A fines de marzo del año pasado, el cartonero Carlos Alberto Savanz fue denunciado por su ex mujer en una comisaría de la zona de Guernica, donde vivían en una zona de extrema pobreza. Aseguró, primero en una comisaría y luego en una fiscalía, que el hombre hoy detenido por secuestrar a Maia Beloso había abusado de una nena de su familia, una menor de apenas cuatro años de edad, que la había tocado en el rancho que compartían.
La mujer, tras enterarse, lo echó a Savanz a golpes de fierro de su propia casa. Luego ratificó su denuncia en la UFI N°2 de Presidente Perón, dio una declaración extensa que se convirtió en la prueba inicial que dio comienzo al expediente, que llegó a manos del fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta. En su declaración, la mujer dio una fecha para el abuso, un tocamiento, abuso sexual simple, ubicado temporalmente en los primeros días del aislamiento por la pandemia.
Así, Condomí Alcorta ordenó una exclusión del hogar para Savanz, una restricción perimetral. Las víctimas fueron preservadas. Sin embargo, la pandemia dificultó que la menor declarara en una cámara Gesell, con escasos turnos disponibles: el fiscal Condomí Alcorta pidió pericias al menos tres veces según fuentes judiciales. El estudio de la cámara Gesell, por otra parte, depende de otros pasos previos, como una entrevista con una psicóloga infantil, que no fue aceptada en esas tres ocasiones.
Los estudios dependen del Cuerpo Técnico Auxiliar del fuero de responsabilidad penal juvenil, bajo la Corte bonaerense.
En el medio, Savanz se esfumó de Guernica con su vida trashumante, repudiado por su familia en Luján, que lo acusa de numerosos otros abusos que no constan en causas de la Justicia.
Es decir, no había pruebas. Savanz, en ese entonces, ni siquiera fue identificado con número de documento. Savanz incluso empleaba el apellido Sierra, según registros. Hay un homónimo con su nombre exacto, un ladrón de poca monta de la villa Zavaleta cuatro años más joven que él, que había sido condenado a más de dos años de cárcel por robos menores como forzar la entrada de un kiosko o intentar llevarse un auto abandonado.
Y con una cuenta pendiente a su nombre, caído del sistema, sin causas previas en la Ciudad o ingresos en el Servicio Penitenciario Bonaerense, llegó a la vera de la autopista Dellepiane en la villa Cildañez de Parque Avellaneda, donde se llevó a Maia.
Hoy, con Savanz tras las rejas tras ser encontrado esta mañana en Luján, el panorama finalmente cambia para esa denuncia de marzo de 2020.
La detención en Luján puso nombre, apellido y DNI al sospechoso. Con los nuevos elementos, según fuentes con acceso al expediente, Condomí Alcorta ya tiene a su sospechoso: podrá ser identificado y fichado, los nuevos elementos que se recolecten en la causa Maia a cargo de la fiscal Laura Belloqui sumarán a un perfil criminal.
Con todos estos materiales, Condomí Alcorta tiene la posibilidad de pedir su aprehensión a la Justicia de garantías y así su posterior indagatoria. La cámara Gesell de la menor del caso también será clave.
De vuelta a la causa Maia, lo que diga la menor en una cámara Gesell también será esencial para modificar o no la imputación por sustracción de menores contra Savanz a cargo de la fiscal Laura Belloqui, que se apresta a viajar a Luján con un traslado del Ministerio de Seguridad de la Nación. Se espera también el resultado del análisis de una médica legista que determinará o no la existencia de lesiones de cualquier índole.
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