La noche del 19 de octubre pasado el agente de la Policía Federal Argentina Esteban Nicolás Lagos (28) y el recolector de residuos Roberto Juan Bonifacio (43) regresaban a sus casas en un colectivo de la línea 100 cuando fueron asesinados por dos delincuentes que asaltaron el transporte en el cruce de la Avenida Hipólito Vieytes y la calle Quinquela Martín y luego escaparon por las calles de Barracas.
La causa recayó en la Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 12, a cargo del fiscal Martín López Perrando. El testimonio de testigos y los registros de las cámaras de los alrededores de donde ocurrió el doble crimen permitieron identificar a los sospechosos. Una semana después del hecho fue detenido uno de los acusados, en medio de cuatro allanamientos realizados en Barracas y ordenados por el juez Alejandro Ferro, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 36.
El otro acusado aún permanece prófugo y es intensamente buscado, con una brigada de detectives de la División Homicidios de la PFA que le sigue el rastro y encuentra las pistas. Según informaron fuentes del caso a Infobae, se trata de Diego Gastón Guida, de 38 años, cuyo último domicilio documentado es sobre Alvarado al 2100, es decir a una cuadra de donde mataron a Lagos y Bonifacio.
Guida tiene un pasado, causas al menos desde 2006 y casi seis años encerrado en un penal federal entre 2012 y 2016. La investigación de los detectives de la División Homicidios de la PFA que arrojó el nombre de Guida también encontró un episodio de violencia que el sospechoso protagonizó hace poco más de un año. Exactamente el 23 de octubre de 2019, una mujer indignada registró el momento en que Guida maltrataba a su propio perro en la calle.
La mujer lo filmó y luego compartió el video en redes sociales. En las imágenes se ve que el hombre reaccionó de forma violenta y le lanzó una patada a ella. La agresión fue observada por otro vecino que intervino para defenderla. Guida finalmente se fue burlándose de los demás.
El doble homicidio sucedió en el interior de la unidad 4845 de la línea 100 de colectivos. Dos delincuentes se subieron al transporte para robarle al chofer y a los pasajeros. “Están todos regalados, esto es un asalto”, gritaron los ladrones, que estaban armados. Al percatarse del hecho, Lagos dio la voz de alto. Los asaltantes respondieron a los tiros.
Como consecuencia de la balacera, el uniformado recibió cuatro disparos: en el cuello, en el tórax, en un brazo y en una pierna, de acuerdo a la autopsia. Murió más tarde en el Hospital Churruca. Bonifacio, quien quedó en medio del enfrentamiento armado, fue impactado por un tiro en la espalda, que le afectó varios órganos. Al parecer, el barrendero estaba en uno de los asientos que miran hacia la luneta trasera, por eso el tiro le ingresó por la espalda. Falleció horas después en el hospital Argerich.
El tiroteo se produjo con el colectivo en movimiento y mientras tanto recorrió una cuadra. Tras ello, los ladrones se bajaron y se alejaron corriendo. Algunas cámaras de seguridad de la zona captaron parte de su huida, donde se ve que uno descendió del vehículo por la puerta del medio y el otro por la delantera, con el arma en su mano. Luego se fueron por Quinquela Martín en direcciones opuestas.
Otra filmación en la calle San Antonio, paralela a Vieytes, permite observar la vestimenta de uno de los asaltantes con mayor detalle. El chofer estimó que las edades de los delincuentes rondarían los 30 y 45 años.
Lagos vivía en Ezpeleta y era padre de dos hijos. Formaba parte de la División Mitre de la Policía Federal e integraba la fuerza desde el año 2016. Su primer destino fue la División Recuperación Patrimonial.
Bonifacio, quien vivía en Sarandí, también era padre dos hijos y además abuelo de dos nietos. Se dedicaba a la recolección de residuos y a la actividad de la limpieza desde hacía más de 20 años.
Guida es el único acusado de ser un matapolicías que la división Homicidios rastreó en las últimas semanas: también fueron por Luciano Gabriel Serón, ladrón condenado, acusado de matar a tiros al cabo Diego Di Giácomo en una heladería de Ramos Mejía. Serón fue encontrado en su casa del Barrio Illia. Tenía una tobillera electrónica ya que gozaba de prisión domiciliaria hace más de un año tras ser condenado por robo a mano armada.
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