A José Javier S., insólitamente, lo detuvieron la semana pasada con su monotributo pagado al día. Tenía como negocio legal la venta general, según su rastro en la AFIP, una suerte de ironía.
Sosa también tenía su historia en el delito. “El Stone”, le decían a mediados de los 90s, cuando según un viejo recorte de Clarín fue condenado a ocho años de cárcel en Lomas de Zamora por matar a patadas a un hincha de Independiente en noviembre de 1994 tras arrebatarle una bandera y golpearlo en el piso junto a otros cinco pesados, segundas y terceras líneas de la hinchada de Boca que terminaron condenados junto a él. Su víctima no fue otro picante de la hinchada rival del Rojo, sino apenas un visitador médico de 39 años que cometió el error de llevar un trapo a la vista. Así, se bajaron del micro y lo asesinaron.
Más de 25 años después, José Javier, con 49 años, no había cambiado, no del todo. Todavía tenía el clásico corte rolinga, resaltado con claritos, cuando la división Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal lo sorprendió en su casa de Villa de Mayo en un operativo bajo las ordenes de la jueza federal Alicia Vence. También tenía un nuevo apodo, “El Gavilán”, o “El Gavi”, algo más acorde a su nuevo negocio, al menos según las acusaciones de la Justicia.
Ya no tiene un rol en la hinchada, al parecer: los pesados que controlan el paravalancha principal dicen desconocerlo. “Irá a la barra, pero abajo”, aseguran, una casta inferior.
Le encontraron dos camionetas Peugeot y mucho efectivo: un millón de pesos, 7850 dólares, una máquina para contarlo. A su hermano Sergio también lo allanaron en su casa de Grand Bourg: le encontraron una pistola Browning, algunas balas y unos pocos pesos. Otro cómplice, John P., alias “El Pelado”, también fue detenido, un hombre particularmente cercano al “Gavilán”, también con una pistola, una Bersa esta vez.
Sin embargo, el lote madre del operativo no estaba tan lejos: en la casa en San Miguel de Félix S., un joven de 30 años, ex empleado de una automotriz, la Federal encontró la droga y el arsenal. 64 ladrillos de marihuana, nueve de cocaína con el emblema del club Barcelona estampado en su cinta de embalar, una ametralladora FMK3, cinco pistolas y revólveres, más de cien balas, un silenciador y una granada de gas.
Así, otros seis puntos fueron allanados a lo largo del conurbano. Abundaba el efectivo: la cuenta final terminó con $1,6 millones de pesos, más de 11 mil dólares. Para la Justicia, según confirmaron fuentes de la investigación a Infobae, “El Gavilán” había pasado a ser el jefe de una pequeña organización narco y stock de droga con poder de fuego suficiente para entrar en territorios como Villa de Mayo, Adolfo Sordeaux, San Miguel.
El operativo, cuyos resultados fueron presentados hoy por la ministra de Seguridad Sabina Frederic en una conferencia de prensa en la central de la PFA en la calle Moreno, tiene una historia más larga.
La causa, según investigadores, comienza en diciembre de 2018, cuando dos ciudadanos paraguayos son detenidos en Los Polvorines con una tonelada de marihuana en su camioneta, un hallazgo casual. Así, la jueza Vence comienza a ordenar tareas: el estudio de teléfonos celulares secuestrados lleva a más pruebas.
Poco después, la banda comienza a tomar forma, con “El Gavilán” Sosa con un rol de liderazgo, con su hermano, Pérez, y lugartenientes menores con los alias de “Tinti” y “Pachorra”.
La banda de Sosa no es la única que cayó en el conurbano en los últimos días. Una banda allanada por la Policía Bonaerense en Ingeniero Budge por ordenes del Juzgado Federal N°2 de Lomas de Zamora cayó con 1486 kilos de marihuana prensada, separada en 73 bultos.
Así, siguieron con 30 allanamientos más en las paradas identificadas de la banda más otros domicilios en Lanús. Ocultos en un techo había 9 mil dólares y 500 mil pesos: se encontraron 14 mil dólares en total en todos los allanamientos, 1,7 millones de pesos. En la habitación de una chica de 16 años, hija de una familia de origen boliviano, hallaron 24 kilos de cocaína. Se encontraron sus celulares, más de 20, sus armas, 147 balas. También, su depósito de autos, 41 vehículos, ninguno de alta gama, que rotaban para hacer sus transportes.
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