Rodrigo Facundo Roza, de 51 años, el hombre que asesinó de cuatro puñaladas al policía Juan Pablo Roldán, de 34 años, al momento del crimen cargaba una mochila donde llevaba el arma blanca con la que mató al inspector de la Policía Montada de la PFA: una hoja afilada suelta envuelta en papel rojo.
Una vez que fue detenido, los hombres de la Policía de la Ciudad que lo arrestaron revisaron sus pertenencias y hallaron elementos al menos curiosos que fueron dispuestos sobre la vereda en la Avenida Figueroa Alcorta, con la sangre de Roldán todavía en el pavimento. Se encontraron con lo que parecía ser un arma de fuego con la forma de un pistolón del siglo XVII, un caliz de misa y varias cruces, estampitas de distintos santos, un viejo teléfono de línea, revistas religiosas y un atrapasueños, además de una vieja revista de decoración. Tal vez sean pistas, en un caso investigado por el Juzgado N°14 a cargo de Alejandra Provitola, para que los investigadores determinen con qué clase de asesino están lidiando.
Roza vivía a pocas cuadras del lugar donde cometió el crimen en un edificio de la calle Salguero junto a su madre, que se niega a responder el timbre. Su padre falleció en 2018, dedicado en los papeles al negocio de los taxis y el transporte, con una sucesión a cargo del Juzgado Civil N°22. Tiene dos hermanos, uno de ellos abogado. Infobae se comunicó con él. Se negó a hacer declaraciones. Dijo estar “preocupado por la familia del policía que murió”.
“Siempre fue un hombre particular”, describió un vecino a este medio. Según aseguró una vecina de Roza, el hombre ya había atravesado algunos episodios violentos en otras oportunidades.
“Hace algunos años recuerdo que tuvo que venir la Policía al edificio. El hombre había intentado entrar al departamento de una vecina por error, pero estaba convencido de que era su casa. Tan convencido estaba que comenzó a romper la puerta porque no podía abrirla y la vecina que vivía ahí llamó a la Policía desesperada”, aseguró una mujer que reside en el mismo edificio.
Otro de los inquilinos relató que “en una oportunidad, el hombre comenzó a gritar desesperadamente”. “Gritaba tanto que no sabías qué hacer”, agregó otro vecino al recordar la historia.
“No puedo creer lo que pasó. Él siempre venía acá a comprar y la verdad que era tranquilo. Uno sabía que estaba medicado. Parecía un zombie algunos días, pero siempre se comportaba pacíficamente. Jamás imaginé que podría llegar a hacer algo así”, contó un vendedor que tiene su negocio pegado al edificio donde vivía el hombre. Fuentes policiales aseguran que el hombre de 51 años no tiene antecedentes delictivos en territorio porteño. No se encuentran condenas de primera instancia en su contra. Tenía un hábito: el de pedir plata por la avenida.
En la zona dicen que salía poco de su casa, en general solo dejaba el domicilio para hacerle las compras a su madre, hasta la tarde del lunes.
Ayer Roza salió de su casa a pie, vestido con campera tipo militar y vincha. Como si fuese un soldado hippie. Primero pasó por la puerta del cuartel de Montada de la Policía Federal, efectivos lo vieron. Se paró, desenfundó su cuchillo y los amenazó: “A ver a quién le toca morir ahora”. Los policías rápidamente cerraron el portón.
Luego caminó unas cuadras más hasta que llegó a la esquina de avenida Figueroa Alcorta al 3300, donde un grupo de personas almorzaba en el restaurante Dashi.
Mientras tanto, un grupo de la división de la Montada salió a buscarlo. Algo andaba mal. Roza, entonces, se paró frente a dos comensales con un atrapasueños y comenzó un monólogo que fue captado sin sonido por cámaras de seguridad.
Pocos segundos después, el grupo de policías llegó al lugar. Entre ellos se encontraba el inspector Roldán, padre de una nena de 4 años, vecino de la Capital Federal y con domicilio en Parque Leloir, quien antes de ir tras él, se disponía a iniciar su servicio como oficial de guardia en la sede del Cuerpo en la calle Cavia.
Cuando Roza observó que los policías fueron por él, los enfrentó, volvió a desenfundar un cuchillo y se lo clavó en cuatro oportunidades a Roldán a la altura del corazón. Para intentar defenderse, el policía le disparó sobre las piernas, pero ya era tarde.
Roldán quedó tendido en la calle y fue trasladado de inmediato al Sanatorio Mater Dei, donde poco después falleció. Roza fue detenido y trasladado al hospital Fernández, donde quedó internado en terapia intensiva. Tres horas después, a las 3:30 del martes, Roza falleció en el Hospital Fernández por complicaciones tras las heridas sufridas. La jueza Provitola continuará la investigación de todas formas. Entre otros pedidos, requirió su historia clínica.
¿Es acaso Roza un paciente psiquiátrico, un inimputable? En el proceso de sucesión de su padre, por ejemplo, está registrada la entrada de una defensora de menores e incapaces. Lo deberán determinar peritos o una junta médica que dispondrá la jueza del caso que está al tanto de las sospechas de varios investigadores sobre el estado mental de Roza. Sin embargo, la inimputabilidad no garantiza que no esté encerrado tras el brutal crimen que cometió. El programa PRISMA, el área psiquiátrica del Servicio Penitenciario Federal donde se encuentra detenido “Pity” Álvarez por matar a tiros a un hombre, es un posible destino.
Poco antes de la medianoche, la jueza Provitola ordenó allanar el departamento del homicida y su madre. No encontraron otros cuchillos. Se encontró, por ejemplo, medicación que la familia del detenido aseguró que toma. Los procedimientos continuaban a horas de la madrugada, a cargo de la Policía de la Ciudad.
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