A través de la resolución 368/2020 publicada hoy en el Boletín Oficial, el Ministerio de Seguridad de la Nación oficializó el ascenso post mortem de Juan Pablo Roldán, el uniformado de la Policía Federal Argentina (PFA) que fue asesinado a puñaladas hace dos semanas por un transeúnte frente al museo Malba, en pleno barrio de Palermo. Según se explicó en la medida, el efectivo pasó de Inspector al grado de Principal.
La decisión ya había sido anunciada el viernes pasado por la titular de la cartera de Seguridad, Sabina Frederic, a través de su cuenta de Twitter. “Por su profesionalismo, valor y vocación de servicio, dispuse el ascenso extraordinario post mortem del Inspector de la Policía Federal Argentina Juan Pablo Roldán al grado de Principal”, escribió la funcionaria. “Honramos su memoria y compromiso con el resguardo de la sociedad”, añadió.
En la resolución por su parte, del policía Roldán “se destacó un alto grado de profesionalismo, valor, arrojo y vocación de servicio del mencionado”, porque “entregó su vida en resguardo de la sociedad, sirviendo a la comunidad y protegiendo a terceras personas y bienes”.
El brutal crimen ocurrió el 28 de septiembre por la tarde sobre la avenida Figueroa Alcorta al 3300, a pocos metros del museo y de la clínica Mater Dei. Sucedió a plena luz del día y a la vista de un grupo de gente que tomaba algo en la vereda de un bar. La violenta secuencia quedó registrada por varias cámaras de seguridad ubicadas en la esquina donde pasó todo. En las imágenes se observa cómo el asesino -identificado como Rodrigo Roza- primero se para al lado de dos clientes de un bar y empieza a gritar frases incoherentes mientras esgrimía un cuchillo que llevaba oculto en su mochila, lo que obligó a la intervención de dos efectivos de la Policía Federal. Uno de ellos, el inspector Roldán, quien se desempeñaba como jefe de Servicio en las instalaciones del Cuerpo Policial Montada.
Cuando el uniformado se acercó a Roza para controlar la situación, el hombre empuñó el cuchillo y comenzó a atacarlo. Pese a eso, el inspector no quiso disparar de inmediato para repeler el ataque. Sin embargo, después efectuó algunos tiros al ver que el hombre no cesaba en su intento de herirlo. Según lo que se observa, el inspector disparó hacia el piso y las piernas del atacante para tratar de evitar causarle un daño mayor a él y al resto de personas que observaban la escena.
Algunos de los disparos llegaron a impactar en el agresor, quien a su vez quedó tendido en el pavimento de la avenida. Un día después, Roza moriría en el hospital Fernández tras recibir disparos en la pierna y el hígado. Según las fuentes, los disparos le comprometieron el hígado, el bazo y el tracto intestinal.
El Gobierno nacional estableció por la muerte un duelo por dos días, a través del Decreto 778/2020, en el que se indicó que Roldán, quien tenía 33 años y era padre de una nena de cuatro, fue agredido “en el intento de devolver la paz y la normalidad al espacio público y que el agresor deponga su actitud amenazante”.
Según supo Infobae, Roza vivía a pocas cuadras del lugar donde cometió el crimen, en un edificio de la calle Salguero junto a su madre. Y de acuerdo con lo que trascendió, los efectivos ya lo habían visto a Roza: se había presentado puñal en mano a las puertas del Cuerpo de Policía Montada, donde Roldán actuaba como oficial de guardia. “A ver quién quiere morir ahora”, le escucharon gritar.
Dentro de su mochila, el asesino llevaba una serie de elementos que llamaron la atención, además de la hoja afilada suelta envuelta en papel rojo con la que mató al efectivo. Entre sus pertenencias con lo que parecía ser un arma de fuego con la forma de un pistolón del siglo XVII, varias cruces, estampas de distintos santos, un teléfono de línea, revistas religiosas y un atrapasueños, además de una vieja revista de decoración.
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