Promediaba la tarde del domingo cuando un grupo de 250 jóvenes de entre 18 y 30 años salía en fila india del interior de una casaquinta en Pilar escoltados por la Policía Bonaerense. Al menos desde el mediodía todos habían participado de una fiesta clandestina que contó con un DJ y bebidas alcohólicas y donde se cobraba entrada. Sólo quedó identificado el organizador al que se le inicio una causa por desobedecer el DNU presidencial; el resto se fueron todos a su casa. Pero no fueron los únicos que no tomaron conciencia de la situación que se vive en el AMBA, el distrito más golpeado por la pandemia. En distintos puntos del Conurbano se desbarataron casi una decena de eventos con un promedio de 300 invitados. En la Ciudad, donde aseguran que en su gran mayoría los bares y restaurantes cumplieron los protocolos, se clausuraron 5 establecimientos por incumplir horarios y aforo dentro de los salones.
“Si bien no fue un desbande de fiestas clandestinas como sucedió cuando apenas se levantaron las restricciones el año pasado, el hecho de que haya varios eventos y con tanta gente en un solo fin de semana preocupa”, dice una fuente de la policía de Buenos Aires.
En el caso de este evento en Pilar, realizado en la intersección de las calles Pampa y Vélez Sarsfield, los efectivos además encontraron distintas drogas como marihuana, pastillas de éxtasis y otras drogas sintéticas. Los infectólogos coinciden en que la ingesta de estas sustancias mezcladas con alcohol hace que las personas relajen los cuidados contra el covid. Por tenencia de estupefacientes fueron detenidos 5 hombres.
Según los cálculos de la Bonaerense, en total se dieron de baja 7 fiestas clandestinas multitudinarias en distintos puntos tanto durante el día como por la noche. En casi todas se cobraba entrada, se vendía alcohol y había no menos de 200 personas.
Otro caso se dio en Tres de Febrero donde una persona llamó al 911 alertada por ruidos molestos que provenían de una casa. Los vecinos ya estaban atentos porque la convocatoria había circulado en redes sociales. Cuando efectivos de la policía y de la municipalidad arribaron al lugar, se encontraron con una fiesta tan organizada que hasta contaba con encargados de seguridad. De hecho, no fue fácil el ingreso porque los “patovicas” intentaron impedirlo y por eso luego fueron detenidos por resistencia a la autoridad. Cuando los efectivos ingresaron a la vivienda se encontraron con 200 jóvenes que de a uno fueron sacados del lugar y enviados a sus casas sin mayores consecuencias para ellos. En total fueron 6 aprehendidos entre el personal de seguridad del lugar y el organizador.
Con respecto a la Ciudad de Buenos Aires, fuentes consultadas por Infobae aseguran que se puso mayor énfasis en controlar los bares y restaurantes. Los patrullajes estuvieron centrados en zonas como Puerto Madero, Palermo Hollywood, Plaza Serrano, San Telmo, Avenida Corrientes y Plaza Dorrego, entre otros, que es donde se concentra más del 80% de la actividad gastronómica de la Ciudad. Allí, según surge de los relevos del fin de semana, fueron clausurados 5 establecimientos porque se habían excedido en el horario de atención al público o porque en su interior tenían más personas que el 30% permitido.
Todo esto, claro, sin contar las reuniones que se realizaron en casas particulares donde la concurrencia iba entre las 10 y las 30 personas en espacios cerrados. Una simple recorrida por redes sociales el sábado a la madrugada servía como ejemplo porque, además de romper las reglas, parece inevitable compartirlo con todo el mundo. “Seguramente el número de personas que se juntaron en casas particulares fue alto y eso nos preocupa particularmente aunque no tenemos una estadística para saberlo a ciencia cierta. Los números de seguridad bonaerense o de la ciudad reflejan el desbaratamiento de las grandes fiestas con cientos de invitados, pero también hay que prestar mucha atención a los encuentros de amigos. Ahí también está el contagio”, dice a este medio una fuente del Ministerio de Salud Nacional.
Sólo como para tomar un ejemplo de esto último, desde la cuenta de un usuario que se describe como intérprete de música electrónica, se subió durante toda la madrugada del sábado, prácticamente en vivo y en directo, una serie de videos a Instagram de una fiesta en la que participaban unas 30 personas, en un lugar cerrado donde la existencia de barbijos era una fantasía y que se hizo viral generando el repudio de cientos de usuarios. En las imágenes se veía ingesta de alcohol, un dDJ máquinas de humo, distanciamiento nulo y nada de ventilación.
En uno de esos posteos se leía la frase irónica y burlona “No salga de 22 a 06. Bueno”, mientras de fondo se mezclaban las luces láser y la gente bailando.
Según los especialistas, las medidas restrictivas se tomaron para evitar justamente este tipo de fiestas o reuniones que están identificadas como uno de los mayores focos de contagio de esta segunda ola que azota a todo el país y que día a día hace alarde de una capacidad de contagio preocupante.
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