Los vendedores ambulantes de medias o repasadores se convirtieron en una constante en las avenidas porteñas a lo largo de los últimos años. Su discurso es el mismo: aseguran ser jóvenes en busca de una oportunidad de trabajo, dicen que no la tienen, entonces venden objetos baratos a regateo o a colaboración, pero saben a quién abordar, usualmente, mujeres jóvenes o de edad avanzada. Rápidamente, sus discursos de una búsqueda de oportunidad se convierten en apuradas y marcas personales para quitarles el dinero que puedan soltar a quienes abordan. No es un robo, pero casi. La intimidación es evidente, un truco al filo de la ley que puede ser sumamente redituable.
En ocasiones, alguno de esos vendedores cruza la línea.
Ayer por la mañana, el Tribunal N°5 de la Capital condenó a dos meses de cárcel a Marcos Sebastián Gutiérrez, 33 años, cartonero según él mismo, en situación de calle, oriundo de Los Polvorines. Su pena fue unificada a una anterior, dictada en 2018 por un hecho delictivo de 2015: cinco años de cárcel, por los que había recibido la libertad condicional en 2019, que fue revocada. Así, lo declararon reincidente y lo condenaron, cinco años y dos meses. Sin embargo, se le concedió la excarcelación, una libertad asistida bajo caución juratoria.
El robo, según el fallo completo al que accedió Infobae, tuvo sus particularidades.
Ocurrió el 21 de febrero del año pasado a las 14 horas en la galería Bond Street de Barrio Norte, un enclave clásico de los jóvenes alineados a culturas alternativas y tribus urbanas. La víctima, una joven de 16 años, caminaba por el segundo piso de la galería, cuando es abordada por Gutiérrez, que le ofrece medias de forma insistente. La joven se niega y continúa caminando. Luego, según su testimonio, Gutiérrez le corta el paso: “Hay alguien afuera que te espera para matarte si no me das la guita y el celular”, la amenazó. Así, la menor le entregó 300 pesos.
Aterrada, la víctima corrió a contarle a su padre, que trabajaba a pocas cuadras. El hombre salió con su teléfono y encontró al cartonero y vendedor de medias mientras ofrecía las prendas en las inmediaciones de la galería. Le tomó una foto y se la envió a su hija, la adolescente lo reconoció. El padre intentó alertar a la Policía de la Ciudad, pero el hombre de las medias comenzó a huir. Lo detuvieron a la carrera pocas cuadras después en Montevideo y Arenales; le encontraron 17 estampitas y más de mil pesos además de varios packs de medias. Tras una primera declaración en Tribunales donde intentó exculparse, reconoció el hecho en el juicio.
Su condena previa, según pudo saber la Justicia, también había consistido de un robo simple con lesiones leves, una pena que hubiese vencido en mayo de 2020.
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