De todas las modas delictivas durante la pandemia, disfrazarse de policías con uniformes reales para salir a robar se convirtió en una de las peores, quizás la más perversa, una defraudación de la confianza pública. Algunos son más audaces, crueles, atacan al voleo. Otros saben qué ir a buscar.
Esta semana, la Policía Federal Argentina irrumpió en el monoblock 13 de Fuerte Apache para detener a dos miembros de una banda acusada de cometer entraderas simulando ser efectivos policiales. Los delincuentes eran buscados por un robo dentro de un conventillo de la calle Independencia al 1200 en el barrio porteño de Constitución cometido el pasado agosto, cuando once ladrones ingresaron disfrazados de policías con un falso allanamiento y redujeron a los ocupantes, extranjeros en su mayoría, exigiéndoles “droga y dinero”.
La investigación del hecho quedó a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°48, liderado por el juez Javier Sánchez, quien ordenó una serie de diligencias que terminaron este miércoles en la zona de Fuerte Apache, en Ciudadela, con la detención de dos sospechosos, Gustavo Wilson Cabanillas Goicochea y Julio Gozami. Cabanillas, curiosamente, figura como ex empleado de una empresa de muebles según registros comerciales, donde habría trabajado hasta febrero pasado. “Los Pibes del 17″, se hacían llamar.
Minutos después del hecho de agosto pasado, ocho delincuentes fueron arrestados por la Policía de la Ciudad: tres lograron huir.
Así, el juez Sánchez ordenó al Departamento de Investigación contra el Crimen Organizado de la Policía Federal que comenzara con la investigación para dar con los ladrones: se realizaron una serie de escuchar telefónicas y luego se logró identificar a los sospechosos mediante las cámaras de seguridad de la zona.
Según indicaron fuentes policiales a Infobae, en los allanamientos se secuestraron dos gorras con la inscripción de la Policía de la Ciudad, una gorra de la Policía Federal, un chaleco antibalas con la inscripción de policía genérica, una pistolera, porta-esposas, otra campera de la policía porteña, seis teléfonos celulares y otros elementos de interés para la causa.
El tercer sospechoso suelto ya fue detenido, no por la Federal, sino por la DDI de La Matanza. Su historia es muy particular.
Eduardo Luis Margulis, un veterano del delito de 50 años, cayó el 14 de enero pasado, en una investigación ordenada por el fiscal Adrián Arribas, UFI N°12 de La Matanza. Lo señalaron como parte de un delito doble, a traición. El 25 de mayo último, una fecha poco ortodoxa para pedir turno en un centro de estética, la dueña del local ubicado en un primer piso sobre la calle Belgrano, en Ramos Mejía, recibió a Caro, una clienta la que había atendido en otras ocasiones. Todo era una mentira vil. Detrás de Caro llegaba una maquinación delictiva para despojarla y someterla, hampa bonaerense pura.
Un hombre apareció detrás de Caro mientras una cámara de seguridad filmaba dentro del local, cuadro por cuadro, con un grado de luz envidiable. Ese hombre, cree la Justicia, era Margulis. Junto a él, también se sospecha, estaba su pareja, María Malena Claff, alias “La Rubia”. En la otra punta del plan, a ocho cuadras de distancia, dos cómplices robaban a la pareja de la cosmetóloga, un empresario de la carne, para despojarlo de 800 mil pesos.
Seguí leyendo: