El martes 14 de julio por la noche, en el interior de la parroquia San Martín de Porres, en la ciudad de Tucumán, el sacerdote Oscar Juárez, de 67 años, fue asesinado de 15 puñaladas. Una empleada de la iglesia, que advirtió que las puertas de la casa donde se alojaba estaban violentada, encontró su cuerpo recién diez horas más tarde.
Dos días después, gracias al análisis de las cámaras de seguridad de la iglesia, fue detenido el hijo de la secretaria de la parroquia, Jorge Leonardo Herrera, de 31 años, que es hasta el momento el único y principal sospechoso por el crimen de Juárez. La presencia de su auto estacionado fuera del templo a la hora en que Juárez fue asesinado lo incriminó.
Ahora, el resultado de una pericia genética realizada por especialistas del Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de Buenos Aires complicó aún más su situación: el análisis de la sangre encontrada en su ropa y su calzado reveló que corresponde al sacerdote.
“Las pruebas de ADN dieron positivo en la planta de las zapatillas que se secuestraron al ser requisado el auto del imputado, al igual que un pantalón de jean encontrado en su domicilio”, informó la fiscal Adriana Giannoni, a cargo del caso.
La fiscal informó que las pericias revelaron también que un cuchillo secuestrado a Herrera es el arma homicida. De acuerdo a los investigadores, el cuchillo había sido entregado a la policía a los pocos días de ocurrido el crimen por una vecina de la parroquia, quien declaró que se lo compró a un hombre que vendía chatarra.
Herrera, el único detenido en la causa, es hijo de Norma Lilia Velárdez, la secretaria de la Iglesia donde estaba Juárez. Herrera fue imputado por el delito de homicidio agravado por ensañamiento y alevosía en perjuicio del sacerdote y los investigadores sospechan que el ataque estuvo relacionado con un intento de robo.
Según consta hasta ahora en la causa, Velárdez sabía de la existencia de una suma de dinero que el religioso tenía guardada en la parroquia y se lo contó a su hijo. Éste ingresó a la casa parroquial para robarlo, pero en ese momento habría sido descubierto por Juárez y entonces Herrera lo asesinó a puñaladas.
La hipótesis surgió luego de que los hermanos de Juárez declararan ante la fiscal Giannoni que el sacerdote tenía ahorrados 67 mil dólares y que un día antes del crimen se los había dado a ellos para que los cuidaran.
En las horas siguientes al asesinato, los investigadores analizaron las cámaras de seguridad municipales, descubrieron el auto de Herrera y lo detuvieron durante un allanamiento en un domicilio ubicado en el pasaje Hernán Cortez al 3200, en el barrio Villa Luján, en la capital provincial, a unas pocas cuadras de la iglesia, donde la víctima, que llevaba 42 años como sacerdote, trabajaba desde hacía 13 años.
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