“Te voy a cagar a trompadas, hija de puta”. El empresario gastronómico de Pinamar Guillermo Cinque tuvo la “desgracia” de que la amenaza a una empleada de su restaurante quedara registrada por la cámara de un teléfono celular. No podrá entonces explicar que su violencia es un invento de una trabajadora despechada o conflictiva. Pero además de la eventual condena social por el maltrato, el caso llegó a la Justicia.
La víctima, una chica de 20 años, oriunda de la localidad de Ostende, lo denunció el martes pasado en la comisaría de Pinamar y el caso ya lo investiga el fiscal local Eduardo Lizarraga. Cinque está imputado por el delito de “amenazas”, que contempla de seis meses a dos años de prisión, por lo tanto es excarcelable.
Si bien Cinque podrá evitar la cárcel, difícilmente logre despojarse del repudio que generó en toda la comunidad de empresarios y gastronómicos de esta ciudad balnearia. Según contaron fuentes del caso a Infobae, la empleada, que lleva un año y medio como trabajadora del restaurante Fuegos, ubicado sobre la avenida Bunge, reveló que el hecho ocurrió el lunes, un día antes de la denuncia, cerca de las 18.
La agresión de Cinque, según denunció la joven, ocurrió cuando la empleada le contó a su patrona, Josefina Grandin, esposa del denunciado, que el día anterior habían tenido un altercado, cuando apareció el dueño del restaurante y la increpó directamente como puede verse en el video de esta nota. “Sos una mete púas, querés traer problemas a mi relación con Josefina, te voy a cagar a trompadas, hija de puta, andate a la mierda”, le gritó.
En el video también se observa cómo a una corta distancia Cinque la señala con su dedo índice y le dice “boluda de mierda” mientras la voz de su pareja le dice “Guillermo, cortala”. Él repitió: “¿Querés lograr que te cague a trompadas?”. Y agregó: “Tomátelas, boluda de mierda”, mientras su pareja intentó enfrentarlo: “No, Guillermo, no, basta, acabala”.
La empleada denunció que quedó paralizada por los gritos de su empleador e intentó irse del local, pero Cinque la increpó nuevamente y le tiró un golpe de puño que la chica esquivó. “No es la primera vez que el señor Guillermo intenta pegarme, una vez me zamarreó del brazo”, declaró en la comisaría. Y agregó que “varias veces” vio al empresario pegarle patadas a su pareja Josefina. Además contó que “a las camareras del turno mañana las insulta y varias veces las hizo llorar”.
La víctima, que ayer miércoles no se presentó a trabajar, aclaró ante la Policía que teme por su integridad y la de sus compañeras y pidió una medida de restricción de acercamiento para Cinque, un empresario oriundo de Madariaga que tiene campos y hace cuatro veranos abrió el restaurante Fuegos, que ayer borró todas sus redes sociales pero se mantuvo abierto.
La denunciante agregó que sus compañeros de trabajo pueden dar testimonio de la violencia que ejerce Cinque con sus empleados pero que cree que no van a declarar “por miedo”. Según contaron fuentes del sector gastronómico, el dueño de Fuegos tiene “fama de violento con sus trabajadores”.
“No es la primera vez que escuchamos de malos tratos de su parte, pero esta vez quedó registrado”, comentó un empresario que prefirió no revelar su identidad a este medio. Fuentes de la Asociación de Hoteleros y Gastronómicos de Pinamar indicaron que se pusieron a disposición de la joven.
Infobae consultó con Josefina Grandin, pareja de Cinque, sobre la situación. “La temporada de verano es un momento de muchas tensiones, pero no tengo nada que agregar, está el video, lamentablemente. De lo demás se encargan nuestros abogados”, respondió.
Este es el segundo hecho en la misma semana que involucra a un empresario gastronómico de Pinamar. Días atrás se conoció la grave denuncia de una mujer de 33 años contra Claudio Alberto Tinari, quien tenía la concesión del restaurante del balneario Botavara, en el norte de Pinamar, y actualmente está detenido.
El 6 de enero la empleada –cajera del restaurante– denunció a Tinari por haberla violado el 22 de diciembre en un hotel de Pinamar. El infierno para G.I.M.P., las iniciales de la mujer, comenzó apenas abrió el restaurante, una concesión del parador Botavara, en el norte de Pinamar. “Tinari nos contrató a nosotros para trabajar, siempre les dice cosas a las mujeres y también las usaba a mis compañeras de trabajo, les conseguía droga para aprovecharse de ellas. Una vez yo estaba hablando con un mozo en la barra, y mi jefe pasó y me pasó el dedo por la cola, desde abajo hacia arriba, como marcando la costura del pantalón, yo me quedé dura y no supe reaccionar”, fue lo primero que declaró la mujer a los investigadores policiales, y lo que dio inicio a un seguimiento de Tinari y finalmente su detención, dos días atrás.
Apenas empezó la temporada, Tinari les alquiló habitaciones a los empleados en el hotel Trinidad, un alojamiento dos estrellas de Pinamar. A la mujer le asignaron la habitación 21 para que durmiera sola. Además, el empresario reservó otras tres habitaciones donde vivían cuatro empleados varones.
“Ese día, el 22 de diciembre del 2020, tipo 21 horas, Claudio nos trajo en su auto, él manejaba y siempre nos llevaba hasta el hotel desde el balneario a mí y a dos compañeros y los otros chicos venían en un remís. Cuando llegamos al hotel, yo subí a mi habitación y él se quedo afuera como para irse. Yo me estaba terminando de bañar y escucho que alguien entra a la habitación”, relató la víctima.
La mujer, de 33 años, explicó a los investigadores que su habitación quedaba abierta porque sus compañeros siempre pasaban “para entrar a buscar algo”. Entonces, cuando salió de bañarse, envuelta en una toalla, vio a su jefe.
“Estaba Claudio, me agarró del brazo izquierdo, se desabrochó el pantalón, estaba sin calzoncillos y me dijo ‘callate, no grites, no digas nada, así no se escucha nada, que va a ser rápido’, me sacó la toalla de un tirón, me empujó a la cama y se me subió encima, me tapo la boca, yo intenté defenderme, trataba de sacármelo de encima pero es mucho más grande y pesado que yo, y aparte le tenía miedo, tenía miedo que me lastimara, entonces me tapó la boca, y me penetró”, detalló la mujer, que aportó datos precisos del momento siguiente a la violación, que el hombre ejecutó sin preservativo, según ella misma aclaró.
“Cuando él terminó, yo me levanté, salí corriendo y me encerré en el baño, y esperé a que se fuera. Sentí que abrió la puerta y se fue sin decir nada. Después de eso, me sentía sucia, tenía mucho miedo, volví a bañarme, tenía asco, y después me vestí y me fui a la pieza de los chicos”, relató. La mujer contó que le abrió la puerta un compañero y ella lo abrazó y se largó a llorar. Le preguntaron qué le pasaba pero ella no se animó a contarles.
“No le conté a nadie hasta que me animé a venir a denunciar”, les dijo a los investigadores. Y explicó que decidió hacerlo tras saber que una compañera también lo denunció “porque se zarpó con ella”. Esa otra denuncia, que investiga el fiscal Walter Mercuri, a cargo de la UFI especializada en trata de personas con sede en Madariaga, tiene pruebas que complican al empresario (condenado en 2020 a ocho meses de prisión en suspenso por exhibición obscena en un jardín de infantes), ya que lo denuncian por encerrar a los empleados en el hotel y ofrecerles a las mujeres prostituirse con “clientes VIP de Cariló”.
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