El 24 de diciembre pasado, Rubén Alejandro Rivas, de 46 años, un comisario mayor de la Policía Bonaerense, aprovechó su franco para ir a saludar a su mamá y a su hermana en su casa en San Justo. Rivas había dejado su Chevrolet Aveo estacionado sobre la vereda. Cerca de las 20, mientras el policía se despedía de sus familiares, fue sorprendido por un grupo de ladrones a bordo de un Fiat Siena que le intentó robar el auto. Allí se identificó, tomó su pistola Bersa Thunder calibre 9 milímetros y comenzó a disparar: el tiroteo terminó con el policía muerto de tres disparos al pecho. Los delincuentes escaparon en el Siena.
La investigación por el crimen quedó a cargo del fiscal Federico Medone, titular de la Fiscalía Temática de Homicidios de La Matanza, quien en las últimas horas encontró a uno de los presuntos asesinos de Rivas: Pablo Ariel Papadopulos, de 27 años, arrestado por la DDI de La Matanza de la Policía Bonaerense, quien, según confirmaron fuentes judiciales y policiales a Infobae, es el primo de Ricardo Emanuel Papadopulos, el joven de 21 años que el 17 de diciembre pasado atropelló y mató a Isaac Sus, de 5 años en Flores y que tras permanecer prófugo por varios días se entregó a la Justicia en la mañana de Navidad.
Papadopulos, de 27 años, oriundo de Lomas del Mirador, cuenta con un pesado prontuario: causas por robo, lesiones agravadas. Sus registros muestran que pasó al menos cinco años en una cárcel federal, entre 2012 y 2017, con antecedentes que datan desde que era menor de edad y una condena a ocho años que unificó dos penas distintas y que fue anulada parcialmente en septiembre de 2016 por la Sala III de la Cámara de Casación. Operaba bajo un viejo alias: Pablo Ariel Miguel.
Un día antes del crimen del policía supuestamente robó una camioneta Volkswagen Amarok: intentó eludir un control en la zona de Parque Avellaneda a bordo de ese vehículo y chocó contra un poste. Medone lo acusa de homicidio criminis causa por la muerte del comisario, matar para ocultar: su pena podría ser la de prisión perpetua.
Así, Papadopulos fue allanado. Lo que encontró la Policía Bonaerense fue al menos interesante.
La abuela del sospechoso fue sorprendida por una brigada de la DDI de La Matanza en la casa familiar de los Papadopulos sobre la calle O’Gorman en Lomas del Mirador. Una vieja pistola Mauser calibre 7,65 con tres balas en el cargador fue encontrada dentro de un Volkswagen Bora. Encontraron también un curioso lote: 40 llaves de ignición de distintos autos, varias marcas y modelos.
Fueron entonces por otro domicilio de la familia, un galpón en la calle Australia, también en Lomas del Mirador. Allí, según confirmaron fuentes policiales a Infobae, encontraron 16 autos, entre ellos un Peugeot 208, un viejo Fiat 600 y dos Fiat Uno, modelos de alta gama como una impactante Dodge Ram que, curiosamente, tenía la prohibición de circular, así como otros dos Volkswagen Vento en el lote.
Otros vehículos, en cambio, venían mucho más flojos de papeles.
Un Volkswagen Gol Power, reveló su patente, tenía un pedido de secuestro activo tras ser denunciado por hurto el 2 de octubre en una comisaría porteña. Lo mismo ocurrió para un Ford Fiesta: su pedido estaba activo desde mismo día, el 30 de diciembre, una solicitud de la Policía de la Ciudad, esta vez por robo automotor.
¿Fueron robados por Pablo Papadopulos? En todo caso, el delito es coincidente con su historia.
El 1° de junio de 2015, mientras estaba encerrado en el penal de Ezeiza, el Tribunal N°25 con los jueces Goerner, Dieta Herrero y Bustos Lambert lo condenó a una pena unificada de cinco años y seis meses de cárcel. Los magistrados computaron los cinco años que le dictó el 9 de abril de 2014 el Tribunal Oral en lo Criminal N° 16 y los tres años de prisión en suspenso del 5 de julio de 2013 por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de La Matanza, cuya condicionalidad fue revocada.
Lo habían encontrado manejando un Fiat 128 robado a una mujer en la esquina de Castro y Estados Unidos: lo hicieron bajar y abrir el capot, el número de chasis estaba limado e ilegible. La patente tampoco correspondía.
La condena que recibiría posteriormente, un cómputo de ocho años, sumó siete hechos en total: hurto, robo agravado, encubrimiento, todos delitos relacionados con automóviles. Los antecedentes marcan al menos once años de carrera. Sus primeros ingresos datan de 2009, cinco hechos entre junio y septiembre de ese año como menor, cuando tenía 17 años. Un viejo sumario reflejado en documentos judiciales recuerda que el 12 de agosto de 2010 entre las 2 y las 3 horas en la calle Cafayate n°1496, Papadopulos y un cómplice se apoderaron de un automóvil “marca Fiat Duna, mediante una llave de automotor que portaban y ejerciendo fuerza en las cosas violentado la cerradura de la puerta delantera derecha y del baúl y una vez adentro del vehículo, cortaron una cadena que sujetaba el volante con un alicate y encendieron el automotor con la llave de otro vehículo” para darse a la fuga. Pablo Ariel había cumplido la mayoría de edad apenas tres meses antes.
Su cómplice, un extranjero que fue a juicio junto a él, era algunos años mayor. De toda la lista hubo un solo hecho en disputa en la Justicia con un planteo que llegó hasta Casación, por el cual fue condenado y absuelto por la Sala III en 2016. Sin embargo, todo el resto del proceso, un juicio abreviado, fue anulado.
La defensa del hoy detenido llegó hasta Casación. El planteo, a nivel jurídico, es fuerte. Infobae encontró el fallo:
La Sala III criticó que “los magistrados también introdujeron los acuerdos de juicio abreviado firmados por otros siete hechos independientes de aquel, incorporando así, por fuera de la etapa de producción de prueba del juicio oral, con desconocimiento de las reglas de continuidad e inmediación, elementos que confluyeron a integrar y fundar una única sentencia de condena, que dio lugar, posteriormente, a la impugnación del recurrente”. Así, hablaron de a “un pronunciamiento definitivo de carácter ilegal”.
Hoy, Pablo Papadopulos, con su primo preso por matar a un nene y huir cobardemente, espera en una celda del conurbano a ser indagado por algo mucho peor que abrir un coche y hurtarlo con un poco de habilidad callejera.
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