Ayer por la madrugada, Jeremías Javier Negrini fue detenido en un control por la Comisaría 14A de la Policía de la Ciudad. Se había escondido en los últimos tiempos, luego de que la fiscal Paula Asaro y la Policía de la Ciudad le siguieran el rastro durante casi un mes por un crimen brutal: el asesinato de Enzo Aguirre en el hotel Petit Suites de Retiro, ocurrido a comienzos de noviembre pasado. Enzo, un trabajador sexual, había venido de Corrientes para instalarse en la ciudad. Tenía apenas 23 años.
Negrini, oriundo de Boedo, sin condenas previas en su contra, ciertamente no cubrió sus rastros. Una cámara de seguridad lo habría mostrado en el hotel Petit Suites junto a su cómplice, con el pelo teñido de rubio. También había sido vinculado a otro hecho previo, otro trabajador sexual que fue asaltado tiempo antes. Una huella dactilar en un vaso hallado en su casa fue lo que delató a Negrini, según confirmaron altas fuentes del expediente a Infobae. El cotejo reveló su identidad. También, el relato de su víctima, que fue confrontado con las filmaciones del hotel donde Enzo fue asesinado. “Los datos fisonómicos son iguales”, asegura un investigador clave en el expediente.
Con estas evidencias, Asaro -la misma fiscal que llevó a la Justicia a Jorge Mangeri, el femicida de Ángeles Rawson- no tuvo dudas y fue por él con un pedido de captura. Será indagado este mediodía en el Juzgado N°24 a cargo del magistrado Alberto Godoy: Asaro participará del interrogatorio.
El cuerpo de Enzo quedó tirado en el piso entre una de las camas y la ventana que da a la calle Esmeralda. Estaba en ropa interior, con precintos en las muñecas y una media en la boca. También tenía su propia remera alrededor del cuello. En la cama había manchas de sangre.
En el resultado preliminar de la autopsia que llegó al escritorio de la fiscal Asaro se comprobó que la muerte se dio por asfixia producto del estrangulamiento con la remera y la media en la boca. También se corroboró que tenía lesiones contuso-cortantes realizadas con un elemento filoso en la cara, lo que provocó el sangrado. “Probablemente realizadas con la culata de un arma”, aventuró uno de los investigadores. Si bien en la escena del crimen apareció también un cuchillo, no fue usado por los asesinos. El celular de la víctima también fue robado.
Por lo pronto, queda el cómplice de Negrini en el hecho, cuya identidad se desconoce. Fuentes policiales estiman que no actuaron solos, sino que son parte de una estructura mucho mayor con el mismo modus operandi: atacar a trabajadores sexuales para robarles.
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