Este domingo al mediodía, el padre de Micaela Zalazar, una joven de 28 años de la ciudad bonaerense de 9 de Julio, recibió un llamado perturbador de su hija. Micaela, que estaba embarazada de cinco meses de su tercer hijo, alcanzó a decirle solamente que no se sentía bien y le pidió ayuda.
Para cuando el hombre llegó a la casa donde ella vivía con su pareja, en ese partido del interior de la provincia de Buenos Aires, Micaela estaba en el piso en terribles condiciones: claramente había sido golpeada y ya estaba casi desvanecida. Mientras su padre pedía una ambulancia, su pareja desde hacía dos años, un joven de 25 años identificado como Renzo Pancera, lloraba y le aseguraba que no le había hecho nada.
Micaela ingresó al hospital zonal Julio de Vedia ya inconsciente y con pérdidas. Tras ser evaluada, los médicos de la guardia descubrieron que la joven tenía además el bazo completamente destrozado y una hemorragia abdominal importante, tras la cual perdió el embarazo y debió ser operada de urgencia. Ante la sospecha de que la joven había sido víctima de una golpiza, uno de los médicos que la asistió dio aviso a la Policía. Después de ser intervenida, Micaela, que era madre de un nene de 12 años y una nena de 3 de parejas anteriores, quedó internada en grave estado hasta que, algunas horas después, finalmente murió.
Un grupo de efectivos de la policía de la provincia de Buenos Aires se dirigió entonces por orden del fiscal Luis Carcagno, a cargo de la UFI N° 6 de Mercedes, a la casa de la calle Joaquín V. González al 200, donde encontraron a Pancera. El joven, que estaba presente cuando el padre de su novia fue a buscarla, no se había movido de la casa en todo ese tiempo, ni se resistió a que los efectivos lo trasladaran a la sede de la comisaría local. Pancera era el padre del bebé que esperaba Micaela.
Este martes, el fiscal Carcagno lo imputó por el femicidio de Micaela en concurso real con el aborto del primer hijo que tendrían en común.
Los resultados preliminares de la autopsia al cuerpo de la joven brindaron los primeros elementos para acusarlo: de acuerdo al informe realizado en la morgue de Chivilcoy, Micaela recibió varios golpes en distintas partes de su cuerpo, a excepción de su cara, entre el día viernes 11 y el domingo 13. Las heridas, señalaron los forenses, provocaron serias lesiones internas que, entre 48 y 72 horas después, derivaron en la pérdida de su bebé por una hipoxia materna grave y luego su muerte.
La autopsia reveló además que las heridas de su cuerpo eran compatibles con la agresión de un tercero en un claro hecho de violencia y no podían adjudicarse a una caída o a una falla orgánica, según afirmaron fuentes de la investigación a Infobae.
Amigos y familiares de Micaela, además, revelaron a los investigadores que esta no era la primera vez que Pancera la golpeaba o la agredía físicamente en sus dos años de relación. Todos ellos describieron una trama de maltratos y violencia detrás de la muerte de la joven que de alguna manera condujeron a su trágico final.
“Ella llamó al papá para que la auxilie pero de casualidad pudo hacerlo porque hace dos días que tenía un celular. El femicida no la dejaba tener uno, ni la dejaba salir. No la dejaba hacer nada”, contó angustiada Antonella, una prima de la joven, en diálogo con el canal TN durante una marcha este martes para reclamar Justicia por la joven. Antonella continuó: “Cuando mi tío llegó, Mica estaba en bombacha y se había hecho encima por la gran paliza que recibió. Él lloraba diciendo que ella estaba descompuesta y que no le había hecho nada, pero la reventó toda, la mató”.
La pericia sobre el contenido de ese teléfono celular que menciona su prima, por otra parte, podría ser clave para la investigación. Cuando los efectivos se dirigieron a la casa de Micaela para demorar a su novio y trasladarlo a la comisaría, el aparato que pertenecía a la joven ya no estaba entre sus cosas. Sin embargo, el teléfono apareció durante un segundo allanamiento en la casa de un familiar del sospechoso e investigan si se trató de una maniobra de encubrimiento.
