José Jeampier Casiano Delgado y su pareja Dania Loayza se presentaron ante la Justicia en la madrugada del viernes, cerca de las 3:10. Llegaron a su edificio en la calle Campana al 400 en Flores, preguntándose por qué toda la conmoción. Una consigna policial los esperaba. Dijeron, según información policial, que habían “salido de trabajar” y que “se fueron a tomar unas copas”.
Sus hijos, a quienes habían dejado solos, ya no estaban ahí.
Cuatro horas antes, un equipo de la Estación VII había ingresado por el balcón a su departamento en el segundo piso, luego de que la portera del lugar alertara al 911: durante horas había escuchado llorar a los hijos de la pareja, un varón y dos nenas, 2, 5 y 8 años. Los habían dejado encerrados, solos: fue la propia nena de cinco años quien le abrió la persiana a los bomberos para que pudieran rescatarlos. En el baño, encerrado, se encontraba el mayor: temía por la situación, se echaba la culpa a sí mismo, decía que sus padres, al volver, iban a golpear.
En todo el departamento, esparcidos en diferentes cajones, había unos 200 mil pesos. En una caja, encontraron 34 celulares.
Así, por orden de la Fiscalía Contravencional N°24 a cargo del doctor Rodrigo Pagano Mata, los menores fueron puestos a resguardo bajo la supervisión del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes: fueron trasladados en una ambulancia del SAME para un control médico. Se encontraban ilesos, pero aterrados. Mientras tanto, la Fiscalía formuló su acusación para los padres.
Así, a Casiano Delgado y a Loayza, de 30 y 25 años respectivamente, se les notificó de la causa en su contra. El delito: abandono de personas, sus propios hijos.
Para Casiano Delgado, al menos, no es su primer roce con la ley: según fuentes judiciales, el padre, oriundo de Perú, que vive desde 2008 en la Argentina y reconoció ante la Justicia dedicarse a la venta de celulares, fue condenado por tentativa de robo: en septiembre de 2019, aceptó una probation por atacar a un ciudadano boliviano junto a un cómplice. El Tribunal N°30 le impuso realizar tareas comunitarias en Cáritas para evitar una celda.
“El mayor había quedado encerrado en el baño. No sabemos si lo hizo él mismo o porque se le trabó la cerradura. Sus dos hermanitas se encontraban en el living sin comprender demasiado lo que estaba sucediendo. Para poder rescatarlo tuvimos que romper la puerta. Él era el que más manifestaba que sus padres se iban a enojar y les iban a pegar. Creía que era el responsable de todo”, se apenó Gustavo Juan, jefe de la estación de bomberos que realizó el rescate.
Los padres no fueron detenidos y pudieron recuperar su departamento, pero no a los menores. No lo harán hasta que la Fiscalía lo disponga.
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