La acusación que pesa sobre Gerardo Javier Reyna (39) es bestial, uno de los crímenes más aberrantes de los últimos tiempos. Está imputado de homicidio doblemente calificado y homicidio doblemente calificado en grado de tentativa. Ayer por la tarde, asesinó de una puñalada en el tórax a Thiago, su hijo de diez años, e hirió de gravedad con el mismo cuchillo a su hija P., una nena de seis años que pelea por su vida en un hospital de la ciudad de Córdoba.
El brutal crimen ocurrió en una casa en la calle Berutti al 150 entre Sabatino y Vélez Sarsfield del barrio La Toma, en la localidad cordobesa de Capilla del Monte. Según informó el Ministerio Público Fiscal provincial, los vecinos escucharon gritos y llamaron a la policía. Después auxiliaron a los chicos, que fueron trasladados de urgencia al Hospital Américo Luque, de la localidad de Punilla. Thiago murió en ese centro médico mientras que su hermana se mantiene estable en el Hospital Pediátrico tras sufrir puñaladas en el cuello, en el abdomen y debajo de la axila izquierda. Su propio padre fue detenido en el lugar con el arma en su poder.
En declaraciones a varios medios cordobeses poco después del hecho, Brenda Moyano, la mamá de los nenes, brindó detalles de la relación que mantenía con Reyna y cómo la violencia machista ejercida hacia ella por parte del hombre marcaron el trágico destino de sus hijos. El asesinato de Thiago fue, básicamente, un femicidio vinculado.
La mujer estaba separada desde hace casi un año del padre de los nenes y había decidido rehacer su vida junto a Thiago y P. en la localidad riojana de Chilecito. Reyna, por su parte, se radicó en Capilla del Monte (de donde son oriundos todos) aunque desde siempre le expresó su frustración por haber terminado la relación. “Nunca aceptó que la mujer le haya cortado y que no quiera volver con él”, confió una fuente judicial a Infobae. De hecho así lo expresó la propia Brenda, quien relató que siempre intentó volver con ella a pesar de que la relación estaba rota.
Para ello, utilizó todo tipo de chantajes. Le dijo que si no volvían a ser pareja, él se iba a suicidar. Brenda trató por todos los medios de convencerlo de que esa no era la solución y que tenía que seguir adelante con su vida. Por pedido del propio papá de los chicos, Brenda viajó hace unos días hasta Córdoba para que sus hijos pudieran estar con él. En el medio, más episodios de violencia y nuevamente el pedido para que estuvieran juntos. Pero no había caso. La mujer no estaba dispuesta a volver con él y sólo le interesaba que sus hijos mantuvieran contacto con Reyna por el hecho de que era su padre. Nunca imaginó que pudiera hacerles algo.
El martes de la semana pasada, el hombre golpeó a su ex mujer ante un nuevo rechazo. Moyano eligió no hacer la denuncia aunque ya tenía decidido que no regresaría para volver a ser su pareja. “Tenía miedo que me hiciera algo a mí, no a ellos”, dijo ella a Cadena 3. Los días pasaron y pese a la tensión producto del desequilibrio emocional que expresaba el hombre, todo transcurrió con relativa normalidad. Creyendo que ayudaría a la situación, Reyna sacó un turno con una psicóloga para que fueran a terapia los cuatro, como familia, y así solucionar los problemas. Moyano nuevamente dijo que no. Que ese no era el camino, que primero debía hacer terapia él solo y asimilar que todo estaba terminado.
El domingo último, Reyna –transportista, empleado en un corralón– le pidió estar unos días con los chicos. Brenda accedió y se quedaron con él. Según contó la mujer, los chicos estaban bien y contentos con su papá. De hecho, el hombre de 39 años estaba ampliando su casa allí en Capilla para que los chicos tuvieran su propia habitación y hasta le había reparado la bicicleta a Thiago para que pudiera jugar. Pero al parecer era todo una fachada y sus planes eran otros.
Ayer, en horas de la tarde, Brenda recibe un mensaje de audio. Del otro lado del teléfono era su hija P., quien le pedía que por favor lo atendiera a su papá. La madre intuyó que algo andaba mal y le dijo a su ex en otro mensaje que no pusiera en el medio de sus discusiones a sus hijos. Que no los usara como medio para llegar a ella. Ahí, dejó el teléfono hasta que al poco tiempo, recibió un mensaje escalofriante por parte de Reyna. Según fuentes del caso, el hombre le mandó una foto con su brazo completamente cubierto de sangre.
Brenda quedó en shock e inmediatamente se comunicó con su ex suegro para pedirle que por favor revisara que todo estuviera bien. De hecho, la mujer creyó que Reyna se hubiera autoinfligido algún tipo de corte. No fue así. Era la sangre de sus propios hijos. Después, el horror que se dio a conocer. El abuelo paterno se comunicó con ella y le dijo que fuera hasta la casa porque “Javier estaba todo cortado y había acuchillado a los nenes”.
Las fuentes consultadas por Infobae señalaron que claramente se trata de un caso de “un violento con celos posesivos”, envuelto en “una cultura machista violenta y no soportaba que la mujer no estuviera más con él” y se vengó de ella a través de los chicos.
Es por esto que la fiscal del caso, Paula Kelm, titular de la Fiscalía de Instrucción de Cosquín, agravó aún más la calificación del expediente y le agregó el delito de femicidio transversal, una figura que se encuentra en el Código Penal y que se aplica cuando la intención del acusado es hacer sufrir a una ex pareja. En este caso, acuchilló a sus hijos para perjudicar a su ex. La funcionaria confirmaría después que Reyna no presentaba heridas.
Casi como una ironía, la pareja negociaba en los últimos días que Thiago se quedara a vivir algún tiempo con su papá en la provincia de Córdoba. Brenda contó que el pequeño quería mucho a su papá y que estaba dispuesto a separarse de su hermana y de su mamá para “ayudarlo a salir a adelante” y evitar que siguieran peleándose entre todos. “Yo hubiera preferido que se mate él y no mate a mis hijos, que no me arrebate mi vida... tenía 10 años, vivía para su papá”, dijo la mujer.
Reyna, conocido como “El Tano”, se dedicaba a hacer repartos, tenía un camión y trabajaba en un corralón. Los vecinos de Capilla del Monte lo describen –según los diarios locales– como una persona de buen trato, que siempre se mostró “cariñoso” con sus hijos, cada vez que los veía.
Vivía solo en la casa de la calle Berutti junto a su padre, quien sufre de una afección cardíaca y que no estaba al momento del ataque. Aunque sí indicaron un dato al menos llamativo. Desde que se separó, comenzó a mostrarse extraño y hasta con cierto nivel de depresión. “El perfil es ese, de una persona llena de celos que de repente hizo lo que hizo”, agregó un investigador.
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