Barra de Laferrere, capo narco y enfermo de coronavirus: la caída de “El Nono” en su departamento de lujo

La Policía Federal arrestó en Saavedra a Hernán Darío Escurra, que contaba con dos pedidos de captura desde diciembre con una investigación del juez Néstor Barral. La zona del río Matanza donde articuló su negocio está envuelta en crímenes vinculados a ajustes de cuentas

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Herramientas de trabajo: uno de los allanamientos a la banda de "El Nono".
Herramientas de trabajo: uno de los allanamientos a la banda de "El Nono".

Un grupo de agentes de la Policía Federal de la división de Morón esperó el momento justo y lo abordó. Hernán Darío Escurra, alias “El Nono”, de 36 años, sin saberlo salió de su lujoso departamento de la calle Vilela al 3200 en el barrio porteño de Saavedra, se subió a su Chevrolet Prisma y cuando vio a los efectivos comenzó a gritarle al portero: “Llamá a la Policía”. Pero ya era tarde.

Hace 11 meses que sobre su cabeza pesaban dos órdenes de detención: el juez Néstor Barral, titular del Juzgado Federal Nº3 de Morón, lo acusa de liderar una banda de narcotraficantes que traían sustancias desde Paraguay y la vendían al narcomenudeo a la vera del Río Matanza, a varios kilómetros de distancia de donde Escurra gozaba los réditos de sus ventas y caminaba custodiado con dos hombres armados. “El Nono”, gracias a esparcir la droga por esa zona, supuestamente generó una serie de crímenes relacionados con ajustes de cuentas vinculadas a mezquindades entre transas.

Escurra además de controlar una organización criminal, está señalado como uno de los responsables de conducir a los barras de la tribuna de Deportivo Laferrere. “El Nono” gracias a sus relaciones en la hinchada articuló un importante negocio ilegal que le dejaba grandes ganancias, suponen investigadores. Y en pocos años el barra pasó de tener poco a tener que inventar una fachada para justificar su creciente patrimonio: en los papeles decía ser consignatario de hacienda, registrado en los rubros de intermediación de venta de carne en 2017, un oficio donde la credibilidad es la base para llegar a un acuerdo fijando un buen precio entre las partes. Irónicamente, dos años después, la AFIP lo marcó en rojo por una serie de facturas truchas.

De alguna manera, Escurra fijaba valores y necesitaba credibilidad, pero en un negocio completamente distinto, a fuerza de plomo y en un lugar donde no sobra nada.

El momento de la detención
El momento de la detención

Sin embargo, Escurra no siempre tuvo dinero. Según revelaron a Infobae los investigadores que le siguieron el rastro durante meses, “El Nono” en sus inicios mientras ascendía en los tablones del “verde” era colectivero. Escurra trabajó en la línea 96 durante más de diez años según sus registros previsionañes y llegó a ser delegado gremial hasta que lo echaron de la empresa por venderle drogas a los demás chóferes. En ese momento, quizá sin saberlo, Escurra había dado un paso que no iba a tener retorno.

El hombre escaló en la tribuna y en el negocio de la compra y venta: se sospecha que empezó a traer droga de Paraguay para venderla a la vera del Río Matanza. Así el hombre, que ya contaba con antecedentes por asociación ilícita, entró en el radar de la Justicia que el año pasado tras una larga investigación desbarató parte de la organización liderada por Escurra.

A fines de diciembre de 2019, la Policía Bonaerense detuvo en Laferrere a diez personas que integraban la organización, que en ese momento las crónicas policiales llamaron: “La banda del Carancho paraguayo” o del “Zar de la costa”, por el apodo del presunto líder que habían arrestado: José Ruiz Díaz Cabaña, alias “El Carancho”, un narco de poca monta que organizaba la venta en ese territorio para “El Nono” y quién cargaba con causas de homicidio.

La detención de "El Carancho"

Esa investigación se inició en noviembre tras el arresto de varias personas. La organización, que después se supo que lideraba Escurra, tenía una particularidad: vendía drogas a la vera del río y usaba una tirolesa y un bote para cruzar el cauce de agua y huir de la Policía.

El río Matanza atraviesa tres localidades: Laferrere, Virrey del Pino y González Catán. Además, es un límite natural entre los partidos de La Matanza y Ezeiza. Según una investigación judicial a cargo de la fiscal María Julia Panzoni, la gente que trabajaba para “el Carancho” se metía dentro del monte, armaba carpas y vendía drogas. Su vía de escape era particular, habían instalado una tirolesa para cruzar el río hacia el margen de Ezeiza. Así, comenzaron las disputas territoriales a sangre y fuego.

Una de las víctimas fue Alexis Maximiliano Zacarías, de 29 años, ejecutado de un tiro en la cabeza: “El Carancho” Cabaña fue imputado por el crimen. Los casos en esa zona tienen grandes similitudes. El 24 de julio de 2019, por ejemplo, la Policía Bonaerense tras un llamado al 911 en González Catán halló un cuerpo envuelto en un colchón a la vera del río; fue identificado como Emilio Guchea, de 19 años. Algo parecido sucedió pocos días después cuando los agentes encontraron el cuerpo de otro joven, Nahuel Ramírez. También enrollado en sábanas y a la vera de un arroyo en Laferrere. Otro caso idéntico fue el homicidio de Luis Rojas, de 25 años, registrado el 25 de octubre de 2019.

“Tu marido está en el fondo del 38 tirado, lo mataron”: así le comunicaron a la esposa de Rojas que habían asesinado a su pareja. El cuerpo estaba envuelto en frazadas y con un tiro en la cabeza. Aún no hay detenidos por el caso.

Uno de los botes que la banda empleaba en el río Matanza.
Uno de los botes que la banda empleaba en el río Matanza.

Desde que cayó “El Carancho”, Escurra había logrado evadir a la Justicia hasta que fue detenido en la puerta de su casa, con 3800 pesos encima y su teléfono celular. Una vez que fue arrestado, por protocolo, lo tuvieron que hisopar. El hombre lanzó un resultado positivo de coronavirus y además descubrieron que es paciente de riesgo debido a que es asmático.

Por estas horas, “El Nono” se encuentra internado en el hospital Posadas custodiados por agentes de la PFA a la espera de que salga para ser enviado a un calabozo. Por otra parte, el juez Barral le tomó declaración mediante Zoom: el presunto narcobarra se negó a hablar. Mientras tanto la investigación continúa: queda encontrar a los miembros de su banda.

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