“Yo solo vine a despedir al Diego y me cagaron a palos”, grita un joven en Avenida de Mayo y 9 de Julio entre el olor de la pólvora detonada de postas de goma y la calle mojada por camiones hidrantes. Minutos antes, cientos de personas vencían las rejas de la Casa Rosada para intentar llegar al ataúd de Diego Armando Maradona, que tuvo que ser trasladado de urgencia entre camisetas y flores al Salón de los Pueblos Originarios, un comando de infantería de Gendarmería Nacional desplegado con escudos de plástico, con jóvenes que ganaban la fuente del Patio de las Palmeras para beber su agua. La Policía Federal también estuvo dentro del lugar y en la reja: chicos con camisetas del Ascenso y adultos con nenes a cuestas trepaban por encima de los cascos. Gendarmería, por su parte, no hizo ningún arresto.
El Presidente de la Nación y los funcionarios observaban desde un balcón: Cristina Kirchner, tras despedirse del cuerpo de Maradona, logró dejar la Rosada poco después de las 16. “Es como la cancha, cuando la gente quiere entrar y ya no hay entradas”, dice, simplista, un veterano comisario de rango sumamente alto.
En el medio de toda esta serie de escenas dantescas, en el funeral masivo del jugador más grande de todos los tiempos, del ícono definitivo de la Argentina, nadie se hizo cargo.
La decisión de la familia de Diego Armando Maradona de frenar el velatorio a las 16:30 para dar paso a su velatorio en Bella Vista con un cortejo fúnebre por la Autopista 25 de Mayo llevó al cierre del acceso en la 9 de Julio, lo que desencadenó una serie de hechos de violencia. 1.200 efectivos habían sido apostados en la zona entre fuerzas federales a cargo del Ministerio con un comando unificado a cargo del Gobierno nacional, coinciden fuentes políticas y judiciales. Presidencia anunció desde su sitio que tendría a su cargo el operativo: lo mismo anunció el Ministerio de Seguridad de la Nación en un comunicado oficial antes del mediodía.
A mediados de la tarde, Ciudad y Nación comenzaron una pelea por la responsabilidad del desastre, con un pase mutuo de la pelota del caos.
“Les exigimos a Larreta y Santilli que frenen ya esta locura que lleva adelante la Policía de la Ciudad. Este homenaje popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a Maradona”, aseguró Eduardo “Wado” de Pedro.
“La responsabilidad es de Ciudad”, dicen del lado de Sabina Frederic a Infobae. Luis Morales, subsecretario de Intervención Federal del Ministerio de Seguridad de la Nación, aseguró en declaraciones radiales: “De ninguna manera hubiéramos dado indicaciones de despejar o reprimir; recién nos comunicamos con las autoridades de la Ciudad para solicitarles que no se produzcan más desbandes”.
Del lado de Diego Santilli, ministro de la Ciudad, apuntan al comando unificado dirigido por el Gobierno nacional. “Es un operativo donde nosotros colaboramos”, aseguran cerca del ministro.
“Al dolor por la partida de Diego se suma el lamentable espectáculo de hoy. Da vergüenza que en medio de esta tristeza colectiva, estén intentando sacar rédito político de TODO, sin hacerse cargo de NADA. Pobre familia que aún no lo puede despedir con la paz necesaria”, agitó en Twitter el senador opositor Martín Lousteau.
Sin embargo, en un nuevo comunicado, el ministerio a cargo de Frederic ofreció una narrativa distinta: “Queremos que quede claro: este Ministerio ni ninguna de las fuerzas a su cargo ha dado ni recibido orden alguna de ejercer la violencia sobre las personas que se encuentran en las inmediaciones ni adentro de la Casa Rosada”, afirmaron.
“Es absolutamente falso que las fuerzas policiales y federales de seguridad hayan recibido la orden de reprimir ni de participar de la represión desatada en la zona de la Avenida 9 de Julio, ya que es jurisdicción de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es la Policía de la Ciudad de Buenos Aires la que posee la responsabilidad primaria del operativo. El Ministerio ofreció su apoyo al operativo para las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de modo de incrementar la prevención ante la posible aglomeración multitudinaria de personas”, continuó el texto.
Incluso, responsabilizaron a la Policía de la Ciudad por los incidentes: “Los desmanes generados por la policía de CABA produjeron una presión sobre las personas que estaban aguardando para ingresar a la Casa Rosada, por lo que, en función de evitar que cualquiera de ellas sufriera asfixia, aplastamiento o contusiones por esa presión, se decidió correr las rejas. El corrimiento de esas rejas fue necesario para que se pudiera restablecer el orden en la Plaza de Mayo. Las Fuerzas Federales, una vez que la presión empezó a ceder, retomaron su despliegue preventivo para que pudiera reiniciarse el velatorio de Diego Maradona”.
En el medio, queda un número indeterminado de detenidos, al menos tres, entre ellos un hombre que lanzó un objeto contundente a un policía, y un número también desconocido de heridos.
Walter López, fiscal contravencional de turno en la zona, no intervino en el diseño, ya que no es su función. Fue sorprendido en su oficina por la marea pública. “El operativo es de Presidencia”, dice una fuente judicial, separada institucionalmente de la polémica. López cuenta al menos con dos detenidos por resistencia a la autoridad: lo que suceda en la Casa de Gobierno o en sus inmediaciones estará a cargo de la Justicia federal.
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