Efectivos de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires desactivaron una fiesta clandestina con más de 300 personas que se estaba llevando a cabo en plena Costanera Sur. Tras el operativo, en el que hubo agresiones hacia los efectivos, detuvieron a ocho personas, según confirmaron fuentes policiales a Infobae.
El evento, convocado por ciudadanos dominicanos y venezolanos a través de las redes sociales, tuvo lugar en la avenida Hernán Giralt y Macacha Güemes. De acuerdo con las fuentes, al lugar acudió personal de la Comisaría Vecinal 1E luego de una denuncia efectuada por vecinos.
Según se detalló, la música era reproducida desde parlantes instalados en varios autos y camionetas, una de las cuales, marca Toyota Hilux de color blanca, se dio a la fuga cuando intentaban identificar a sus ocupantes. Pero no fue un operativo sencillo. Tras la llegada de los uniformados, los organizadores decidieron oponer resistencia y se enfrentaron a la policía.
Debido a la hostilidad, los efectivos debieron solicitar la presencia de personal de la división Operaciones Urbanas de Contención (DOUC), Brigadas de Prevención y Tránsito, y funcionarios de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), quienes además, comprobaron que se estaban distribuyendo bebidas alcohólicas que habían llevado en los mismos vehículos de donde se reproducía la música.
De acuerdo con lo que pudo saber este medio, comenzaron a arrojar piedras y botellas al personal policial. Todo terminó minutos después con la detención de ocho personas: tres hombres (los organizadores) y tres mujeres de nacionalidad dominicana, un ciudadano peruano y una mujer argentina.
Producto de las agresiones, resultaron con heridas leves tres oficiales, quienes fueron atendidos por el SAME en el lugar, mientras que la fiscalía Penal, Contravencional y de Faltas N° 14, a cargo del fiscal Paulo Horacio Gaspani, dispuso la detención de las ocho personas imputadas por “desobediencia, atentado y resistencia a la autoridad” y “lesiones”, y el secuestro de dos vehículos particulares pertenecientes a los organizadores.
No es un caso aislado
A partir del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio decretado en marzo para frenar el avance del coronavirus, la organización de fiestas clandestinas ha sido una constante en distintos puntos del país. Uno de los más resonantes ocurrió el fin de semana pasado en Oncativo, una pequeña ciudad localizada en el centro de la provincia de Córdoba.
Allí, una mansión -propiedad de ex piloto Néstor Flaumer- fue usurpada por parte de un grupo de personas que, explicó uno de ellos, querían sentirse “millonarios” y aprovecharon la ausencia del dueño de la lujosa vivienda y se metieron. Estuvieron allí más de 24 horas, entre el viernes y el domingo. Durante ese tiempo escucharon música, bailaron, consumieron bebidas alcohólicas de la bodega, causaron algunos destrozos y robaron elementos de valor.
También se tomaron fotos y videos que luego se viralizaron en redes sociales y a través de WhatsApp entre los ciudadanos del lugar. El caso es investigado por la Fiscalía de Río Segundo, subrogada por el fiscal Diego Fernández de Alta Gracia. “Lo más probable es que el empleado sea imputado en las próximas horas por violación de domicilio y hurto simple”, indicó una fuente judicial a Infobae.
Otro caso reciente ocurrió en la localidad bonaerense de Escobar. Allí, el famoso youtuber uruguayo Yao Cabrera fue protagonista de un escándalo en un barrio cerrado luego de que organizara una fiesta con más de 100 personas en la casa en la que reside dentro del barrio San Marco, en Ingeniero Maschwitz. Después del evento, y ante la denuncia de los vecinos, la Municipalidad, a cargo de Ariel Sujarchuk, le labró una contravención y le clausuró la mansión donde se estaba realizando la fiesta.
La reacción del youtuber fue inmediata. Decidió agitar en las redes sociales una especie de escrache virtual al intendente del Frente de Todos. Algo similar había hecho con los vecinos que lo denunciaron durante los últimos meses en los que las fiestas y los comportamientos inadecuados del joven de 23 años se repitieron. En el caso específico de los vecinos, subía a sus redes sociales sus números de teléfono para que sus seguidores los molestaran.
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