El 18 de agosto último, Héctor Darío S. entró la escribanía Lamarca en la calle Libertad, zona de Cañuelas. Pidió hablar con la dueña del lugar, fue recibido. Con domicilio en la zona, Sierra, oriundo de Uruguay, de 60 años, comerciante, llegaba un poco nervioso para discutir, una vez más, según él mismo, el problema con una serie de terrenos en Marcos Paz que decía eran de su propiedad, que estaban retenidos indebidamente. Sierra quería lo que era suyo, por la razón o por la fuerza.
Entonces, tomó una cuchilla de carnicero de 50 centímetros de largo que llevaba oculta. Estaba recién afilada, el brillo en el borde era obvio a simple vista. Redujo a la dueña del cuello y se atrincheró en la oficina trasera donde fue recibido. Una empleada salió espantada. La escribanía queda, irónicamente, justo enfrente de la comisaría de la zona.
Poco después, los efectivos del GAD y una serie de patrulleros de la Policía Bonaerense aislaban la zona en un estado de tensión, con un expediente a cargo de la UFI N°2 de la zona, con la fiscal Norma Pippo.
Era, oficialmente, una toma de rehenes.
Sierra retuvo a su víctima al menos una hora y media con la cuchilla en el cuello, según relataron fuentes del caso a Infobae. La fiscal Pippo envió al secretario de su dependencia, Pablo Ober, que actuó como negociador. Logró que Sierra depusiera su arma y se entregara. No tuvo que ser trasladado lejos. Quedó aprehendido en la comisaría frente a la escribanía.
Hoy por la mañana, la suerte de Héctor fue decidida por el Juzgado N°8 de Canuelas, luego de un informe psiquiátrico requerido por la UFI N°2: el comerciante uruguayo será enviado al penal psiquiátrico de Melchor Romero para que cumpla su prisión preventiva luego de que un estudio determinara que el detenido sufre “un trastorno delirante con ideas persecutorias de perjuicio y de tinte querellante y reivindicativo de varios años de evolución”, según documentos de la causa a los que accedió Infobae.
Así, se determinó que Héctor S. “no puede comprender la criminalidad de los actos que le imputan” y que “tampoco se encontraría en condiciones de afrontar un proceso judicial”.
También, el informe asegura que es una persona con “un alto nivel de peligrosidad para terceros”. Por ende, hasta que en otra instancia se determine lo contrrio
En el medio, mientras amenazaba de muerte a su víctima, Sierra le contó su historia al secretario Ober, que actuó de negociador. “No sé si llego al final del día, ¡estoy jugado!”, gritó. Decía que esos terrenos eran de gran valor, que “una movida política” los retenía indebidamente, que todo dependía de la escribanía.
El hombre hasta le contó a Ober que unos matones lo habían golpeado hace unos años: tenía cicatrices entre el pelo entrecano, a simple vista. “Esta hija de puta no me quiere entregar lo que es mío”, amenazaba el comerciante, en medio de su relato salvaje. Su víctima estaba pálida, temblaba. S. hasta pidió hablar con el gobernador Axel Kiciloff, con el funcionario que pudiera atenderlo.
Finalmente, Ober logró calmarlo. “Te entiendo, es difícil”, le decía.
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