La calle Margis al 5000, en la zona rosarina de Tiro Suizo, de tierra y casas bajas, flanqueada por sauces y monoblocks, está acostumbrada a la violencia: hay un jardín de infantes en la cuadra, rodeado de rejas. En abril de 2019, una balacera entre jóvenes terminó con dos heridos y un muerto: en un supuesto ataque sicario los pistoleros llegaron en un auto con vidrios polarizados para luego irse. Dos hombres con antecedentes por abuso de armas y amenazas fueron detenidos por el hecho tiempo después.
Cuatro meses más tarde, en agosto del año pasado, otro ataque sicario en la cuadra dejó otra víctima fatal, un joven de 23 años que fue acribillado por dos pistoleros a bordo de motos. A pocas cuadras, esa misma noche, otro hombre de la zona también recibía disparos. Las versiones apuntaban a diversas internas entre dealers, cuestiones territoriales con otros transas de la zona de Tiro Suizo.
Ahora, Margis al 5000 tiene que limpiar la sangre de su vereda nuevamente, esta vez, la de un chico de siete años.
Ayer a las 20:30 horas, según fuentes policiales confirmaron a Infobae, personal de la Seccional N°15 de la zona llegó a la cuadra para entrevistarte con un hombre del lugar, alertados por una llamada al 911: su hijo menor había sufrido un impacto de bala luego de que pistoleros llegaran a la puerta de su casa y comenzaran a disparar. El chico fue trasladado al hospital Vilela, donde un médico constató que la bala entró y salió por su tobillo derecho. Así, quedó internado en observación, fuera de peligro.
El caso quedó en manos del fiscal Adrián MacCormack de la URII, en turno en cuestiones de flagrancia. Había, por lo pronto, un dato para identificar al auto de los atacantes: las roturas en la parte trasera, particularmente en su baliza.
Tres horas más tarde, policías de la zona patrullaron la zona. En la esquina de Garibaldi y Liniers se cruzaron un Chevrolet con tres ocupantes que coincidía con la descripción. Intentaron frenar el Chevrolet con señas: sus ocupantes se negaron y se dieron a la fuga. En la esquina de Flamarión y Regimiento 11 lo frenaron finalmente, dos de sus ocupantes escaparon a pie, una quedó atrás. La mujer, de 31 años, vecina de la zona, quedó detenida: su afiliación todavía se desconoce.
El análisis al auto, por su parte, reveló su historia, que indica una preparación típica de un golpe sicario. Su patente no corresponde con el vehículo: su titular es un Ford Ka. El Chevrolet, por su parte, tiene un pedido de captura por robo que data de mediados del mes pasado, con una denuncia en la Comisaría 7°.
Rosario atravesó en septiembre una escalada de balaceras y crímenes que la llevaron nuevamente a estar ubicada como una de las ciudades más violentas del país.. En los primeros 262 días del año se cometieron 146 asesinatos en el departamento Rosario; y en los 18 días de septiembre ya hubo 18 homicidios, un promedio de uno por día. Entre las víctimas también se encuentran personas que eran ajenas a los objetivos de los sicarios, como el caso de Ticiana Espósito, una adolescente de 14 años, hija de un policía que el lunes pasado recibió un tiro mortal en la cabeza en medio de una ráfaga de disparos a casas vecinas mientras lavaba los platos en su domicilio de la zona oeste.
El fenómeno tiene varias causas. La guerra de bandas narco es la principal, donde Los Monos disputan a balazos porciones de territorios en los diferentes barrios de Rosario con otras organizaciones. Esa pelea tiene un único lenguaje: tiros.
Actualmente los puntos “calientes” están en la zona sur, desde el barrio República de la sexta hasta la vecina ciudad de Villa Gobernador Gálvez; la zona norte y noroeste, en los barrios Empalme Graneros, Ludueña y Casiano Casas; y en la zona oeste, en los barrios Bella Vista, Santa Lucía y Cabin 9 (éste último, en el límite entre Rosario y Pérez).
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