“Una gran mujer y vecina”, “una madraza”, “una vida de trabajo”, “una excelente abuela”: los mensajes en redes sociales de amigos, conocidos, vecinos y familiares de Elsa Di Paolo explican la profunda conmoción que causó en su entorno que la mujer de 92 años fuera hallada sin vida en su casa de la localidad de Remedios de Escalada tras un violento asalto.
El cuerpo fue descubierto por el hijo de la víctima, que cerca de las tres de la mañana de este martes llegó a la casa ubicada en la calle Almeyra y San Lorenzo donde la mujer vivía sola y encontró el cadáver de su madre tirado sobre su cama, donde había sido atada con precintos y presentaba signos de haber sido golpeada. La casa, por otra parte, estaba completamente revuelta.
Con ayuda de la familia, los investigadores y peritos de la DDI de Lomas de Zamora que llegaron primero al lugar establecieron que faltaba dinero que la mujer tenía ahorrado y alhajas, entre algunos otros objetos de valor. La mujer, ya jubilada, que había trabajado como comerciante, tenía dos hijos y había sido bisabuela recientemente.
La causa quedó en manos de la UFI N°6 del distrito, que investiga un crimen en contexto de robo. La fiscalía dispuso el traslado del cuerpo de Elsa hasta la morgue judicial de Lomas de Zamora y aguarda ahora los resultados de la autopsia para establecer fehacientemente la causa de muerte y determinar si hubo una herida que derivó en su fallecimiento o si fue un infarto producto del miedo y el estrés en el contexto del robo.
Después de una inspección ocular, los investigadores corroboraron que, si bien la puerta de ingreso no estaba violentada, los agresores de la mujer ingresaron a su casa saltando un muro y desplazándose hasta una ventana, donde rompieron un tejido e ingresaron mientras ella dormía sola. Mientras tanto, personal de la Comisaría 2° de Lanús analiza ahora las cámaras de seguridad de la zona para identificar a las personas que ingresaron a la propiedad.
“Les mandamos nuestras condolencias a toda su familia, la conocía hace años, era clienta de su bazar hace 20 años. Luego sus hijos pusieron un gimnasio ahí”, recordó en una publicación de Facebook Stella Maris Marzio, una vecina de Elsa. “Una gran mujer. Muy trabajadora. Una madraza. Una abuela como pocas. Muy querida. Que Dios te reciba como vos te mereces, hasta siempre”, escribió otra mujer. “Dios te tenga en la gloria, Elsa. Fuiste y serás una gran mujer y vecina. Que se haga justicia por tu muerte, que no quede en la nada. ¡Te voy a extrañar! Vuela alto”.
“Elsa era una abuela llena de vida y agasajaba a toda la familia con sus exquisiteces y deleitaba el oído con su picardía y lucidez a sus 92 años. Una mujer que jamás hubiera querido que su hijo la encuentre sola, atada, golpeada y sin vida, porque los amaba y porque no se lo merecía. No tienen vergüenza, ojalá los encuentren”, agregó otra mujer del barrio, donde también vivían los hijos de Elsa, uno de ellos incluso en la misma cuadra. “Una mujer de sacrificio, que mínimo merecía irse de esta vida descansando sin sufrir, no a merced de estos animales”.
“Para ellos el infierno y para vos, querida Elsa, QEPD. Es injusto como tu familia tuvo que encontrarte, no hay necesidad”, agregó otra.
Hace apenas dos semanas, un mecánico de 58 años del barrio Pompeya, en el partido bonaerense de Merlo, fue encontrado muerto, tirado boca abajo en el patio delantero de su casa de la calle Cachimayo 35, donde faltaba su auto, que había sido robado. Ricardo Luis Herrera había sido atado de pies y manos. Estaba vestido, con un trapo enroscado alrededor del cuello y la cabeza envuelta en una sábana.
El episodio generó la misma duda que en el caso de Elsa: si Herrera había muerto asesinado adrede por sus agresores o si se trató de un paro cardíaco producido por el susto ante un robo o la sofocación con alguna de las prendas que tenía sobre su cabeza. “De todas formas se trataría de un homicidio”, explicó a Infobae en esa oportunidad una fuente judicial cercana al caso.
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