Poder Judicial y a policías que participaron de la investigación que terminó con altas condenas a la cúpula de la banda en abril de 2018.
En aquella oportunidad, Ariel “Guille” Cantero, signado como el jefe de la banda y su subalterno Jorge Emanuel Chamorro, recibieron penas de 15 y 17 años de prisión.
Además, el tribunal integrado por los jueces Ricardo Vázquez, Osvaldo Facciano y Eugenio Martínez, resolvió una sentencia de 12 años de cárcel para Vanesa Barrios y Jésica Lloan, las parejas de ambos, al considerar que continuaban operando la red de narcotráfico.
Entre las 39 personas que se sentaron en el banquillo estuvo Patricia Celestina Contreras, la madre de Claudio Pájaro Cantero y Guille Cantero, quien recibió ocho años de cárcel, aunque como tenía una pena anterior, se unificó la condena en diez años de prisión. Por su parte, la medio hermana de ella, Patricia María del Valle Reyna, fue sentenciada a 6 años y 6 meses.
Del total de acusados de integrar la organización dedicada a la venta de estupefacientes, 34 recibieron condenas, cuatro fueron absueltas y una, Macarena Cantero, hermana de Guille, fue beneficiada con una probation debiendo realizar tareas de limpieza en un centro comunitario.
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