Fue, según la Justicia federal, una clásica jugada sucia, algo que solo un veterano del hampa puede hacer, no importa el bando para que juegue.
Para ejecutarla con éxito hace falta saber mentir. Y para mentir, hace falta conocer las reglas. La jugada consistió de dos movimientos: uno en el bunker, otro en un escritorio policial.
El primero ocurrió el 7 de junio de 2020 en la calle Cachimayo al 1900 en la zona de Parque Chacabuco, en un supuesto taller mecánico. El subteniente Héctor Daniel Luna y el principal José Rubén Mujica, policías de la Bonaerense, llegaban con gritos y una supuesta orden del Juzgado Federal N°3 de Morón, con un expediente con fecha de 2019. Buscaban dinero. Como no había, se llevaron otra cosa: dos kilos y medio de cocaína, más de siete kilos de sustancias de corte que estaban en el lugar. Sin embargo, la performance no les funcionó. Un vecino, sorprendido, llamó al 911. La Policía de la Ciudad llegó poco después. Dos efectivos porteños de la Comisaría 7B confrontaron a sus colegas: los bonaerenses decían ser de una brigada de Drogas Peligrosas de Lomas de Zamora, aunque estaban vestidos de civil. Todo parecía raro. Y todo, principalmente, apuntaba a Mujica.
De 43 años, oriundo de José León Suárez, Mujica había pasado por la custodia del Juzgado Federal N°2 de Lomas de Zamora, bajo los jueces Alberto Santamarina y Federico Villena. También participó en una investigación crítica: la del narco Sergio Rodríguez, alias “Verdura”, también iniciada por el juez Villena, capo de una banda sospechada de mover tres kilos por día en bunkers y kioskos de bolsas del conurbano, un expediente que terminó con más de 20 detenidos. La investigación a “Verdura”, por otra parte, destapó el escándalo de espionaje e inteligencia clandestina durante el gobierno de Mauricio Macri, con procedimientos que llegaron hasta la cárcel de Ezeiza.
Mujica cambiaba su relato con los ocupantes del taller cuerpo a tierra en el piso, privados de su libertad bajo sus ordenes, hombres y mujeres de diversas nacionales: el principal primero dijo ser de Lomas de Zamora, luego dijo ser de La Matanza, que estaba en tareas de inteligencia, más tarde afirmó que hacía un allanamiento. Los dos pertenecían, efectivamente, a la Delegación Departamental de Investigaciones de Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado de La Matanza.
Las mentiras eran lo de menos. Los policías porteños notaron que había un auto civil estacionado en la vereda, un Chevrolet Prisma sin patentes atornilladas y con los vidrios polarizados, supuestamente atribuido a Mujica. Sentado en ese auto estaba un hombre muy llamativo, Danny U., poco más de 30 años, oriundo de Lima. Danny hacía de campana esa tarde: Mujica y Luna aseguraron que era “un informante”. Danny le dio un nombre falso a los policías de la Ciudad, tal vez porque tenía un pedido de captura activo, según documentos judiciales a los que accedió Infobae. También estaba Teófilo, un pariente de Danny, con una Beretta 9 milímetros al cinto. Teófilo tenía antecedentes, había pasado un tiempo preso en un penal federal a comienzos de la década pasada. Su pistola también tenía pedido de captura por robo. Teófilo dijo ser “El Buche”. Hasta dio un DNI y el nombre de un joven mucho menor que él, ninguno combinaba.
Así, se los llevaron detenidos a todos, policías y gente en el taller. Secuestraron la cocaína y la sustancia de corte, así como dos balanzas y una licuadora.
El juez federal Sebastián Casanello los procesó un mes más tarde por los delitos de narcotráfico y privación ilegítima de la libertad, luego fueron elevados a juicio en el Tribunal Federal N°4. Se le denegó la excarcelación a Mujica el 21 de diciembre pasado tras una clara oposición del fiscal Abel Córdoba. Entre sus motivos había uno muy sencillo: la causa a cargo de Casanello y su equipo continuaba. Los policías de La Matanza, según las sospechas de la Justicia federal, no lo habían hecho solos.
El 25 de noviembre, el Juzgado Federal N°7 indagó al superior de ambos policías, el comisario inspector Alfredo Rodríguez. “Durante la prevención efectuada por el personal de la comisaria 7B, que derivó en la detención de Mujica y de Luna, se hizo presente en el lugar el comisario Alfredo Rodríguez, intentando justificar el accionar de sus dependientes, refiriendo que estos se encontraban realizando tareas de inteligencia en el marco de la causa del registro del Juzgado Federal en lo Criminal y lo Correccional N° 3 de Morón”, asegura un documento bajo la firma de Casanello que refleja la acusación del caso. Al día siguiente, otro comisario, David Ávalos, debajo en la jerarquía, “elevó un informe al comisario general Daniel Agüero, en el que insertó declaraciones falsas relativas al objeto de la causa” del Juzgado de Morón. El 9 de junio, ese informe fue entregado por Rodríguez a la Comisaría 7B para justificar, supuestamente, el falso operativo de Mujica y Luna.
El 30 de diciembre, Casanello procesó sin prisión preventiva a Ávalos y Rodríguez, con embargos de dos y diez millones de pesos cada uno, además de ordenar que se prohíba su salida del país por diversos delitos como complicidad con el narcotráfico, privación ilegítima de la libertad bajo simulación de una autoridad pública, ayudar a eludir una investigación penal, todo agravado por su rol de policías, en una causa en la que intervino el fiscal Carlos Rívolo. Para Casanello, ambos jefes son cómplices.
