Finalmente el Equipo Argentino de Antropología Forense y el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema confirmaron la identidad del cadáver hallado hace un par de semanas entre el barrial del estuario de Bahía Blanca, en Villarino Viejo: se trata de los restos de Facundo Astudillo Castro, el joven de 22 años que estaba desaparecido desde el 30 de abril, cuando salió de su casa en la localidad de Pedro Luro para ir a visitar a su ex novia en Bahía Blanca.
En los comunicados difundidos tanto por la jueza federal María Gabriela Marrón como por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), se hizo foco exclusivamente en el resultado del cotejo de ADN extraído de los huesos del cadáver comparado con las muestras de la madre y el padre de Facundo. Los resultados de los análisis forenses para saber sobre cómo y en qué circunstancias murió serán comunicados a fin de mes.
En ese sentido, es central a partir de este momento la labor que llevará adelante el fiscal federal de la causa, Santiago Ulpiano Martínez, junto a sus colegas Andrés Heim y Horacio Azzolin, titulares de la Procuraduría de Violencia Institucional (PROCUVIN) y de la Unidad Especializada de Ciberdelincuencia (UFECI) y subrogante de la Fiscalía General ante la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca, respectivamente.
Ulpiano Martínez trabaja desde que el caso pasó a la órbita federal por la denuncia de desaparición forzada. Piensa en dos hipótesis: la responsabilidad de la Policía bonaerense o que se trató de un accidente que tuvo Astudillo Castro cuando se dirigía hacia Bahía Blanca.
Respecto de la primera opción, se presume que podría haber ocurrido en el contexto de una situación de violencia institucional en medio del momento más duro del decreto de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). Facundo fue interceptado por los policías Mario Sosa y Jana Curuhinca en Mayor Buratovich y luego por Alberto González en Teniente Origone. Además, entre ambos pueblos (están pegados) aparece el rol de Siomara Flores, otra policía, hermana de la madre de Curuhinca, que declaró que ella llevó a Facundo de un pueblo al otro en su auto particular, ya que el joven estaba determinado a llegar como fuera a la casa de su ex novia y no quería volver a Pedro Luro, donde se había peleado con su mamá, Cristina. El mismo 30 de abril, pasadas las 13:30 él le mandó un mensaje a ella que decía: “No sabés dónde estoy, no me vas a volver a ver”.
Para Ulpiano Martínez, el hallazgo del souvenir de madera con forma de sandía en el destacamento de Teniente Origone, semanas atrás, es una prueba importante pero no determinante. Los investigadores le creen a la mamá de Facundo cuando dice que ese objeto era de su hijo, y que sus hermanos tenían otros idénticos porque habían sido hechos por su abuela. “Pero desde aquel día esperamos que la querella nos traiga alguna prueba de que efectivamente fue de él”, comentaron. En los próximos días estará el testeo de ADN sobre este objeto comparado con los datos genéticos de la mamá de Facundo y también del papá.
También es importante para el fiscal el testimonio de las tres personas que viajaban juntas y declararon haber visto a Facundo cerca de las 15:30 al lado de un móvil policial negro y blanco, al costado de la ruta, cerca de Mayor Buratovich. Este relato tiene un punto a favor de la querella y uno en contra. El primero, que a pesar de que todos los móviles fueron peritados y, se supone, los análisis de geolocalización certificaron la versión que los propios policías dieron sobre sus movimientos, hay una vieja camioneta casi en desuso que no cuenta con ese sistema de “tracking” y sobre la cual todavía no se hicieron análisis exhaustivos. Llama la atención que aún no se haya autorizado a peritarla.
La contra, según explicaron, es que de acuerdo a una reconstrucción geográfica y temporal que hicieron expertos de la Policía Federal Argentina, por los tiempos que marca el GPS del otro patrullero negro y blanco que podría haber interceptado a Facundo, el encuentro no se pudo haber dado en Mayor Buratovich sino más adelante, cerca de Teniente Origone. El fiscal, de hecho, quiere subirse al mismo móvil y reconstruir el movimiento documentándolo en video para certificar esta idea.
Esto, según entienden los investigadores, le quita fuerza a la prueba de la querella porque creen que a esa hora Facundo ya estaba en el otro pueblo, donde fue infraccionado por el policía Alberto González, tras el aviso de un vecino que lo vio en la banquina de la Ruta 3 (en una época donde la gente casi no salía de sus casas).
El accidente
La segunda hipótesis es la del posible accidente ocurrido cuando Facundo decidió seguir por la vía del ferrocarril para no ser visto y, de paso, cortar camino. Acá es cuando entra en juego el testimonio de la denominada “Testigo H”, una mujer de 72 años, productora agropecuaria y que, según su propia declaración, podría ser la última persona que vio con vida a Facundo Astudillo Castro el 30 de abril pasado.
