El 9 de septiembre pasado, en medio de la tensión de las protestas de la Policía Bonaerense para exigir aumentos de sueldo y mejores condiciones laborales, una bomba molotov explotó en uno de los paredones de la Quinta de Olivos sobre la calle Malaver al 1300.
Por el hecho, en donde nadie resultó herido, fue detenido José María A., de 48 años, vecino de la zona según su domicilio fiscal; está registrado en los rubros de transporte de pasajeros de la AFIP, taxis y remises. También tiene un domicilio porteño en la zona de Belgrano. Al ser arrestado, aseguró no pertenecer a ninguna organización política.
Así, quedó a disposición del Juzgado Federal N°2 de San Isidro a cargo de Lino Mirabelli. Fuentes oficiales detallaron que el agresor llevaba una bolsa que contenía cuatro botellas de plástico y una de vidrio llena de nafta.
Hoy a las 8:30 de la mañana, fuentes policiales detallaron que José María A. regresó al perímetro de la Quinta: esta vez con un cuchillo, amenazó con quitarse la vida.
El hombre fue reducido en la vereda y quedó bajo arresto nuevamente. Se aseguró la zona con personal de la dependencia de Policía Federal en la quinta, así como personal de la Sección Bomberos también destinado a la residencia y se pidió apoyo a la Policía Bonaerense, así como una ambulancia del SAME.
En septiembre pasado, el presidente Alberto Fernández fue avisado del incidente pocos minutos después de que se produjera el estallido y desde su entorno le bajaron el tono al hecho. “Es un loquito”, reflexionaron tras saber que el detenido llevaba encima su DNI, un detalle que suelen evitar quienes ejecutan este tipo de acciones con una cuidada planificación y motivaciones políticas.
Efectivamente, fuentes policiales aseguraron en ese entonces que el hombre al parecer sufre problemas psiquiátricos y que podría ser inimputable. Su casa en Florida fue allanada por la PFA, se encontró un bidón de nafta.
La nueva aparición de José María A. ocurrió en la esquina de Villate y Salta, a 50 metros del portón de ingreso.
Minutos antes, en la esquina de San Martín de Tours y Figueroa Alcorta, la cúpula de la Policía Federal homenajeó al principal Juan Pablo Roldán, asesinado el mes pasado a puñaladas por Rodrigo Roza, un paciente psiquiátrico diagnosticado con esquizofrenia según su historia clínica. La jueza que investiga su crimen ordenó una pericia psiquiátrica que podrá determinar o no la responsabilidad del psiquiatra del servicio de medicina prepaga que atendía a Roza. Sobre José María A., las fuentes consultadas desconocen si atravesó una evaluación para conocer su estado mental.
Con información de Federico Fahsbender
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