El estadounidense Joe Schreibvogel, alias Joe Exotic, hoy encerrado en un penal de Texas por el delito de homicidio por encargo, se convirtió en uno de los fenómenos culturales más icónicos de la era Netflix con su serie “Tiger King”, estrenada en 2020, un documental que expuso su estilo extravagante en su zoológico con docenas de tigres y leones, entre enemigos y víctimas, en una trama delictiva atrapante.
En la periferia de Balcarce, Roberto Florez, de 67 años, registrado en la AFIP en el rubro de la cría de ganado, un histórico vecino de la zona, tiene sus propios tigres enjaulados, con una historia mucho más sencilla, sin camisas brillantes, sin espectadores, con una pasión privada. Por todo esto, la Justicia federal lo mira de cerca.
El 30 de diciembre pasado, el personal de la Unidad Operativa Federal Mar del Plata, ex delegación regional de la Policía Federal Argentina, recibió un oficio del Juzgado Federal N°1 de Mar del Plata en el cual el juez Santiago Inchausti solicitaba tareas investigativas sobre un campo de la localidad bonaerense.
La presunción, que derivó de una serie de denuncias anónimas realizadas ante el Ministerio de Ambiente de la Nación, era que en ese terreno funcionaba una especie de criadero clandestino de fauna silvestre. La cartera que coordina Juan Cabandié inició entonces una investigación administrativa y giró las actuaciones a la Justicia Federal, que luego ordenó un allanamiento.
El operativo, que finalmente se concretó este martes, confirmó la sospecha: en ese campo ubicado en la Ruta Nacional 226 se encontraron más de 300 ejemplares de animales silvestres vivos y en cautiverio, entre mamíferos y aves silvestres, además de varias armas de fuego y 27 trofeos de caza, junto a cueros, taxidermias y cornamentas de ciervo.
El campo no era de fácil acceso y tenía su entrada principal a 40 kilómetros de distancia de la ruta, por un camino de tierra. Los móviles que se dirigieron hasta el lugar batallaron con el barro que dejó el temporal reciente, quedaron encajados y necesitaron asistencia de la Policía Rural para llegar hasta el ingreso.
Una vez ahí, los recibió un jubilado, el único implicado hasta ahora en la investigación por infracciones a la Ley N° 22.421 de conservación de la fauna: se trata de Roberto Florez, que se identificó como propietario del terreno y cuidador de los animales y no se resistió al allanamiento.
Si bien Florez no fue detenido, fuentes judiciales del fuero federal confirmaron a Infobae que igualmente fue imputado por la infracción al artículo 27 de la Ley 22.241 y tenencia de armas sin autorización.
Lo que había en su campo no eran vacas ni tampoco animales autóctonos de la zona de Balcarce. Concretamente, los efectivos encontraron un tigre, 14 ciervos colorados, 12 antílopes, 6 ciervos axis, 57 ciervos dama -48 adultos y nueve crías-, un guanaco, 10 pumas -8 adultos y 2 crías-, 20 pavos reales, un gato montés, una llama, un búfalo, 150 muflones, 2 ñandúes, 9 jabalíes y varias especies de aves: una perdiz colorada, un loro hablador, un cardenal amarillo - ave en claro peligro de extinción y una de las especies más traficadas de la Argentina, valorado por su canto-, una reina mora, un naranjero, un jilguero español y uno amarillo, 3 corbatas comunes, un mirlo moñudo, 2 estorninos comunes y 2 cardenales copete rojo.
“Los que uno considera más peligrosos, como los pumas o tigres, estaban en jaulas, pero los ciervos, por ejemplo, caminaban en libertad por el campo”, cuenta un investigador que participó del operativo. “El hombre estaba como si nada y sólo se limitó a decir que era su cuidador, no aportó más”, señaló la misma fuente, que aclaró que, a pesar de que el lugar o las condiciones del cautiverio no son las adecuadas para esas especies, “los animales no parecían estar mal cuidados”.
Florez tenía también un fusil a cerrojo Mauser, una carabina semiautomática marca Saurio, una escopeta Rubietra calibre 22, una pistola semiautomática y un rifle de aire comprimido.
También se secuestraron celulares y documentación para intentar determinar la procedencia de los ejemplares, su posible tráfico, una potencial cría y venta para cotos de caza o incluso el funcionamiento de un zoológico clandestino.
La causa está ahora en manos del fiscal Daniel Adler que reemplaza temporalmente a la fiscal federal Laura Mazzaferri y todavía no citó a Florez a declarar.
Los trofeos de caza, las cornamentas y cueros, cuyo eventual origen legal no ha sido acreditado aún, fueron secuestrados por la Brigada de Control Ambiental (BCA). En cuanto a los animales, que están secuestrados por una orden judicial pero todavía permanecerán en el terreno, desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación indicaron que “se desarrollará un plan de evacuación para garantizar su bienestar”.
Por lo pronto, el ministro Juan Cabandié, luego de que la Brigada de Control Ambiental del Ministerio de Ambiente realizara en 2020 unas 1065 inspecciones en todas sus áreas de competencia, entre ellas, muchas dedicadas al combate del tráfico de fauna, aseguró a Infobae: “Los animales quedaron en el predio en depósito judicial hasta su reubicación en otros predios aún no determinados. Se dispuso que el dueño del predio vele por el bienestar animal, la alimentación y la asistencia médico veterinaria hasta tanto se resuelva su destino definitivo. Los ejemplares van a ser trasladados una vez que sea evaluado y planificado su destino, teniendo en cuenta que cada especie necesita condiciones particulares para su traslado. Para esto, los animales van a ser derivados a instituciones dentro del país que se encuentren en los registros del Ministerio. El plan de evacuación está en estos momentos en desarrollo y estudio, en un trabajo en conjunto con el juzgado federal del caso”.
“La intención es comenzar a retirar animales del predio para su traslado a partir del 11 de enero”, continuó.
La pregunta que sigue es obvia: ¿qué piensa Florez? ¿Cómo llegaron los animales ahí? “Usted no sabe el dolor que siento en el pecho. A mí me conocen todos acá en Balcarce. Desde los allanamientos que me siento mal y ahora me enteré que algunos quieren hacer una marcha a favor mío”, le aseguró Florez, un clásico hombre de campo bonaerense, al periodista Fernando Del Río del diario La Capital de Mar del Plata. Aseguró que sus animales fueron el producto de años, de casualidades, de obsequios, los protegió de cazadores, casi parte de su familia. Un puma provino de un zoológico cercano que no podía cuidarlo. El tigre, llamado Miau, fue el regalo de un camionero, apenas un cachorro, una fiera que se subía a su regazo mientras tomaba mate.
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