La última pista que falta para resolver el misterio del cadáver calcinado en la ribera de Quilmes

En enero de este año, un grupo de bomberos llegó a la costa de la zona para apagar un incendio. Se encontraron con un esqueleto ennegrecido por las llamas. Por lo pronto, hay un nombre. La fiscal Karina Gallo espera una pericia que podrá confirmar o refutar su sospecha

Guardar
Imagen ilustrativa: la ribera de
Imagen ilustrativa: la ribera de Quilmes, donde fue encontrado el cuerpo (FM Sur 88.9 162)

La historia es tan simple como horrenda:

El 7 de enero por la tarde, en el cruce de Yoldi y Echeverría en Quilmes, en una zona de pajonales en la ribera, los bomberos voluntarios locales fueron alertados de un incendio por radio.

Ingresaron al lugar y fueron por las llamas. En medio de su labor, uno de ellos sintió algo que le crujía bajo sus botas de goma. Así, llamaron a la Policía Bonaerense, con efectivos de la Comisaría 1° de la jurisdicción que llegaron al lugar: en medio de los pastos altos había un cadáver calcinado, un esqueleto ennegrecido. Las llamas llegaron directamente hasta los huesos, con unos fragmentos de ropa todavía a su alrededor.

La UFI N° 4 de la zona con la fiscal Karina Gallo encabezó la investigación del caso, calificado como averiguación de causales de muerte. Hasta hoy, mes de abril, el cuerpo no fue identificado. Estaba completo, sin signos de mutilaciones previas, pero en un comienzo siquiera si se pudo establecer si era masculino o femenino, así como qué se empleó para producir el fuego, algo que hasta ahora también se desconoce. Gallo esperó los resultados de la autopsia al cuerpo con la idea de recuperar tejidos para un posible cotejo genético mientras cruzó búsquedas de paradero de los últimos meses.

El abogado Salvador Altamura: sospecha
El abogado Salvador Altamura: sospecha descartada.

Hubo una sospecha obvia al comienzo, con un cuerpo que tampoco fue encontrado hasta hoy: el esqueleto correspondería al abogado y prestamista Salvador Altamura, desaparecido desde el 13 de julio. Rubén Darío Dening, su amigo, empresario, fue considerado el principal sospechoso: fue encontrado con dólares y más de 780 mil pesos ocultos entre sus piernas mientras intentaba ingresar a Entre Ríos en bicicleta, tras cruzar el puente de Zárate-Brazo Largo y llegar a la Isla de Ibicuy. Allí intentó coimear a los agentes para que lo dejaran seguir, pero lo arrestaron, imputado también por la coima.

Luego, hubo otro detenido en marzo de este año, con el esqueleto de la ribera ya bajo estudio.

Sin embargo, ningún testigo o imputado contó qué pasó con Altamura, ya considerado muerto por la Justicia.

Gallo tenía un candidato evidente. Sin embargo, el esqueleto no corresponde a Altamura. Se dieron cuenta por un detalle básico: la estatura. Altamura, pudo constatar Gallo, era considerablemente más bajo que el cuerpo encontrado.

Entonces, un nuevo nombre llegó al expediente.

Ramón Galeano, el pescador que
Ramón Galeano, el pescador que podría ser la víctima del caso.

Ramón Vicente Galeano, alias “Oreja” o “Pachu”, 42 años, vecino de la zona, desapareció poco antes de la Navidad pasada. Sus familiares y allegados reclamaron por su aparición ante los tribunales quilmeños. Según su propia familia, en un caso que también investiga la fiscal Gallo, tuvo una violenta pelea en un barrio cercano a la Ribera, donde solía pescar.

Ahora, queda una pericia clave: un estudio de ADN a material que fue recuperado de la médula ósea del esqueleto mediante una perforación, la última chance para identificarlo que quedaba.

Los resultados del estudio, a cargo de la Asesoría Pericial de la Procuración, serán entregados el mes que viene. Allí, se sabrá si los huesos de la Ribera corresponden a Galeano, o a alguien más.

SEGUIR LEYENDO:

Guardar