“A Maradona, el entorno le daba de comer osobuco con grasa”: las revelaciones ante la Justicia de los acompañantes terapéuticos

Alejandro Cottaro y Carlos Bacchini estuvieron junto al ídolo en los últimos tiempos previos a su muerte. Dieron detalles de la insólita dieta que llevaba “El Diez” a pesar de sus problemas cardíacos

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Banco: Maradona en septiembre de 2019, como DT de Gimnasia (REUTERS/Agustin Marcarian)
Banco: Maradona en septiembre de 2019, como DT de Gimnasia (REUTERS/Agustin Marcarian)

“Lo que me extrañó mientras estuve es que los celulares de Diego sonaban todo el tiempo y los manejaban Maximiliano (Pomargo) y Jonathan (Espósito)”.

La frase habla de un nivel de control insólito del entorno sobre Diego Armando Maradona en los meses finales de su vida. Consta en la Justicia; le pertenece a Alejandro Daniel Cottaro, que junto a Carlos Bacchini fueron los dos acompañantes terapéuticos que estuvieron con Diego tiempo antes de su muerte.

Ambos declararon el viernes por la tarde en la Fiscalía General de San Isidro que investiga el posible homicidio culposo y dieron detalles de cómo, según sus palabras, le filtraban las comunicaciones telefónicas al Diez. Además, relataron que no existía una dieta para alguien con problemas cardíacos sino que le deban de comer sándwiches de miga de jamón y queso y osobuco con grasa.

“Eran dos celulares, en el sanatorio también los tenía. Me llamó la atención que cuando sonaba el teléfono le decían al que llamaba ‘el Diez está durmiendo’ y Diego estaba ahí con nosotros. Diego no los escuchaba porque cuando sonaban se iban al parque o se alejaban. A los que observé hacer esto eran Maximiliano y Jonathan”, expresó Bacchini frente a los fiscales.

El acompañante terapéutico se refiere a Maximiliano Pomargo, cuñado de Matías Morla, y al sobrino de Diego, Jonathan Espósito, dos de las personas más cercanas a Maradona desde hacía años y que estuvieron al lado del astro del fútbol hasta su fallecimiento.

Maximiliano Pomargo, señalado en la declaración de los acompañantes.
Maximiliano Pomargo, señalado en la declaración de los acompañantes.

Esta declaración testimonial toma mayor relevancia porque se dio el mismo día en que los investigadores abrieron los dos celulares marca iPhone que pertenecieron a Maradona y que fueron secuestrados el 25 de noviembre en la casa del barrio San Andrés de Tigre. Mediante un sofisticado sistema llamado UFED, los peritos informáticos lograron extraer la información de los aparatos y ya comenzó el proceso de análisis del contenido.

Además de dar referencias sobre el uso de los celulares en la casa de Maradona, los acompañantes terapéuticos contaron detalles de cómo llegaron a estar al lado de Diego y las situaciones que vivieron.

El primero en declarar fue Cottaro, que contó que primero estuvo con Diego en la Clínica Olivos y luego fue convocado nuevamente para asistir al Diez en la casa de Tigre. Explicó que llegó el viernes 13 de noviembre, dos días después de la externación, a las 7 de la mañana, y debía permanecer hasta las 19 para cumplir su turno de 12 horas. “Diego estaba como blindado. El sobrino y los de seguridad te aislaban de Maradona, es como que no querían que tuviéramos contacto con él. Si él nos hablaba, todo bien, pero si uno quería acercarse, enseguida los de seguridad y los demás (Jonathan Espósito o Maximiliano Pomargo) se interponían”, explicó.

En otro momento de la testimonial, Cottaro habló de las dificultades edilicias que tenía la casa para la “internación domiciliaria” y sobre lo que le daban de comer a Maradona, con su afección cardíaca a cuestas: “Diego se despertó a eso de las 11:30. Salió de la habitación caminando y de buen ánimo. Dahiana (Madrid, la enfermera) le dijo que si él necesitaba darse un baño lo ayudaban. Diego le contestó que sí y lo llevaron junto a Jonathan a la parte superior de la casa a bañarse. Abajo no había ducha ni nada. Diego solo no podía subir a bañarse. Lo bañaron y bajó tranquilo. Luego le mandaron un paquete con sándwiches de miga de jamón y queso”, afirmó.

Johnny Espósito, sobrino de Diego, también cuestionado.

Según las palabras de Cottaro, que es hermano de otro acompañante terapéutico que ya declaró, luego del mediodía llegó a la casa Nicolás Taffarel, el kinesiólogo investigado por atender a Diego sin matrícula. Explicó que tanto él como el sobrino se encerraron varias veces en la habitación y luego lo echaron. “Cuando salió (Jonathan Espósito) me dijo que Diego no quería que haya gente en la casa, que no era nada personal pero que no quería saber nada. Yo le pregunté qué hacía y me dijo que me tenía que ir”.

El otro profesional que habló ante los investigadores el viernes, Carlos Bacchini, expresó la sorpresa que se llevó cuando vio la comida que el entorno le daba a Diego: “Desde mi punto de vista no lo dejaban decidir por ejemplo con las comidas. Él pedía algo que quería y le decían que ya estaba la comida hecha. Recuerdo que Diego quería comer un día churrasquitos y le dieron osobuco con grasa. Yo no le hubiese dado eso a Diego sabiendo que tenía, como todos decían, problemas de corazón”.

A raíz de esta respuesta, uno de los fiscales quiso ahondar sobre el tema y le preguntó si alguien del entorno mencionaba o reparaba en las afecciones de Maradona. La respuesta fue contundente: “Nunca mencionaron que Diego tuviera problemas del corazón las personas de la casa y le daban de comer lo que ellos querían. No seguían ningún plan de dieta”, contó el acompañante terapéutico, que también fue echado por el entorno en nombre de Diego.

Estas declaraciones se dieron en paralelo con el inicio del análisis y cotejo de comunicaciones de los dos celulares de Maradona. Este proceso, según el volumen de la información, puede llevar algunas semanas. Una vez finalizado esto, debería convocarse a la junta médica para luego proceder a las indagatorias de los imputados.

Taffarel, el "kinesiólogo" sin licencia que atendía a Diego, otro personaje en la trama.
Taffarel, el "kinesiólogo" sin licencia que atendía a Diego, otro personaje en la trama.

Hay, por otro lado, otra prueba clave que se espera: la última historia clínica en ingresar al expediente, de la mano de un especialista del instituto Sacre Coeur, cerrado años atrás. Leopoldo Luque, el principal imputado, se escudó mediáticamente con estudios hechos a Maradona que aseguraban que cardíacamente se encontraba en forma óptima para recibir su tratamiento, estudios realizados entre enero y septiembre en las clínicas Ipensa y Olivos.

Esos estudios fueron encontrados: en los cálculos de los investigadores, fueron insuficientes o poco exhaustivos para un paciente como Maradona que sufría una cardiopatía crónica.

Este nuevo testigo, según fuentes de la causa, adelantó que Maradona ya había sido diagnosticado en 2004 con “una miocardiopatía dilatada con microinfartos múltiples”.

Esos microinfartos siguieron ocurriendo horas antes de la muerte de Maradona, según la autopsia. Su corazón ya pesaba más de medio kilo. De acuerdo a este diagnóstico, creen los investigadores, Diego hubiese requerido medicación de manera crónica y abstenerse totalmente del alcohol.

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