Hoy al mediodía, Antonio Roberto Ansaloni salió a caminar por la calle en la zona de El Pato, Berazategui, en una colectora de la ruta 54, con la cara cubierta por su barbijo, al sol, un poco impune a pesar del pedido de captura sobre su cabeza. Llevaba incluso su DNI en el bolsillo. Los policías de la zona contaban con su foto, seguían de cerca los movimientos de sus hermanas que vivían en la zona. Así, un patrullero lo vio y le cortó el paso. Ansaloni, de 65 años, espalda ancha, modales cabrones, no estaba feliz.
Pasará la noche en una celda. Mañana por la mañana deberá responder por videoconferencia ante el fiscal Leonardo Sarra de la UFI N°2 de Quilmes como presunto autor material de uno de los crímenes más bestiales de la cuarentena: el homicidio agravado por alevosía de Rodrigo Cristaldo, un vecino de su barrio en Quilmes, encontrado en partes en un tambor en la casa de Ansaloni sobre la calle Zeballos al 300, su cadáver descuartizado bajo cal y cemento.
El fiscal tiene una hipótesis: Cristaldo habría sido asesinado por una cuestión de competencia. Diversos testimonios en su causa indican que Cristaldo, vecino de Ansaloni, se habría atrevido a menudear droga en el territorio de Antonio.
Los antecedentes de Ansaloni no son numerosos, una causa por drogas que data de 2010, pasó casi un año preso en un penal federal a mediados de la década pasada. Pero la información en el escritorio del fiscal Sarra retrata al nuevo detenido como una vieja línea proveedora de droga en la villa Itatí. Ansaloni logró escapar antes de que la Bonaerense allanara su casa a mediados de octubre, una semana después de que la familia de Cristaldo reportara la desaparición del hombre.
No pudo llevarse su stock, sin embargo: encontraron, además de botellas de ácido en una sala especial para fraccionar droga, cinco kilos de cocaína y marihuana. Irónicamente, Ansaloni, de acuerdo a registros oficiales, cobra el Ingreso Familiar de Emergencia.
Cristaldo, oriundo de Bernal, fue visto por última vez cerca de las 9 de la mañana del lunes de la semana pasada, en Cramer y Almafuerte, a seis cuadras de donde se halló el cuerpo descuartizado. El día de su desaparición, salió de la casa de su tío para ir hasta lo de su abuela a cuidarla. Su familia acreditó que sufría un cáncer cerebral, había sido operado en el cráneo tiempo antes. El golpe que lo mató fue, irónicamente también, en la base de la cabeza. La data de muerte fue establecida al menos una semana antes del hallazgo del cuerpo, es posible que Cristaldo haya sido asesinado el mismo día que fue visto por última vez.
La versión que indica que Cristaldo vendería drogas llegó específicamente de su familia. En público, los Cristaldo aseguraron que Ansaloni podría haberlo matado no por una rivalidad comercial, sino para silenciarlo por lo que sabía de su negocio.
Sarra, por otra parte, está interesado en lo que Ansaloni esconde: sus posibles cómplices, su séquito de transa que lo acompañaba y, precisamente, un albañil que estaba junto a él. Los sospechosos que podrían completar el rompecabezas del descuartizamiento de Cristaldo. La fiscalía de Drogas de la jurisdicción, por lo pronto, investiga los kilos de polvo encontrados en su guarida en una causa paralela.
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