La pesadilla de G.I.M.P. comenzó el 5 de diciembre, el día que llegó a Pinamar para trabajar en el restaurante del empresario Claudio Alberto Tinari como cajera. El hostigamiento arrancó inmediatamente. Y la violencia se consumó tres semanas después, cuando el hombre entró a su habitación mientras ella se duchaba y, al salir del baño, la violó.
Ocurrió el 22 de diciembre, entre las 21:30 y las 22. La empleada quedó aterrada y recién se animó a denunciar a su patrón el 6 de enero luego del hartazgo generalizado de los trabajadores del lugar, que también lo denunciaron por maltratos, violencia y trata laboral. Tinari está detenido por pedido del fiscal Juan Pablo Calderón, acusado de abuso sexual con acceso carnal, un delito que podría dejarlo en prisión entre seis y 15 años. Pero además es investigado porque sus empleadas lo acusan de haberlas incitado a la prostitución.
El infierno para G.I.M.P. comenzó apenas abrió el restaurante, una concesión del parador Botavara, en el norte de Pinamar. “Tinari nos contrató a nosotros para trabajar, siempre les dice cosas a las mujeres y también las usaba a mis compañeras de trabajo, les conseguía droga para aprovecharse de ellas. Una vez yo estaba hablando con un mozo en la barra, y mi jefe pasó y me pasó el dedo por la cola, desde abajo hacia arriba, como marcando la costura del pantalón, yo me quedé dura y no supe reaccionar”, fue lo primero que declaró la mujer a los investigadores policiales, y lo que dio inicio a un seguimiento de Tinari y finalmente su detención, dos días atrás.
En sede judicial, la mujer que denunció a Tinari contó que el empresario se obsesionó con ella, que la tomó como una posesión personal, sobre todo después del día que le tocó la cola. “Se obsesionó conmigo, decía que nadie se acercara a mí, les decía eso a los demás empleados en mi presencia, como que yo era de él y yo estaba prohibida para todos”, relató.
Apenas empezó la temporada, Tinari les alquiló habitaciones a los empleados en el hotel Trinidad, un alojamiento dos estrellas de Pinamar. A la mujer le asignaron la habitación 21 para que durmiera sola. Además, el empresario reservó otras tres habitaciones donde vivían cuatro empleados varones.
“Ese día, el 22 de diciembre del 2020, tipo 21 horas, Claudio nos trajo en su auto, él manejaba y siempre nos llevaba hasta el hotel desde el balneario a mí y a dos compañeros y los otros chicos venían en un remís. Cuando llegamos al hotel, yo subí a mi habitación y él se quedo afuera como para irse. Yo me estaba terminando de bañar y escucho que alguien entra a la habitación”, relató la víctima.
La mujer, de 33 años, explicó a los investigadores que su habitación quedaba abierta porque sus compañeros siempre pasaban “para entrar a buscar algo”. Entonces, cuando salió de bañarse, envuelta en una toalla, vio a su jefe.
“Estaba Claudio, me agarró del brazo izquierdo, se desabrochó el pantalón, estaba sin calzoncillos y me dijo ‘callate, no grites, no digas nada, así no se escucha nada, que va a ser rápido’, me sacó la toalla de un tirón, me empujó a la cama y se me subió encima, me tapo la boca, yo intenté defenderme, trataba de sacármelo de encima pero es mucho más grande y pesado que yo, y aparte le tenía miedo, tenía miedo que me lastimara, entonces me tapó la boca, y me penetró”, detalló la mujer, que aportó datos precisos del momento siguiente a la violación, que el hombre ejecutó sin preservativo, según ella misma aclaró.
“Cuando él terminó, yo me levanté, salí corriendo y me encerré en el baño, y esperé a que se fuera. Sentí que abrió la puerta y se fue sin decir nada. Después de eso, me sentía sucia, tenía mucho miedo, volví a bañarme, tenía asco, y después me vestí y me fui a la pieza de los chicos”, relató. La mujer contó que le abrió la puerta un compañero y ella lo abrazó y se largó a llorar. Le preguntaron qué le pasaba pero ella no se animó a contarles.
