De niña, Nahir Galarza era tímida.
Llevaba un diario íntimo y pasaba horas peinando las muñecas que le regalaban sus padres. Tenía la colección completa. A su madre le pedía que para llevarla a la escuela le hiciera esos diferentes peinados: pelo lacio, trenciras, rodete.
De adolescente recuerda un cumpleaños en un salón de fiestas. Era fanática de Bandana: escuchaba las canciones todos los días, las cantaba y hasta se disfrazaba con el look de cada una de las integrantes.
Ahora, Nahir pasa sus días encerrada en la Unidad Penal Número 6 de Mujeres de Paraná. Y hoy será un día especial: cumple 22 años.
Es el tercer cumpleaños que pasará en prisión. Pero a diferencia de los dos anteriores, esta vez por la pandemia no podrá tener visitas, como ocurre en todas las cárceles del país.
Sólo se le permitirá una videollamada con sus padres y recibir lo que ellos le hagan llegar. Su madre, trascendió, le llevará una torta con el número 22, pizza y sandwichitos.
Nahir, que leyó varios libros de numerología, considera al 22 un número maestro que le traerá buenas vibraciones. Pero su postura actual es la de mantener un perfil bajo, estudiar, leer, escribir (poemas, sensaciones, cuentos) y conectar con su familia aunque sea de manera virtual.
En cuanto a los proyectos audiovisuales que referían a la posible realización de un documental y una película, no habría avances teniendo en cuenta el parate en ese rubro, como tantos otros, por el COVID-19.
En la actualidad, Nahir está en un sector junto a otras cuatro compañeras.
Lleva casi seis meses sin ver a sus padres y a su hermano. Pero nunca perdió el contacto con ellos. No hay día en que reciba comida, libros o alguna llamada autorizada. Hace unos días rindió bien un final de la carrera de Psicología
En la cárcel asistió a un taller de poesía y leyó mucho sobre numerología y astrología. Dos de sus libros de cabecera son La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud y El hombre y sus símbolos, de Carl Jung. Estudiaba Derecho, pero dejó decepcionada por lo que vivió en el juicio en el que fue condenada.
A su defensa se sumó la abogada Raquel Hermida Leyenda, que se especializa en casos de violencia de género. Justamente cuando leyó la causa y vio las actas del juicio notó, según su visión, que tanto los jueces como los fiscales “actuaron sin perspectiva de género”.
Su ingreso coincidió con la difusión del video de Nahir declarando en una Cámara Gesell que en 2014 fue violada en manda en un descampado, donde la habrían atado y la golpeado
Ocurrió tres años antes del juicio.
“Ella siempre fue víctima de una visión machista. No se tomó en cuenta la violencia de género que sufrió, esa denuncia anterior y su miedo a seguir con ese hecho porque sintió que nadie le creyó. Estoy analizando todo, hablando con ella y poniendo en duda muchas cosas. Una de ellas, por ejemplo, es decisiva: ¿y si la que disparó no fue ella? No estoy acusando a nadie, simplemente planteo un interrogante”, dijo a Infobae Hermida Leyenda.
En el juicio, Nahir declaró que no recordaba el momento crucial que cambió su vida para siempre. El 29 de diciembre de 2017, en Gualeuguaychú, mató de dos balazos con el arma 9 milímetros de su padre policía a Fernando Pastorizzo.
Ella dijo que la mente se le puso en blanco. Que un disparo la aturdió, luego otro, y que no supo qué hacer. Al final sintió el impulso de volver a su casa. Sobre la calle quedó el cuerpo de la víctima, y al costado la moto en la que iban. “Fue un accidente”, declaró. No le creyeron. Para los jueces que el 3 de julio de 2018 la condenaron a cadena perpetua, ese día mató a sangre fría y por la espalda a su novio Fernando Pastorizzo.
Pese a que ella jura que nunca fue su novio y que la maltrataba física y psicológicamente. “Me decía lo peor que se me puede decir: depresiva”, declaró entre lágrimas ante los jueces.
Nahir prefirió hoy no tener ninguna comunicación con los medios.
No se siente cómoda cada vez que se hace una nota sobre ella. Dice que los medios la siguen como si fuera una famosa, una actriz o cantante.
A Infobae le reveló, en la primera entrevista que dio a un miedo, que por momentos se sentía observada todo el tiempo.
Y por estos días, cuando vio que el motivo de su cumpleaños se convirtió en noticia, pensó lo mismo.
Siente que, en una parte suya, sigue siendo la niña que jugaba con las muñecas a despeinarlas y peinarlas las veces que fueran necesarias. Y no la joven que se hizo famosa por un caso policial y hasta ella misma se convirtió, a partir de la extraña idea de un grupo de diseñadores, en una muñeca. A diferencia de las que ella coleccionaba en su infancia, la que llegaron a vender no tenía una cartera, sino un arma en cada mano.
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