“Ella lo amaba y no contaba que le pegaba, solo decía que tenían discusiones y que todo iba a estar bien. Hace dos años que estaban en una relación tóxica, ella estaba feliz con el embarazo. ¿Ahora cómo le explicamos a su hija de 3 años qué pasó con la mamá?”, continuó la joven. “Él trabajaba en Chivilcoy de lunes a viernes y venía los sábados exclusivamente a cagarla a palos, por eso ella los viernes a la noche mandaba a sus dos hijos con sus papás”. Otra pariente contó también que había hablado por teléfono con ella durante el sábado y, ante la sospecha de que las cosas no estaban bien, le ofreció ir a buscarla, pero ella le dijo que no.
Micaela, sin embargo, había denunciado en dos oportunidades a Pancera por violencia de género, en dos causas que tramitó la UFI N°5 temática de Violencia de Género de Mercedes. Primero en octubre de 2019, durante un tiempo en el que estaban separados, y luego una vez más en febrero de este año.
La primera, según confirmó a Infobae una fuente cercana al expediente, Pancera había ido hasta la casa que Micaela alquilaba para increparla porque ella supuestamente había roto algunas cosas de su casa. Según consta en la denuncia, Pancera se puso violento rápido y el episodio derivó en una discusión muy fuerte, en la que él rompió un vidrio y terminó amenazándola: le dijo que estaba dispuesto a romper toda su casa, a prenderla fuego incluso si era necesario, sólo para que ella tuviera que hacerse cargo de las pérdidas. Después repitió la amenaza por teléfono.
Micaela comprendió entonces la gravedad de lo que había pasado, a pesar de que no había habido violencia física, y decidió denunciarlo por “amenazas, daño y coacción”. Por esa denuncia, la Justicia dispuso una restricción de acercamiento por dos meses y Pancera fue aprehendido, porque también reaccionó de forma violenta contra los efectivos que fueron hasta su casa a notificarlo. Un mes más tarde, en noviembre, cuando la Justicia citó a Micaela por ese hecho, ella decidió no sostener la acusación porque aseguró que ya se habían reconciliado y estaban “bien”. La causa se archivó y la restricción perimetral quedó suspendida.
Al poco tiempo, Micaela y Renzo alquilaron una casa juntos y empezaron a convivir. Pero en febrero de este año, poco antes de que comenzara la cuarentena por la pandemia de coronavirus, volvieron a pelearse y ella se fue de la casa tras una nueva discusión en la que él la insultó y hubo un forcejeo. Micaela decidió entonces denunciarlo de nuevo por incumplimiento de la restricción de acercamiento, que ya no estaba vigente no sólo porque se había interrumpido cuando ella retiró la denuncia, sino que de todas formas habría vencido cuando se cumplieran los dos meses. Por ese motivo, esa segunda denuncia quedó desestimada de inmediato.
La relación se recompuso una vez más y la pareja continuó la convivencia en la casa de la calle calle Joaquín V. González, donde también vivía una hija de Pancera de una relación anterior. La Justicia investiga ahora si la menor presenció la golpiza que terminó con la muerte de Micaela.
Luego de ser formalmente acusado por el femicidio, Pancera, que fue asistido por un defensor oficial, se negó este martes a declarar ante el fiscal Carcagno porque, señaló, designará para su defensa a un abogado particular. Más adelante podrá decidir si mantener su silencio o presentar una declaración.
Si bien en un principio trascendió que el joven era boxeador amateur, a raíz de una serie de imágenes que él mismo compartía en sus redes sociales, luego se comprobó que solamente practicó kick-boxing en algunas oportunidad y ya no lo hacía en la actualidad. Ayer por la tarde, el fiscal pidió que Pancera continúe privado de su libertad y pidió al Juzgado de Garantías Nº 3 de Mercedes que formalice su detención.
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