Hoy, 400 gigas de información después, luego del hallazgo de chats mezquinos y desoladores de sus médicos y su entorno, luego de decenas de conversaciones negligentes de quienes tenían que salvarle la vida y hoy esperan su turno para ser llamados a indagatoria acusados de dejarlo morir en un insólito expediente por homicidio culposo, falta una voz. La Justicia de San Isidro no sabe cuál fue, literalmente, la última palabra de Diego, el último chat que envió el jugador más grande de todos los tiempos antes de su muerte. Ahora, los fiscales Cosme Iribarren, Patricio Ferrari y Laura Capra, bajo la dirección del fiscal general John Broyad, van por esa respuesta.
Según confirmaron altas fuentes del expediente, dos smartphones se encuentran bajo estricta vigilancia en la Fiscalía General de San Isidro, uno de color gris, otro negro: son los aparatos de Diego encontrados en su habitación del country San Andrés, en medio de su deficiente internación domiciliaria. Los fiscales todavía esperan la luz verde de peritos y analistas para realizar la extracción forense de sus contenidos y así analizarlos.
Haber esperado dos meses para realizarlo tiene una ventaja comparativa. “Hoy sabemos todo lo que sabemos”, dice un investigador. El análisis de los contenidos, así, apuntará a si Diego expresaba preocupaciones por su salud, si pedía ayuda, si efectivamente hablaba del tema y con quiénes, si realizaba reclamos y si los dirigía, específicamente, al neurocirujano Leopoldo Luque, a la psiquiatra Agustina Cosachov y al psicólogo Leopoldo Díaz, o ver si por lo menos tenía un diálogo con ellos.
En una decisión que demuestra el avance del expediente que investiga la muerte de Diego Armando Maradona, la Fiscalía General de San Isidro decidió imputar esta tarde al psicólogo Carlos Díaz, que trató al ex futbolista en los meses previos a su muerte. La decisión también incluye a la enfermera Dahiana Gisela Madrid, que reconoció haber mentido en su reporte a la empresa que la contrataba sobre supuestamente haber controlado al Diez, así como a otro enfermero, de nombre Ricardo Almirón, presente el 25 de noviembre.
La calificación en su contra es homicidio culposo por negligencia u omisión, la misma por la que se investiga al neurocirujano Leopoldo Luque y a la psiquiatra Agustina Cosachov.
Con respecto al psicólogo Díaz puntualmente, si bien la imputación es la misma que la del resto, para los fiscales su participación en el cuidado de la salud de Maradona fue preponderante.
El caso de la enfermera Dahiana Madrid es sumamente curioso. Cuando Maradona recién había muerto y los fiscales empezaron a tomar las primeras declaraciones dijo, en sede judicial, que esa mañana ella no había ingresado a la habitación de Diego pero que había escuchado que se había levantado a orinar a las 7:30. Sin embargo, en un informe interno que confeccionó para la empresa de salud en la que trabajaba escribió que sí había traspasado la puerta de la habitación del Diez para controlar sus signos vitales. Cuando ese documento llegó a manos de los fiscales la volvieron a citar para que aclare por qué declaró una cosa y en su informe para la empresa escribió otra cosa.
La respuesta fue contundente. “Escribí en el reporte que le intenté controlar signos vitales, lo cual no es cierto”, afirmó Dahiana según una fuente judicial de alto rango. “Lo puse por una indicación del coordinador”, aseguró.
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