“Con ustedes quiero subir. Yo creo en ustedes”, les dijo Ricardo Gastón Acosta (25), oficial de la Policía de la Ciudad, a los efectivos del Grupo Halcón de la Bonaerense mientras se lo llevaban detenido después de protagonizar un violento y dramático episodio que incluyó tiros, rehenes, un brote psicótico y un uniformado baleado en el abdomen que salvó su vida de milagro.
Todo comenzó anoche, poco después de las 21, en una casa ubicada sobre la calle General Pintos 987, en la localidad de Ituzaingó. Hasta allí fueron dos policías porteños para notificarlo a Acosta porque llevaba dos días sin ir a trabajar. Cuando los efectivos llegaron a la pequeña vivienda de su compañero, notaron algo extraño: en el interior de la casa se escuchaban ruidos extraños y la música estaba muy fuerte. Como la persiana estaba baja, se acercaron para subirla y hacerle saber al joven policía que estaban allí. La respuesta de Acosta fue agresiva, según fuentes del caso. Comenzó a amenazarlos con su arma y exigirles que se fueran de la casa. Estaba prácticamente desnudo, transpirado y fuera de sí.
La tensión apenas comenzaba a subir. Los dos administrativos de la Ciudad vieron que la situación podía desbordarse y decidieron pedir colaboración a los efectivos de la comisaría primera de Ituzaingó para lograr que el hombre depusiera su actitud. Pero fue aún peor. Según confirmaron desde la Policía de la Ciudad y de la Provincia, Acosta se asomó y comenzó a gritar frases delirantes. Una fuente dijo a este medio que se trató de “alucinaciones místicas” y oraciones sin sentido.
Segundos después, se dirigió al fondo de su casa, tomó su arma y efectuó al menos diez disparos.
La reacción de los efectivos bonaerenses fue irrumpir inmediatamente dentro de la vivienda, aunque todo se tornó aún más dramático. Patricio Ventricelli, fiscal de la UFI N° 2 descentralizada de Ituzaingó, quien quedó a cargo del caso, relató a Infobae algunos detalles del violento episodio. De acuerdo con el funcionario judicial, Acosta, formoseño, policía desde hace al menos cinco años según sus registros previsionales, se enfrentó a los tiros con dos policías de la Provincia.
A uno llegó a dispararle en el abdomen, pero como tenía puesto su chaleco antibalas logró salvar su vida. El uniformado, subteniente en la comisaría primera local, logró salir como pudo porque pese a que la bala no ingresó en su cuerpo, resultó herido por el impacto. El hombre fue trasladado al Hospital Posadas, donde se encuentra estable y fuera de peligro.
En el interior de la vivienda, sin embargo, quedó otro efectivo bonaerense. Acosta logró mantenerlo como rehén y se encerraron en el baño. “Desde afuera se escucharon disparos desde el interior. Fue en ese momento que convoqué de inmediato al Grupo Halcón para tratar de negociar con él”, dijo el fiscal Ventricelli a este medio.
En total pasaron más de cinco horas de una negociación difícil en la que se temió por la vida de los dos policías: tanto del efectivo porteño como de su colega de la Provincia que había sido tomado como rehén. Finalmente, cerca de las dos de la mañana y ante la presencia de un importante número de oficiales expertos en este tipo de casos, Acosta se entregó. “Fue bastante tenso”, admitió el fiscal.
“Soy el elegido de Dios”, fue alguna de las frases con connotaciones místicas que dijo Acosta mientras trataba de repeler el ataque. “Dijo frases incoherentes, sin sentido. Todavía falta practicarle pericias psicológicas y psiquiátricas. Por lo pronto no tenemos conocimiento de que haya tenido antecedentes similares”, aclaró el fiscal Ventricelli.
Según supo este medio, Acosta vivía solo en la pequeña casa que le había alquilado un tío. “Se trata de una vivienda con una sola habitación, el baño donde mantuvo cautivo al efectivo y una pequeña cocina. Fueron muchos disparos dentro de un lugar muy chico”, destacó Ventricelli para dar cuenta de que solo de milagro no ocurrió una tragedia.
Acosta quedó detenido por ahora bajo el delito de tentativa de homicidio agravado y aún resta saberse si consumió algún tipo de droga. "Es un dato que no tenemos, lo que sí se puede confirmar es que dentro de su placard hallaron dos plantas de marihuana. Más tranquilo y ya bajo control del Grupo Halcón, el efectivo de la Ciudad trataba de hablarles a los policías que lo tenían esposado. A esa altura ya estaba vestido con una campera del Barcelona, un pantalón de jogging y sin zapatos. Una vez dentro del patrullero, según se observa en los videos de la detención a los que accedió Infobae, volvió a decirles: “Yo creo en ustedes”.
Los policías apenas le contestaban.
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