El juicio por asociación ilícita contra el ex comisario José Pedro Potocar, el primer jefe de la Policía de la Ciudad, acusado por el fiscal José Campagnoli de ser el líder de una organización dedicada a recaudar coimas a restaurantes y trapitos con base en la Comisaría 35º de Núñez, lo que sería uno de los escándalos más grandes de corrupción policial en la historia reciente que decapitó a la fuerza porteña a semanas de su creación, comenzó en junio de 2020.
Hoy, llega a su cierre con un giro sorprendente.
El fiscal de juicio Fernando Fiszer, uno de los acusadores que lograron la condena a prisión perpetua al portero Jorge Mangeri, el femicida de Ángeles Rawson, pidió en su alegato de seis horas de duraci[on al Tribunal N° 16 que Potocar, defendido por el abogado Cristian Poletti junto a Raúl Alcalde, sea absuelto. El pedido abarca, según fuentes del caso presentes en el proceso, al ex comisario Guillermo Calviño, quien fue superintendente de las comisarías porteñas.
Para Susana Aveni, la superior jerárquica de la Circunscripción VII que controlaba la comisaría de Núñez, representada por los abogados Claudio Calabressi y Hernán Vega, el fiscal pidió cinco años y seis meses de cárcel por delitos de asociación ilícita en calidad de jefe y concusión de funcionario público
El proceso, con los magistrados Gustavo Gonzalez Ferrari, Inés Cantisani y María Cristina Bertola de Umaño, tuvo momentos insólitos. El subcomisario Marcelo Stefanetti, otro de los acusados, junto al subcomisario Hernán Kovacevich fueron quienes involucraron en la causa a Potocar, Calviño y Aveni. Sin embargo, ante el tribunal, Stefanetti se arrepintió de sus dichos en la causa instruida por Campagnoli. Para Stefanetti, el fiscal pidió cuatro años y seis meses de prisión.
“Narró y contó sus padecimientos. Relató cómo generaron su detención y cómo lo apretaron diciéndole que entregara a sus jefes a cambio de darle la libertad. Y como en un primer momento no accedió, lo hicieron pasear por varias comisarías”, afirmó una fuente presente en el proceso.
Por momentos quebrado y en medio de lágrimas, Stefanetti dijo que tras ser arrestado en 2017 fue trasladado a cinco lugares diferentes de detención en nueve días “hasta que declaré lo que querían escuchar”.
Hubo otro elemento sumamente curioso para los defensores. Un disparador del expediente también fue un informe de un sargento retirado de Gendarmería, cuyas iniciales son M.A.M. El informe fue detallado, hasta incluía reportes comerciales de los implicados en la trama, Potocar incluido: el gendarme presentó tres números de teléfono usados por el jefe de la Policía de la Ciudad, en ese entonces titular de la DGC.
La Justicia pudo rastrear dos IP de Internet usados por M.A.M. para obtener esos reportes comerciales. Uno fue el de su propia casa; el otro, una unidad de Gendarmería sobre la calle Chilavert en Pompeya.
Según la investigación de Campagnoli, Potocar -en ese entonces al mando de la Dirección General de Comisarías- y Aveni se encargaban de brindar la protección a aquellos que desde comienzos de 2016 recaudaban dinero de forma ilegal. Estas maniobras eran controladas por Norberto Villarreal, a cargo de la Comisaría 35a. desde enero de 2016 hasta que finalizó su función en esa dependencia, y con la complicidad y colaboración de Stefanetti, Kovacevich, Alberto Codaro (también subcomisario) y los subordinados Alejandro Malfetano, Sergio Otero, Sergio Ríos y Marciano Quiroga.
De acuerdo a la acusación, Ríos y Quiroga eran los responsables de recaudar el dinero semanalmente entre los comercios, cuyo monto era de entre $2 mil $3 mil por cada local. Luego iban a la comisaría y le rendían cuentas al comisario Villarreal y a los tres subjefes, quienes a su vez hacían lo mismo con Aveni y Potocar.
Villareal también declaró en el juicio. Se había convertido en una suerte de comodín salvaje: tras pasar más de un año y medio prófugo y luego entregarse, aseguró que Potocar lo instó a que “no sea cagón”.
Fiszer pidió la pena más dura para el ex comisario: seis años de encierro e inhabilitación especial por otros cinco.
Los defensores no se dieron por satisfechos con su relato. Poletti afirmó: “A pesar de haber declarado durante horas, Villareal no logró aportar datos precisos más allá de algunas concesiones a la fiscalía, tal vez pretendiendo posicionarse favorablemente ante una futura sentencia. Al ser preguntado por el tribunal sobre si le constaba que el dinero que él aseguró recaudar iba hacia los planos superiores de la fuerza, a Potocar y Calviño, lo negó”.
La caída de Potocar ciertamente tuvo movimientos sísmicos en el plano político. Su lectura, en muchos casos, fue política. El ex comisario, apodado “El Tarta” por sus hombres, se había construido a sí mismo como uno de los candidatos más higiénicos y experimentados para ser el jefe de una nueva fuerza policial, con un legajo sin escándalos. Las altas jerarquías del Gobierno porteño lo habían chequeado extensamente. No constaban en su contra, por ejemplo, denuncias de abuso de autoridad, algo básico para cualquier jefe de seccional. Al oír su caída, en vez de convertir su cadáver institucional en leña, otros comisarios históricos se plegaron a su defensa. Otros se lamentaron en silencio, incrédulos.
Así, el pedido de Fiszer cambia la historia.
Sobre Susana Aveni, su defensor, Claudio Calabressi, sostiene: “Es absolutamente inocente. Es una mujer honesta. El único bien que tiene es un departamento comprado en 1998 con un crédito hipotecario del Banco Nación y un vehículo modelo 2012 que nunca cambió. Es impensable que en una fuerza absolutamente machista el fiscal tome como ciertos los dichos de un comisario como Villarreal que se profugó caso casi dos años y nos quiera hacer creer que la jefa de una asociación ilícita es una mujer que en sus 40 años en la PFA estuvo solo los últimos cuatro en el área de comisarías. Todos los comisarios dependientes de la Circunscripción VII, contemporáneos de Villarreal, que declararon en el juicio, dijeron que la señora Susana Aveni es una persona honesta”.
Por lo pronto, parece improbable que el Tribunal N° 16 ignore el pedido del fiscal.
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