“No le conté a nadie hasta que me animé a venir a denunciar”, les dijo a los investigadores. Y explicó que decidió hacerlo tras saber que una compañera también lo denunció “porque se zarpó con ella”. Esa otra denuncia, que investiga el fiscal Walter Mercuri, a cargo de la UFI especializada en trata de personas con sede en Madariaga, tiene pruebas que complican al empresario, ya que lo denuncian por encerrar a los empleados en el hotel y ofrecerles a las mujeres prostituirse con “clientes VIP de Cariló”.
A pesar del abuso, la mujer siguió trabajando. “Acá estoy sola y no tengo medio de subsistencia que no sea mi trabajo, y él se comportaba conmigo como si no hubiera pasado nada”, relató.
Días después, según contó la mujer en sede judicial, el hombre aplicó el cinismo: “En un momento que nos quedamos solos en el deck, en realidad él me llamó para hablar cosas de trabajo, hablar de precios y menúes, me dijo ‘¡al menos decime si te gustó o no te gusto!’, y yo me di vuelta y me fui”.
La víctima explicó que después de ese episodio el hombre no la tocó más, pero sí la maltrató verbalmente “como imponiéndose” en su condición de jefe. Esa actitud puede verse en los audios incorporados a la causa, a los que tuvo acceso Infobae: “Decía que él manda y que nosotros tenemos que hacer lo que él dice y cosas así”.
En la ampliación de su declaración testimonial, fuentes judiciales contaron a este medio que la mujer agregó una situación en una cervecería de Pinamar: “Me llevó a tomar una cerveza, me había agarrado como ‘novia’ y era tan violento cómo me trataba que cuando él fue al baño una mesera vino a preguntarme si quería que lo denunciara”.
Los empleados fueron mudados de alojamiento el 29 de diciembre. Tinari alquiló una casa que, según sus propias palabras, pagó 4.000 dólares. Allí, la mujer comparte la habitación con un compañero. “Pero Claudio entra y sale cuando quiere de ahí, y también nos encierra con llave a la noche para que no salgamos. Yo me decidí a denunciar esta situación porque ya me colmó la paciencia”, comentó.
La mujer contó que Tinari se mete en las habitaciones de todos sus empleados y a ella la hostiga, les pregunta dónde está a sus compañeros y sobreactúa escenas de celos. “Dice que me fui a coger con otro”, relató la mujer a los investigadores.
Tinari quedó detenido luego de la declaración de la mujer y de que una médica legista, por orden del fiscal Calderón, constatara lesiones en sus genitales. Ahora la causa avanza hacia una pericia psicológica sobre la denunciante, aunque en el expediente se incluyen análisis preliminares que dan cuenta de un “estrés postraumático”.
En Pinamar muchos conocen a Tinari. Su esposa es empleada de la Municipalidad. A él lo han visto en varios paradores antes de la temporada. El dueño de un balneario contó: “Lo vi irse con el menú, ¡me robó el menú!”. Una moza de otro restaurante contó a este medio que el hombre quiso llevarla a trabajar a Botavara: “Me dijo ‘si te maltratan vení conmigo que pago mejor’”. Otra mujer relató a este medio que el hombre pasó por delante suyo, sin conocerla, y le tocó un pecho con el dedo índice. “Me pareció un tarado”, agregó.
Fuentes judiciales adelantaron que además el fiscal citará a declarar a nuevos testigos, algunos pedidos por la defensa del empresario acusado, como los propietarios del hotel. La coartada de Tinari, quien según testigos lanzó su celular al mar cuando sospechó que sus empleados lo habían denunciado, es que por el protocolo de COVID-19 “jamás” pudo haber podido ingresar a la habitación del hotel. Los investigadores aceptaron la convocatoria de esos testigos pero la consideraron pobre. “Sabemos que los protocolos acá son muy flexibles’”, comentaron con ironía.
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