En una versión extrema del reclamo del consumidor, cinco jóvenes que frecuentan las playas de Villa Gesell como vendedores de algodón de azúcar fueron detenidos por un hecho tan brutal como insólito: apuñalar a dos presuntos dealers luego de que les quisieran comprar cocaína y les vendieran harina. Uno, Leonardo Ortiz, de 31 años, murió por sus heridas; el otro, Ramón Ortiz, de 42 años, permanece internado, según confirmaron fuentes del caso a Infobae.
Los arrestos fueron realizados por la DDI de Dolores y la Sub DDI de Villa Gesell tras una noche de redadas y una investigación del fiscal Walter Mercuri. Entre los acusados se encuentra Rodrigo Orts Mayor, un joven local de 19 años; el resto de los imputados proviene de zonas como Florencio Varela. A uno, por ejemplo, se le incautó una camiseta de Talleres de Remedios de Escalada, junto con una serie de cuchillos de cocina, las posibles armas asesinas. En el allanamiento a los acusados también se encontró un balde con agua ensangrentada.
La investigación comenzó con un llamado al 911: un hombre se encontraba herido en la esquina de Paseo 149 y Avenida 8, un asentamiento conocido como “La Villa de los Paraguayos”, con un corte en el abdomen. Era Ramón Ortiz, a quien los policías de la zona conocían y sospechaban de ser un presunto transa. Su hermano Leonardo estaba junto a él, apuñalado también en el abdomen y en ambas piernas.
Un testigo clave encontrado en la escena señaló que cinco hombres, entre los que reconoció a Rodrigo Orts, habían llegado para arrojar piedras a la casa de los Ortíz y luego atacarlos a punta de cuchillo. El menor de los hermanos perdió la vida en el Hospital Municipal poco después mientras era operado.
Así, comenzaron las averiguaciones de la DDI. Llegaron a ciertos alias: “El Pocho”, “El Bosterito”.
Fueron encontrados en su casa del Paseo 143 entre las calles 14 y 15: el fiscal que ordenó el allanamiento avaló los arrestos de inmediato. Los cuchillos estaban allí, así como dos teléfonos celulares que podrán ser peritados.
Esta no es la primera vez que la problemática narco resuena en la jurisdicción. Otro caso reciente tuvo implicancias mucho más oscuras.
En noviembre del año pasado, la fiscal Verónica Zamboni fue contra un blanco particularmente sensible: la Policía Bonaerense. Sospechaba que agentes de la Delegación Regional de Drogas Ilícitas de Dolores con sede en Mar del Tuyú armaba causas y había plantado drogas y extorsionado a vendedores de sustancias durante años.
El expediente, iniciado en 2019, tiene como calificación los delitos de extorsión, incumplimiento de deberes de funcionario público y falsedad de ideológica. La acusación: los policías pedían dinero a dealers para dejarlos operar y si no lo hacían les armaban causas falsas por narcotráfico. El principal sospechoso: el jefe de Narcocriminalidad del área. Zamboni, según fuentes del caso, pudo reconocer la maniobra a través de un rastro de cocaína sumamente cortada con la misma composición química que se repetía en diversos allanamientos de la jurisdicción.
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