La testigo es la piedra fundamental que favorece a los policías bonaerenses porque los saca de la escena. Supone que el joven de 22 años todavía desaparecido pudo haber muerto mientras caminaba por una vía del ferrocarril, sobre el estuario pantanoso que dio nombre a la ciudad más importante del sur bonaerense, la bahía Blanca.
Según el policía González, dejó seguir al joven y vio cuando una camioneta Renault Duster Oroch color gris lo levantó a Facundo. Aunque luego se desdijo y comentó que creía que había seguido a pie, el 14 de julio esta mujer declaró como testigo de identidad reservada y aseguró que llevó a un joven hasta el cruce de las rutas 3 y 22, poco antes del control de Gendarmaría, y que el chico le dijo que estaba peleado con su madre.
La fiscalía federal que lleva el expediente y la mamá de Facundo están enfrentados. Por eso la querella celebró la incorporación de los dos nuevos fiscales. Para Cristina Castro y sus abogados Luciano Peretto y Leandro Aparicio, no hay dudas de que el cuerpo fue “plantado” en esa zona baja, que supo ser el delta del río Colorado hace miles de años. Y que la responsabilidad es de la Policía Bonaerense, encubierta, según ellos, por el poder político y judicial.
En cambio, para el fiscal Santiago Ulpiano Martínez, el reconocimiento positivo del cadáver no modifica por ahora en absoluto la investigación. Salvo que ocurra una novedad extraordinaria, no habría en los días venideros ningún pedido de detención a policías bonaerenses, que es lo que la querella reclama desde hace semanas y que ya fue rechazado por la jueza Marrón.
Diferencias irreconciliables
Todo lo que para la querella es una certeza, en relación a la implicancia de la fuerza de seguridad provincial tanto en la desaparición de Facundo como en el hallazgo del cuerpo “esqueletizado”, para los investigadores del Ministerio Público es una duda.
La relación entre ambas partes desde siempre fue tensa. Uno de los últimos encuentros entre Castro y Ulpiano Martínez fue en la escena del hallazgo. El fiscal le mostró una foto del cadáver. Cristina le pidió, irónicamente, que no quería que esa imagen se filtrara en los medios bahienses. “Cada vez que el fiscal le da la mano, ella se la muerde”, se victimizan los investigadores. Omiten que la mujer lleva casi 110 días desesperada, sin saber algo de su hijo.
La querella sostiene, por su parte, que es sospechoso que los policías implicados hayan borrado mensajes de sus teléfonos durante el mes de mayo, antes de la denuncia de la mamá por la desaparición de su hijo. Siomara Flores, una agente que declaró que llevó a Facundo desde Mayor Buratovich hasta Origone en el Chevrolet Corsa de su papá (”Me dijo que no le cuente nada a su mamá”, aseguró), borró la aplicación WhatsApp de su teléfono el 8 de mayo, lo que resulta al menos inquietante. Para los investigadores no es relevante, al menos no lo suficiente como para pedir una detención. “Las pericias técnicas avalan los testimonios de los policías”, aseguraron a este medio, que, sin embargo, no tuvo acceso a los resultados oficiales de dichas pericias técnicas.
La “testigo H” es otro factor de discrepancias entre la familia y el fiscal. Para Ulpiano Martínez esta declaración es importante. Para Peretto y Aparicio es una testigo plantada por la Bonaerense. Los investigadores aseguran que en las últimas horas se incorporó al expediente un documento de la compañía de telefonía Claro que certifica que el celular de Facundo se activó a las 16:06 e impactó en la antena de Ingeniero White, el puerto de Bahía Blanca. “Coincide con la hora en que la mujer dijo que lo dejó, y además con la imagen de la patente tomada por las cámaras del control fitosanitario”, agregaron los investigadores.
En la causa ya figura un impacto similar pasadas las 20, de cuando Facundo le mandó un SMS a un amigo. Nada de eso quiere decir que, necesariamente, el teléfono estuviera en poder de Astudillo Castro en ese momento. No obstante, para el fiscal la hipótesis de que Facundo decidió caminar por las vías del tren para evitar el control de Gendarmería y ganar tiempo cortando camino sigue siendo una posibilidad con peso propio.
Días antes del hallazgo había ordenado rastrillar toda la zona de las localidades de General Daniel Cerri y Ombucta, tanto desde el continente hacia el estuario, como desde el mar hacia el mismo sitio. Justamente el área donde los pescadores vieron el cadáver. La fatalidad, o la mano de alguien, quiso que estos restos aparecieran en un lugar adonde los agentes federales no pudieron llegar: aseguraron que el terreno era inaccesible.
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