De vuelta en Comodoro Py, se trató de pasarse la pelota. En su indagatoria, Ávalos descargó la responsabilidad en el jefe de operaciones de La Matanza en ese entonces, un subcomisario. Sobre su informe, señaló a Rodríguez, aseguró que su jefe se lo pidió. “Yo lo firmé porque lo chequeé con unas actuaciones complementarias que estaban en la oficina del oficial principal Mujica”, afirmó. Incluso aseguró que Rodríguez mismo llevó el documento firmado al Juzgado Federal N°3. Se detectaron problemas con el informe posterior, errores expresos en mención de fojas, falta de un membrete.
“No, mire doctor… No es habitual, no es habitual que salga con la fecha equivocada. No es habitual, no se trabaja así. Pero tiene que entender doctor que somos seres humanos, y que a veces nos equivocamos”, aseguró Ávalos ante la pregunta de Rívolo. “No bueno, pero es que… ¿Cuál dice, el recibo este del juzgado? No sí, lo firmé yo, ehhh… lo firmé yo porque supuestamente… Rodríguez estaba dando vueltas y eso se tendría que haber llevado el lunes, entonces yo ya lo dejé confeccionado para llevarlo. Igual es indistinto que lo haya firmado Rodríguez, pero bueno el tema era sacarla rápido… y lo firmé yo el recibo”, continuó.
El comisario inspector Rodríguez hizo su descargo, respondió preguntas. Aseguró que llegó a su puesto por mérito propio, que el juez Villena le encargó investigar el caso del narco “Verdura” “en exclusiva”, declaró. “Con el tiempo, un día se presenta Mujica, al poco tiempo que yo me hice cargo, se presenta que cumple funciones como custodio del juez Villena, pero que él era principal y que sabía que en cualquier momento iba a ascender a subcomisario y que él ya no quería continuar con la custodia del juez (…) él me propone venir a trabajar a la delegación para ir aprendiendo a trabajar en lo que es una causa de droga”, afirmó sobre su ex subalterno. Aseguró que fue Mujica mismo quien lo llamó para que vaya al falso procedimiento en la calle Cachimayo, que se encontró con el caos y el desorden y la Policía de la Ciudad reclamándole una orden judicial. Conocía la causa por la cual supuestamente se allanaba: su protagonista era un fraccionador peruano llamado “Michael”, que movía polvo en la villa Las Achiras en Villa Celina, escapado de la 1-11-14. Según el jefe, Mujica nunca le blanqueó el procedimiento del 7 de junio.
Mujica, efectivamente, tenía una orden del Juzgado Federal N°3 de Morón para realizar no un allanamiento, sino tareas de inteligencia en una causa narco: se encontró en otro vehículo en la escena. La orden estaba vencida hace seis meses.
Hubo otras piezas llamativas. Mujica escondía un celular en la guantera del Prisma. Con ese teléfono, revelaron pericias, hablaba con sus informantes, sus contactos del submundo, en un tono curiosamente amistoso. Entre ellos estaba “Roby”, o “El Uru”. A este último, Mujica le dijo “Si lo podés ubicar así mañana hacemos la maniobra esa me salvás. O más bien nos salvamos eh, porque como ya te dije antes, es más para rendir arriba y aparte va a estar la nuestra… la de ustedes también”, afirmó, un texto al menos sospechoso.
También hablaba con “El Cholo”, el alias de Teófilo, el hombre de la Beretta robada. El 3 de junio a las 14:31, Mujica, vía audio de WhatsApp, consulta: “¿Podrá ser que se pueda organizar alguna entrega o algo para cortar a alguno, para que oxigenen acá? Si se puede, ¿puede ser?” “El Cholo” le responde: “Estoy en eso”. Se le encontró también otro teléfono donde habla durante varios días con Rodríguez sobre procedimientos “para bajar un boli en Celina”. Hablaron, incluso, el 7 de junio, con varias llamadas y mensajes, el principal le envía sus ubicaciones en la Autopista Perito Moreno, sobre Amancio Alcorta. El teléfono de Rodríguez, asegura el procesamiento, reveló gran cantidad de mensajes y contenido borrado.
El libro de guardias de la DDI de La Matanza, al ser analizado, no habló del operativo en Cachimayo. El Juzgado Federal N°7 también pidió información a sus pares en Morón. No había nada en la causa sobre el narco-taller, que cambió de jurisdicción con el personal. “El personal actuante de la DDI de Lomas de Zamora no comunicó al juzgado su traspaso a La Matanza ni el juzgado autorizó la continuación de las diligencias a esa última dependencia. El juzgado no fue informado de la utilización de ‘informantes’”, aseguró en su contestación. Era la única causa federal que los policías tenían entre sus manos. No hay, por lo pronto, un vínculo entre el negocio de “Verdura” y el falso procedimiento en la calle Cachimayo.
Hay mensajes mucho más curiosos entre el comisario inspector Rodríguez y Mujica, aparentes códigos sobre “llenar la heladera, tuya y mía”. El 7 de junio, el día del falso allanamiento, Mujica le lanzó a Rodríguez: “Papi, dale, dale, dale, activá, activá, activá. Que recién me llamaron para, para sacar unas fotos de tu trabajo, TU TRABAJO, TU TRABAJO”.
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