Cristian A., 45 años, porteño, oriundo de San Telmo, había tenido una vieja historia con la delincuencia a mediados de la década pasada: causas por robo, tenencia de arma de guerra, con una temporada en prisión. Una vieja edición del Boletín Oficial en 2005 lo emplazaba a presentarse en el Juzgado Federal N°2 para ser indagado, a riesgo de ser considerado rebelde.
Luego, Cristian salió. Consiguió trabajo en consorcios de edificios, empresas de limpieza, se registró en 2009 en el rubro de venta minorista en puestos móviles de la AFIP. Su mujer, mientras tanto, se convertía en una emprendedora, por llamarlo de alguna manera. Su pareja se fue, pero Cristian se quedó con el negocio.
Esta semana, luego de seguirle el rastro, la División Investigación de Delitos Tecnológicos de la Policía Federal, que depende de la nueva Dirección de Lucha Contra el Cibercrimen, allanó su casa en la calle Juan B. Justo en Quilmes, luego de una orden del Juzgado Federal N°2 de Sebastián Ramos. Cristian, supuestamente, había violado la ley de marcas, un delito federal: ofrecía pares de zapatillas de diversas marcas falsificadas, Nike, Converse, Adidas, en grupos de compraventa de Facebook. Los rangos de precios iban de tres mil a cinco mil pesos. Había unos seis pares en la casa en la que vive. Marcas como Nike, Puma, New Balance.
Luego, fueron a otro inmueble del que era titular en la calle Nazca al 200, Lomas de Mirador. Encontraron mucho más.
Allí, encontraron cerca de 500 pares: Nike, Converse, Adidas y Vans. Había etiquetas, plantillas, forros internos, acolchonados, incluso cajas, todo lo necesario para empaquetar y despachar los modelos que costaban, a precio de venta, al menos un cuarto de los que se cuestan en locales legales. Sin embargo, la fábrica no estaba allí.
El caso no es único: a lo largo de los últimos años, la PFA allanó sistemáticamente pequeñas plantas de producción de estas zapatillas clandestinas que se ofrecen en mantas, en puestos de ferias, en las galerías cercanas a estaciones de tren, clones que claramente no tienen la misma calidad de tacto, el mismo calce. El precio es su único atractivo, aunque ciertamente aumentaron: se ofrecían a la mitad tres años atrás. Las fábricas, por su parte, son la respuesta local a un fenómeno global: la producción de zapatillas truchas en zonas de China como Fujian.
En todo 2016, el área de Delitos Federales de PFA incautó 4.784 pares de diversas marcas. En mayo de 2017 la cifra ya había sido ampliamente superada: se encontraron desde enero a mayo 6.043 pares en total. La ruta para encontrarlas en el país es doble. Primero, en bultos y cargas de expresos a lo largo del país. Segundo, en talleres clandestinos dentro de la Capital Federal.
Richard Daniel Paredes Carranza, de 37 años, nacido en Perú, estaba registrado ante la AFIP como monotributista en el rubro de venta al por menor de calzado deportivo. Sus aportes están pagos al menos hasta fin de febrero. Pero el problema, para Richard, fue qué tipo de zapatillas vendía.
En 2017, la división Delitos Federales de la PFA arrestó a Paredes Carranza como el responsable de una operación a gran escala de fabricación de zapatillas con marcas falsificadas, según confirmaron fuentes del procedimiento a Infobae. Nike era la principal marca, con copias de modelos clásicos como Dunk; Adidas y New Balance también eran parte de la lista.
Así, PFA allanó un depósito sobre la calle Bogotá en Flores -el domicilio fiscal de Paredes Carranza- y un taller en la villa Fraga de Chacarita con dos máquinas de coser. La causa, a cargo del juez federal Rodolfo Canicoba Corral, comenzó con una serie de zapatillas falsas encontradas en varios manteros. La inteligencia policial llevó finalmente hasta el empresario. El depósito era una boca de expendio para manteros y varias “ferias saladitas” del conurbano bonaerense.
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