Eran a las 2 de la mañana del lunes 8 de febrero. Ariel Madaina, de 23 años, estaba caminando con una amiga por las inmediaciones del puente de la calle Crisólogo Larralde y las ex vías del ferrocarril Belgrano, en Guernica, cuando fueron abordados por dos delincuentes.
“Dame la campera”, le dijo uno de los agresores. Y como la víctima se resistió, comenzaron a forcejear tomándose a golpes de puño hasta que uno de ellos sacó un arma blanca y se la clavó en el abdomen.
Por el hecho, la policía detuvo a un menor de 16 años y busca intensamente a su cómplice, quien sería mayor de edad.
A pesar de estar gravemente herido, Maidana -con la ayuda de su amiga- intentó caminar hasta la zona de la estación para pedir ayuda pero a la altura del anfiteatro Homero Manzi, el joven se desplomó debido a la gran cantidad de sangre que había perdido.
La secuencia fue advertida por los operadores del Centro de Monitoreo Municipal, quienes observaron a los asesinos escapando por el Paseo de los Artesanos e inmediatamente dieron aviso a la policía.
De acuerdo a la descripción de los agresores aportada por la amiga de Maidana y otros testigos, se realizó un intenso rastrillaje que pudo dar -al menos- con uno de los delincuentes a escasos 500 metros del lugar del crimen; el cual llevaba puesta la campera robada.
Si bien intentó huir tras advertir la presencia de los efectivos policiales, fue reducido y puesto a disposición dell Juzgado de Garantías del Joven N° 2 de los Tribunales de La Plata.
Según trascendió, el menor ya había sido detenido en enero por intentar robar en una casa junto a tres cómplices. Ahora, este nuevo delito es investigado por la Unidad Funcional del Joven N° 2.
Ariel se gana la vida haciendo trabajos de albañilería y herrería, y solía ayudar a su hermano Sebastián, de 20 años, a hacer tareas de zanjeo para distintas empresas distribuidoras de energía eléctrica.
Todo el dinero que recaudaba era para ayudar a su mamá y para mantener a sus dos hijos: uno de 3 años y una beba de 5 meses, fruto de distintas relaciones.
Formaba parte de una familia numerosa, integrada por 12 hermanos (6 varones y 6 mujeres). Su papá había fallecido hacía 4 años y él se encontraba viviendo con su mamá, en el barrio Las Lomas, cuando sucedió el robo fatal. Era muy compañero y servicial, y quien se encargaba de preparar la cena y de cebar los mates a su madre.
En el barrio los vecinos están consternados y no pueden salir del asombro. No entienden cómo estos delincuentes pudieron arrebatarle la vida por una campera vieja que ni siquiera puede ser revendida a buen precio.
En las redes sociales, sus familiares y amigos no se cansan de exigir justicia. Lanzaron una campaña donde le exigen a la justicia que
por tratarse de una familia humilde y de bajos recursos.
Seguí leyendo: