“Me recuerdo pegándole patadas y él tratando de acuchillar a Juli. Todo es una nebulosa. Escuché el ruido del impacto del cuchillo de él sobre la pierna de Juli, y en un momento estábamos en el piso, ella debajo mío y él me agarraba de la muñeca derecha y me decía: ‘vos correte’”, recuerda Sofía Bovino, dueña de la escuela de danzas donde Julieta Antón fue atacada por su alumno Sebastián Villarreal, sobre todo lo que sucedió en la tarde del martes.
Ese día, cerca de las 16, Villarreal llegó a la escuela Club de Danza del barrio porteño de Belgrano donde tomaba clases con Julieta y la atacó directamente con un cuchillo de carnicero, con el que logró infligirle algunas heridas profundas en los brazos y piernas y otro corte superficial en el cuero cabelludo. Sofía intervino para calmarlo y también resultó herida por Villarreal, que solo soltó a las dos mujeres cuando un efectivo de la Policía de la Ciudad efectuó un disparo que impactó en el glúteo derecho del atacante.
Sofía, sin embargo, también recordó en su relato que Sebastián Villarreal intentó justificar en ese momento el ataque a Julieta: “Le conté que me abusaron y ella se burló de mí”, contó que le dijo el agresor. Además, Sofía aseguró que cuando otros testigos intentaron defenderlas, Villarreal amenazó con asesinarlas.
“No sé en qué momento aparecieron unos chicos que estaban colocando ventanas en el piso de abajo. Le pedían que se alejara, tenían unas sogas e intentaban amenazarlo con eso. Y él les decía: ‘Váyanse o las mato a las dos’. Fue un espanto. Todo el tiempo trataba de mirarlo a los ojos y pedirle que parara. Me tiró un cuchillazo y yo quise frenarlo con la mano izquierda y ahí me cortó”.
“No tengo una amistad con Julieta así que no sabía que este chico la acosaba, la perseguía”, relató Sofía, de 30 años, en diálogo con Verónica Lozano en Telefé. “Yo estaba en la parte de adelante del gimnasio, trabajando en cosas administrativas junto con dos colegas. De repente escuchamos un grito muy tremendo, y enseguida más gritos, y vemos que Juli viene corriendo y atrás la sigue este chico con el cuchillo en la mano. Juli vino hacia donde yo estaba, y quedé en el medio entre el agresor y ella. Las otras dos chicas lograron salir corriendo”.
En ese momento, Sofía quedó enredada en el piso junto a Julieta mientras un grupo de efectivos de la Comisaría Vecinal 14 B que se encontraban en la zona trataban de que Villarreal bajara el arma blanca y las soltara. “Llegaron no sé bien cómo y le pidieron que largara el cuchillo. Él estaba muy nervioso, revoleando el cuchillo en el aire. Yo le decía que estuviera tranquilo, que teníamos que llevar a Juli al hospital, porque sangraba mucho”, recordó la instructora de danza.
Y continuó, visiblemente conmovida: “Siento que las dos estuvimos muy unidas en ese momento, aunque no somos amigas. Es difícil porque una, como docente, siente que sus clases son un espacio seguro. Lo que recuerdo es que la policía llegó rápido y actuó bien, estoy muy agradecida. Cuando estábamos tiradas en el piso le pregunté quién era ese chico y Juli me respondió que era un alumno. Y la escuché decirle a los oficiales que siempre fue un tipo raro en las clases, que trataba de estar a solas con ella, y le estaba encima”.
Cuando la Policía de la Ciudad disparó para reducirlo, Sofía resultó herida con una esquirla de bala que le lastimó la mano, razón por la cual sigue internada en el Sanatorio Güemes, donde deberá ser operada por una fractura expuesta en un dedo.
Ahora, Villarreal, de 30 años y oriundo de Berisso, sigue en el Hospital Tornú, donde quedó internado fuera de peligro desde el martes a la tarde y bajo una doble custodia policial. El fiscal Miguel Kessler, que en principio lo había imputado por lesiones agravadas, redefinió este miércoles la calificación y lo acusó por una tentativa de femicidio reiterada, según confirmaron fuentes del expediente.
Con la nueva calificación, la pena se incrementa a entre 10 y 20 años de prisión y Kessler, que es un fiscal penal del fuero porteño, antes de declararse incompetente y derivar el expediente a un juzgado y una fiscalía del fuero nacional en lo Criminal y Correccional, requirió una serie de peritajes psicológicos y psiquiátricos para determinar si Villareal es imputable o inimputable, es decir si por su estado de salud comprende la criminalidad de sus actos.
Los peritos psiquiátricos que lo evaluaron, indicaron que Villarreal tiene que ser internado en “una institución neuropsiquiátrica” para ser diagnosticado y tratado hasta que no constituya un peligro para sí o para terceros: “Se considera el diagnóstico presuntivo de descompensación psicótica en trastorno psicótico crónico y retardo mental”, señalaron.
Según el informe realizado por el equipo interdisciplinario de Salud Mental del Hospital Tornú, el hombre dice padecer “alucinaciones auditivas” y “visuales”, de las cuales “se defiende rezando, respirando y bailando”. Por todos esos motivos, los especialistas plantearon la duda de si Villarreal podía ser imputado por la agresión. Los psiquiatras del Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la fiscalía, en cambio, consideraron en un informe aparte que es imputable. El área de Violencia de Género del MPF porteño, que ahora también intervendrá en el expediente, contactará en las próximas horas a las víctimas para ver si están en condiciones de brindar una declaración testimonial.
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