Diego Ismael Luna, oriundo de Villa Soldati, había tenido algunos trabajos a comienzos de la década pasada cuando tenía 20 años, primero en un conocido supermercado, luego en firmas tercerizadoras de limpieza. Decía ser pintor de brocha gorda, repartidor de embutidos para un frigorífico.
Luego, se consiguió un arma.
El 17 de abril de 2014, Luna tomó su destartalada Bersa calibre 40, visiblemente maltrecha y cargada con siete balas, para robarle su Peugeot 207 a un empleado del Ministerio de Desarrollo Social a metros de su casa en la calle Oliden, barrio de Mataderos. “Dame todo”, le dijo, para golpear a su víctima en la cabeza y luego huir, tras llegar a bordo de un Citröen C3 junto a varios cómplices.
Luna tomó el Peugeot y quedó solo, su víctima en la vereda. La Policía Federal lo cruzó en su fuga, lo detuvieron en la esquina de Piedrabuena y Zuviría, se resistió e intentó trenzarse a golpes de puño y patadas con un efectivo, sin éxito. La Bersa calibre 40, se descubrió luego, tenía un pedido de secuestro tras ser denunciada por robo en Lomas de Zamora.
El 28 de noviembre de ese año, ya preso en el penal de Ezeiza, el joven de Soldati reconoció su culpa en el Tribunal Oral en lo Criminal N°6 y pactó una pena de tres años y ocho meses que cumplió en la cárcel federal. Luego, salió.
Esta semana, más de tres años después, Luna, que había cobrado el Ingreso Familiar de Emergencia en los últimos meses de acuerdo a sus registros, reapareció en el mundo del hampa: fue detenido como uno de los presuntos jefes y articuladores de una banda de piratas del asfalto que además se dedicaba a cometer entraderas.
Lo capturaron tras una investigación de más de seis meses a cargo de la Sección Robo Mercadería en Tránsito de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía de la Ciudad, bajo la dirección del Juzgado N°40 de Paula González y la Secretaría N° 139 del doctor Sebastián De Simoni.
La banda, con al menos siete miembros, tenía su base en el Barrio Fátima de Villa Soldati, con algunas particularidades llamativas. Un camión fue el primer rastro que llevó a su caída.
El 9 de septiembre de 2020, la fuerza porteña interceptó el Ford 400 que entró a la ciudad tras ser robado en territorio bonaerense, luego de cargar mercadería en distintos depósitos. Todo era de alto valor: el manifiesto de carga incluyó cinco freezers y dos exhibidores marca Inelro valuados en cien mil pesos, además de 65 mil pesos en efectivo destinados a un pago. Las cámaras del Centro de Monitoreo Urbano también identificaron a un Volkswagen Vento que acompañó al robo, para después escapar. Jonathan Sassone, uno de los cómplices de Luna, fue capturado con el efectivo y los celulares de los choferes mientras corría de Gendarmería Nacional en la Villa Los Piletones. Luna cayó poco después, también en Los Piletones, donde vivía en una torre.
El 21 de diciembre pasado, Luna fue procesado con prisión preventiva por la jueza González. Con el tiempo, los delincuentes fueron marcados y seguidos. Se descubrió, en el camino, que cometían entraderas en la zona de Flores. Luna era el articulador entre ambos negocios: su teléfono fue intervenido.
La víctima de los asaltos, según fuentes del caso, fue un juez en lo contencioso administrativo tributario. Luna fue uno de los acusados de entrar por la fuerza a uno de los domicilios del magistrado, un departamento de un séptimo piso, al que entró tras forzar cerraduras en la puerta.
Ese robo, por el cual Luna también fue procesado, ocurrió el 19 de noviembre pasado. Según la Justicia, Luna lo cometió junto a dos cómplices, entre ellos un viejo amigo, apodado “Supi El Bostero”.
De allí, se llevaron una suma de dinero escasa, alhajas de la pareja del juez, tres cámaras digitales marca Sony, un reloj de pulsera de mujer marca Victorinox y un reloj de pulsera de hombre marca Tommy Hilfiger.
La banda, curiosamente, se movía en taxi con un chofer, que los había esperado a la salida del asalto al juez. El chofer no solo transportaba a la banda: también está sospechado de entregar datos de pasajeros para luego asaltarlos.
La semana pasasa, el resto de los seis detenidos terminó de caer, Luna incluido, con treinta años de edad. Se incautaron siete celulares y 120 mil pesos. Todos los detenidos tienen antecedentes por robo a mano armada y en banda, además de varias condenas cumplidas. Tres de ellos fueron acusados en un mismo expediente en donde robaban camiones luego de un acuerdo sucio con sus choferes, según fuentes del caso.
La piratería del asfalto recrudeció en la pandemia, de acuerdo a las últimas mediciones. La Mesa Interempresarial de Piratería de Camiones, dirigida por los abogados Gabriel Iezzi y Víctor Varone, nuclea a empresas, secretarios de seguridad municipales, aseguradoras, fiscales especializados en la materia y fuerzas de seguridad: funciona como un termómetro de la actividad para reunir información y articular políticas públicas. La Mesa, por ejemplo, reúne números, hecho por hecho, para lograr la estadística más representativa sobre esta modalidad de delito en el país.
Agosto de 2020, según los datos a los que accedió Infobae, fue un pico feroz: 138 casos a nivel nacional, casi el triple que febrero.
Comidas, bebidas y vino tinto, el rubro favorito de los últimos años, representa el 39% de los casos. Sin embargo, hay un cambio significativo: el segmento de medicamentos y farmacia, que representaba apenas un 6% en 2018, llegó al 15% de todos los robos del país a mediados del año pasado.
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